Capítulo anterior (18): la muerte de Kirsti y los viajes europeos (1900)
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Sibelius y su familia se encuentran desde finales del año anterior en Berlín, como prolongada parada en su viaje hacia Italia. Como contábamos en el capítulo correspondiente de esta biografía, nuestro músico ha aprovechado la oportunidad para promocionar sus composiciones, sin duda con gran acierto.
En una de esas ocasiones se estrenará "Flickan kom ifrån sin älsklings möte" ("La chica retornó del encuentro con su amante") opus 37 nº5, canción que habría compuesto unos días antes. Esta pequeña pero impactante pieza muy pronto se convertiría en una obra bastante popular, y sin duda su première en Alemania (y en alemán) contribuyó a ello.
En febrero la familia finalmente se dirige al Mediterráneo, hasta una villa en Rapallo. Rapallo es una localidad histórica y turística cercana a Génova, y por la que pasaron y pasarán visitantes tan ilustres como Nietzsche, Freud, Kandinsky, Kokoschka, Gabriela Mistral...
Nuestro músico se siempre especialmente inspirado por su atmósfera, condimentada por el suave perfume del jardín que rodea a la villa (¡inédito en Finlandia durante esas fechas del año!): "rosas floreciendo, camelias, almendros, cactus, magnolia, cipreses, viñas, palmeras y una múltiple variedad de flores". Ese ambiente, además de la inmersión literaria que lo mantenía ocupado, excitará su imaginación musical, recreando en su mente un proyecto orquestal sobre la figura de Don Juan (que conocía bien por la ópera de Mozart). Recrea en su mente la escena en la que el Comendador, encarnado como la Muerte, visita al seductor. Tal escena dará origen a un boceto musical. Pero ni el proyecto ni el boceto seguirán más allá, aunque la música escrita pasará a formar parte de su Segunda Sinfonía.
Tal como había planeado Axel Carpelan, la visita al sur de Europa sirve de estímulo vital a nuestro genio. "Ahora estoy viviendo completamente en el mundo de la imaginación - nada me molesta. [...] Bajo mi punto de vista mis composiciones son como mariposas, una vez que las tocas su magia se ha ido. [...] Muchos de mis proyectos no estarán listos en muchos años. Como puedes ver, es algo confuso. Es medianoche y he estado escribiendo todo el día. El Mediterráneo aún brama, hay luz de luna y «las nubes caminan pesadas con dolor» [versos del poeta Rydberg, que pondrán en música Sibelius al año siguiente, "Tarde de otoño" opus 38 nº1]."
Pero el viaje no se ve libre de terribles presagios: Ruth, la segunda hija de Jean y Aino, de casi 6 años, enferma repentinamente con síntomas de tifus. El matrimonio cree por un momento en la funesta posibilidad de que se vuelva a repetir la pérdida de Kirsti, pero finalmente resulta ser un fiebre gástrica, que remite sin grandes complicaciones en unos días.
Jean Sibelius con su hija Ruth (1901)
La reacción de un Sibelius sufriendo de la máxima ansiedad, una vez que su hija resulta sana, en palabras de Andrew Barnett, es tan inesperada como egoísta: decide ir unos días a Roma por su cuenta, donde alquilará un apartamento. Mientras, Aino y sus hijas seguirán pacientemente en Rapallo. Nuestro músico se arrepiente de hacer daño a su compañera: "es por mi inconsciencia y falta de sinceridad por lo que he sido incapaz de hacerte feliz. Aparte de esto, mi naturaleza en tan volátil".
En Roma, en el mes de marzo de este año1901, visitará el Coliseo, que lo impresiona vivamente, la ópera, donde escucha complacido el "Rigoletto" de Verdi y varias iglesias de la ciudad, donde suena la antigua música de Palestrina. Se siente muy inspirado en este ambiente, e intenta componer obras para piano, si bien detesta "malgastar" su creatividad en ello. Pero no en cambio para la orquesta: "estoy trabajando. Me he enamorado fatalmente de mi fantasía orquestal. No puedo arrancarla de mí".
La familia se reúne nuevamente en Florencia, donde nuestro músico vuelve a pensar en proyectos musicales. Uno de ellos será un nuevo poema sinfónico sobre "La Divina Comedia" de Dante. Un boceto titulado "Christus" se llegará plasmar para esta obra, sobre la que seguirá trabajando hasta el verano. Sin embargo, tampoco pasará de ese estado, aunque de nuevo el boceto llegará a formar parte de la Segunda Sinfonía opus 43. El trabajo propiamente dicho en la Sinfonía empezó en algún momento indeterminado de ese viaje a Italia, del que mucho se nutrió en verdad.
