martes, 24 de febrero de 2015

Biografía (46): última época productiva y visitas a Ainola (1928-1929)

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En febrero del 1928 encontramos a nuestro músico a Berlín, donde una vez más visita a Adolf Paul (que parecía recuperarse de sus problemas económicos), y acude a varios conciertos en la capital de la República Alemana. Pero no todo es ocio: sigue afanado en su Octava sinfonía. Escribe sin el piano, lo que indica que el trabajo estaba avanzado: "mi obra será maravillosa. Tan sólo que parece que llevará mucho tiempo conseguir acabarla. Pero además no tengo prisa". 

La estancia se prolonga para que el 9 de marzo pueda escuchar su propio Concierto para violín con un reparto de lujo: Ferenc von Vecsey y la Filarmónica de Berlín, dirigida por nada menos que Furtwängler. El compositor estaba entusiasmado, pero las críticas, que en general sólo se fijaban en la música más vanguardista, fueron de todo tipo. Aún no había llegado el momento para la obra. 

 Wilhelm Furtwängler (1886-1954), retrato de Emil Orlik de 1928

Tras el viaje a Alemania, el genio nórdico vuelve a la soledad de Ainola. En agosto su amigo, el tenor Wäinö Sola le insiste para que compusiera una "Sinfonía de Imatra", una obra programática sobre los célebres rápidos, en el momento que una nueva estación hidráulica se estaba construyendo. Inicialmente nuestro músico no rechazó la idea, y llegó a visitar el lugar con el ingeniero de la presa, Hugo Malmi, en compañía de Sola. Pero pronto alegará que el proyecto le suponía mucho esfuerzo, y que quería alejarse de todo lo que oliera a música para ocasiones especiales, que en los últimos años no le habían reportado las satisfacciones esperadas. 

 Los rápidos de Imatra en un estudio de Severin Falkman (1882)

Sola sin embargo logró arrancarle el compromiso de escribir una pequeña pieza a capella para el conjunto New Yorkin Laulumiehet, un coro masculino de finlandeses residentes en Nueva York. Aunque el tenor había tentado al gran poeta V. A. Koskenniemi respecto a unos versos suyos, al no lograrlo el propio Sola escribió el texto de la obra, "Siltavahti" ("El guardián del puente") JS.170, una sencilla marcha. Pensando en el propio tenor, tras acabar la partitura el propio Sibelius escribió una versión para voz y piano. La obra estuvo lista para que el propio Wäinö Sola cruzara el Atlántico y estrenara el coro el 22 de octubre.

Lo cierto es que en el país americano la fama del compositor no dejaba de crecer y crecer. Un nuevo campeón comenzaba por aquel entonces a hacer vibrar a los estadounidenses con su obra sinfónica, Serge Koussevitzky, quien años antes curiosamente no había manifestado mucho interés por su trabajo. El 9 de noviembre también en Nueva York, con la Sinfónica de Boston, Koussevitzky dirigía con un enorme éxito la Tercera sinfonía ("muy adelantada en su tiempo, en 1907, ahora moderna" según una crítica en el Boston Post), lo que le obligaba a programarla de nuevo cuanto antes. 

El director de origen ruso se atrevió a escribirle una primera carta al compositor lleno de admiración e interés. Tras proponerle que visitara el país, le preguntaba si disponía de "cualquier nuevo trabajo que no haya sido aún interpretado". Sibelius le contestó que no tenía ninguna obra a estrenar, pero se comprometió a mantenerle informado del progreso de la Octava sinfonía. Las informaciones sobre la obra a partir de este momento se vuelven confusas, lo que es muestra ya de las enormes dudas que le provocaba: en diciembre dice al editor Wilhelm Hansen que la obra todavía está sólo en su cabeza, a pesar de que un año antes había afirmado a Olin Downes que dos movimientos habían sido escritos. Quizá el temor de comprometerse con el editor le hacía rehuir de la realidad ya escrita, pero sin la deseada perfección, de la sinfonía.
 
El director de la Orquesta Sinfónica de Boston Serge Koussevitzky (1874-1951)

A Koussevitzky le contesta: "me es imposible ir a América por el momento. [...] pronto publicaré nuevas obras. [...] Mi nuevo trabajo está lejos de terminarse [...] La única cosa que puedo prometerle, querido Maestro [en italiano en el original], que será el primero en tener cualquier noticia".

La familia Sibelius asistiría el 26 de marzo de 1929 a la boda una de las hijas de Jean y Aino, Margareta, con el músico Jussi Blomstedt (más tarde vuelto rebautizado como Jussi Jalas). Para su propias nupcias la pareja, junto con otros músicos, tocaron el Andante festivo del padre en versión de doble cuarteto de cuerda.

Si el año de 1928 sólo nos legó una partitura terminada, el de 1929 en cambio fue un año mucho más productivo, de hecho el último gran año productivo de su carrera musical. En los primeros meses de su pluma salieron un cuaderno de piezas para piano, dos  álbumes para violín y piano, además de una pequeña suite para violín y orquesta de cuerda. Las obras, terminadas en abril, respondían exactamente a las sugerencias del editor Carl Fischer desde EE.UU. Estas obras en general a pesar de su aparte modestia no ofrecen nada de la ligereza de lo que cabría esperar de sus géneros, y muestran en cambio a un Sibelius que busca profundidad y nuevas y más modernas sonoridades, sin duda en convivencia con el trabajo de la sinfonía.

Quizá la partitura más destacada fueron los Cinco esbozos para piano opus 114, de paisajes panteísticos y toques impresionistas incluso. Este cuaderno tiene la peculiaridad de tener sus títulos en finés, una rareza entre sus publicaciones. Las Cuatro piezas opus 115 y las Tres piezas opus 116 para violín y piano marcan el canto del cisne para la formación con la que propio Sibelius se sumergió en el mundo de la composición en sus años jóvenes. Estas obras contienen pasajes melancólicos, trazos de virtuosismo, y lo místico conviviendo con lo mundano.

La Suite para violín y orquesta de cuerda JS.185 es una música algo más ligera y "fácil", con mayores ambiciones en lo técnico sin embargo. Como en el caso de las piezas para piano también contienen la rareza del idioma, pero en este caso los títulos están en inglés, sin duda como respuesta a su promoción en EE.UU. A pesar de este gesto y del alto nivel de todas estas composiciones, Fischer le comunica que no publicará las obras en América, porque no prevé mercado para ellas, justamente por su "alta calidad". Las piezas camerísticas se publicarán más tarde en otras editoriales, pero la suite, que inicialmente iba a contar con el número de opus 117 se guardará hasta mucho después de la muerte del compositor entre sus papeles con la siguiente anotación: "boceto. ¡Para ser reelaborado!". 

Dos coros se unen a la actividad musical de este año: una canción navideña para coro mixto con texto finés, "On lapsonen syntynyt" ("Un niño nos ha nacido") JS.142, para la Sociedad Evangélica Luterana de Finlandia, no especialmente destacada; y una nueva versión de la "Marcha de honor de los Hermanos Cantores de Viipuri", JS.220, con el mismo texto que musicara en 1920 pero distinta música. El propio coro estrenaría la nueva versión en la primavera del año siguiente.

Aparte de para la composición durante el año hubo momento para encuentros significativos. Olin Downes visitó de nuevo Ainola en mayo, quien encuentra al músico de un excelente humor, con plena confianza en la sinfonía: "Dios te bendiga, y que Él, o el Demonio, el o lo que produzca la buena música, bendiga la nueva obra — el gran Misterio, aquello que te guardas para ti mismo, aquello en lo que estás ocupado".