Antes de volver definitivamente a Finlandia, los Sibelius hicieron escala en Viena y Praga. La capital bohemia proporcionó a nuestro genio un encuentro con el gran compositor Josef Suk, a través del cual conocerá a su vez a Antonín Dvořák (suegro de Suk), con el que el compositor finlandés intercambiará alabanzas y parabienes. El genial autor checo le dirá a Sibelius: "sepa usted que yo he compuesto demasiado", lo que para el autor finlandés no será sino una muestra de naturalidad y modestia.
Antonín Dvořák en 1901
A la vuelta en mayo a Kerava, la localidad donde tuvo unos años su residencia, hubo de cumplir el encargo de una pieza coral. Se acaba de crear el coro masculino Suomen Laulu, formado por parte de los mejores cantantes del coro YL. Entre ellos estaba el bajo Enckell, cuyo registro inferior era extraordinario. Para él y este coro pensó nuestro autor en "Terve kuu" ("Salve, luna") opus 18 nº2, una pieza sobre texto del "Kalevala", extrañamente densa y polifónica, de profundos bajos, para lo que es habitual en su música coral a capella.
No permaneció mucho tiempo en Finlandia, ya que de nuevo partió hacia Berlín con la intención de participar en el Festival organizado por la Allgemeiner deutscher Musikverein de Heidelberg, dirigido por Richard Strauss. Allí dirigió El cisne de Tuonela opus 22 nº2 y El retorno al hogar de Lemminkäinen opus 22 nº4 que, aunque los ensayos pudieron hacer temer lo peor, fueron un gran éxito y afianzó la buena percepción que gozaba su música entre la crítica alemana. Richard Strauss, con el que nuestro músico comenzó una buena relación, anota en su diario una visión positiva aunque severa: "Sibelius es el único compositor escandinavo [sic] que tiene una hondura real. Aunque carece de una maestría total en la instrumentación, su música tiene una frescura que presupone un incansable fondo de invención melódica".
El verano transcurrió tranquilo en la villa de los Järnfelt en Lohja, donde nuestro autor siguió trabajando brevemente en su proyecto sobre Dante para concentrar finalmente todas sus energías en la Segunda Sinfonía. Fue un momento bastante optimista, que le permitió prometer a Carpelan que la obra estaría acabada a finales de año (y casi llegó a cumplirlo). Su gran amigo y benefactor pudo además reunir dinero de varios mecenas para su subsistencia, 500 marcos que le serían remitidos trimestralmente. Esto le permitió finalmente renunciar a las clases que había impartido irregularmente y con desgana en el Instituto de Música (la actual Academia Sibelius) en los últimos años, cuya prácticamente única motivación era en verdad la económica.
Mientras, le llegaban noticias de cómo su música empezaba a hacerse un mayor sitio en el mundo. El cisne de Tuonela se escucha en Magdeburgo y Frankfurt, además de en Berlín donde es dirigida por Weingartner. Henry Wood incluye la suite de "Rey Christian II" opus 27 en Londres. Esta suite y las dos leyendas de Lemminkäinen opus 22 se oyeron también en esa temporada en Cincinatti, Chicago y Nueva York.
Mientras, las noticias que generaba su país natal no eran buenas. El Imperio Ruso daba un paso más en su política de absorción de la autonomía suprimiendo el ejército finlandés como entidad independiente y poniendo sus efectivos al servicio de la armada rusa. De nuevo se formularon protestas y campañas de resistencia, pero de nuevo fue en vano.
Al tiempo en que escribía la Sinfonía, hubo tiempo e inspiración para otras pequeñas piezas. Por un lado una de las canciones de su ciclo navideño, "On hanget korkeat, nietokset" ("La nieve está cayendo") opus 1 nº5, la única con texto en finés (debido a Wilkku Joukahainen), y una de las más populares.
Por otra parte también otra pieza muy popular del repertorio finlandés, la Romanza en Re bemol Mayor para piano opus 24 nº9, romántica y apasionada, y a la vez muy sibeliana con su motivo en S y sus cadencias de quinta descendiente.
A la vez se gestaba la que sería su más exitosa y deslumbrante sinfonía, a la que daría numerosos retoques antes de su estreno. El evento tendría lugar en el siguiente marzo, como ya relataremos en nuestro siguiente capítulo biográfico.
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