En octubre recibe el director inglés Basil Cameron, interesado en conocer las ideas interpretativas del propio autor de la música que anhelaba dirigir más y más veces. Además, le solicitaría en vano que visitara el Festival de Hastings al año siguiente. Otro ciudadano británico, el crítico escocés Cecil Gray conoció al maestro en diciembre, en Helsinki. Algo confundido al principio sobre quién era Gray, cuando la conversación progresaba saliendo el paso de la barrera idiomática, al parecer Sibelius exclamó: "pero sr. Gray, usted no es un periodista — ¡es un músico! ¿Por qué no lo dijo desde el principio?" A partir de ahí, y botella de whiskey de por medio, nacería una gran amistad. A Gray le fascinó el compositor, en particular un aspecto: en lugar de hablar de sus obras y sus logros, como solían hacer otros autores, era capaz de hablar, con sabiduría, de cualquier otro asunto sin tocar por modestia y timidez la naturaleza  de su trabajo.

Meses después un grandemente impactado Cecil Gray comenzó a escribir una biografía del compositor (publicada en 1931), que se convertiría en la más difundida internacionalmente de los primeros años del sibelianismo, cristalizando toda una imagen del autor de Ainola principalmente como sinfonista, alabando su estilo frente al modelo alemán.

Y no en vano en aquellos días nuestro músico se consagraba en su santo grial sinfónico, la Octava sinfonía, en cuya búsqueda se perdería gran parte de lo que fue Jean Sibelius.
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Capítulo siguiente (47): la despedida a Gallén-Kallela y el último viaje al extranjero (1930-1931)


lunes, 9 de febrero de 2015

Cuarta sinfonía en la menor opus 63 (1909-11): 9. Discografía (2)

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Orquesta Filarmónica de Helsinki

Paavo Berglund

EMI (1984)

Empezamos esta segunda serie de grabaciones de la Cuarta Sinfonía de nuevo con Berglund, en la menos impresionante de sus tres grabaciones de estudio de esta sinfonía, no por ello deja de ser una muy buena lectura, aunque con lastres por el enfoque que la distancian de la inmensidad sus compañeras.

El director finlandés nos ofrece una lectura meditativa, aletargada casi hasta lo onírico (una de las más lentas de la discografía), tenebrosa y muy pesimista, con solemnidad pero sin retóricas, grandiosa pero sin perder de vista la intimidad. Posee el sinfonismo más ampuloso de sus tres grabaciones, lo cual creemos que no la beneficia demasiado.

En el Tempo molto moderato expone todo esto de lo que hemos hablado con una especial languidez. El desarrollo tiene un toque siniestro incluso, de gran intensidad, y el final es sosegado, de aceptación de la tragedia. El Allegro molto vivace participa de la misma sensación, lo que le hace demasiado derrotista, y algo más flojo - quizá le hubiera convenido más de lo luctuoso del primer tiempo -. Sin duda el mejor movimiento es Il tempo largo, de delicado lirismo y de gran profundidad. La grabación entera parece destinada a glorificar este tiempo, con toques realmente mágicos, no sólo en la cuerda, sino también en los solos del viento, o el sonido majestuoso de metal y timbales en el último clímax, que se va acallando con los compases finales. El Allegro final, aunque lento, posee grandeza y de nuevo el terror que sentimos en el primer tiempo, y las buenas prestaciones instrumentales del tercero, un buen "colapso", para alcanzar el estupor y la total derrota en los últimos compases. Recomendable por sí sola, pero como decimos Berglund lo hizo mucho mejor.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 7  · Sonido: 7,5




Orquesta Sinfónica Nacional Danesa

Leif Segerstam         

CHANDOS (1991) - BRILLIANT (2008)



Otro de los grandes directores finlandeses que ha realizado varias integrales, Segerstam da en esta primera grabación una gran demostración de estilo y buen hacer, para hacer un registro que está por encima de su futura grabación en Helsinki y lo que es más, por encima de todo su ciclo para Chandos. Lejos de su habitual tono romántico - aunque como habitualmente tiende hacia la lentitud y a no separar lo necesario los timbres -, Segerstam aborda esta sinfonía con modernidad y dramatismo, otorgándola a veces cierto toque mahleriano, pero sin perder nunca la oscuridad sibeliana de vista. La orquesta además posee una gran prestancia en este registro (¿qué pasó en el resto de la integral?). 

Un primer movimiento de gran aliento, que comprende drama, lirismo melancólico y el desasosiego de lo inaprensible. Las cuerdas llegan a ser realmente gélidas, pero al tiempo terriblemente intensas, con momentos muy brillantes como los agudos violinísticos en el desarrollo. El scherzo, aunque no del todo ágil resulta especialmente dramático, siniestro incluso, con amplias y góticas sonoridades. El tercer movimiento es el que a priori mejor puede adecuarse al enfoque de Segerstam, y en efecto no defrauda, con una interpretación de gran aliento, rozando lo místico, llena de infinita tristeza y miradas a un cielo sin estrellas. Además de la cuerda, los solos de las maderas resultan especialmente colorísticos, con la redención final del metal. En cambio el final resulta el más flojo de la sinfonía, algo laxo y masivo, sobre todo en la última parte de la partitura, aunque la orquesta sigue siendo brillante, en especial los violines, con ráfagas y auras vertiginosas. El colapso resulta demasiado tumultuoso y grandilocuente, demasiado mahleriano en verdad. La velocidad de los últimos compases pertenecen a la imaginación del director, no a la partitura, que parece caminar hacia el abismo absoluto. En cualquier caso, globalmente una gran interpretación, muy recomendable, aunque como decíamos el ciclo no lo sea tanto, quizá sólo el precio de la edición de Brilliant pueda hacernos cambiar de opinión.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 7  · Sonido: 7


Orquesta Philharmonia

Vladimir Ashkenazy

DECCA (1981)



Ashkenazy nos ofrece una lectura pesimista y de huida ante lo inexorable, sin tremendismo pero obteniendo el clima más negativo posible de la pieza. La versión está bien dirigida, aunque a veces los trazos no son lo suficientemente refinados y las sonoridades más bien masivas, lo que perjudica a esta sinfonía de timbres tan singulares. Dos décadas más tarde nos ha dejado una versión mejor para Exton.

El movimiento inicial comienza con una sensación terriblemente pesimista y lánguida, cultivando las polifonías de la cuerda con sumo cuidado, mientras que las fanfarrias suenan ya derrotadas y en anhelo de redención. Durante el desarrollo se sigue muy atento a la polifonía y esa sensibilidad pesimista y negra, que se va matizando durante la reexposición. Grandes prestaciones de los violoncellos. El segundo tiempo comienza con vacilación y una sonoridad quizá un poco plana, sin el necesario contraste. El director de origen ruso trabaja sobre todo los aspectos más macabros y hasta salvajes de este "scherzo", acercándolo en ocasiones al mundo mahleriano. El movimiento  lento explota de nuevo la atmósfera de indeterminación, que con un brillante manejo de la orquesta conduce hacia el gran tema, ahogado por las negras nubes que lo rodean. El Finale parece querer todas las inseguridades de todo lo anterior, y avanza con paso firme pero teñido del mismo pesimismo, que cuando llega el pasaje de "El cuervo" de nuevo lo inunda todo. La lucha entre estos dos aspectos domina el devenir musical, por desgracia no aprovechado tímbricamente. Sólo quizá en el "colapso", que Ashkenazy maneja con gran maestría. Los últimos compases son más afirmativos de lo esperado, lo que no deja de asombrar. En fin, una versión a tener en cuenta, aunque lejos de ser redonda.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 7  · Sonido: 7


Orquesta Sinfónica de Boston

Colin Davis

DECCA (1976) [existe alguna edición en PHILIPS]



El gran maestro aquí realiza una de sus mejores grabaciones de la música de Sibelius, llena de dignidad, bella oscuridad y gran espiritualidad. 

El Tempo molto moderato comienza su marcha con gran nobleza y tragedia llevada por dentro, con sonoridades cristalinas y un clima de gran soledad. El sonido punzante de los violines durante el desarrollo llega a ser verdaderamente electrizante. El director británico maneja a la perfección los distintos momentos dramáticos de la pieza. El Allegro molto vivace responde con la correcta agilidad y un clima de constante intranquilidad, sin brusquedades. Il tempo largo debuta con una sensación de absoluta desolación y ausencia, que se convierte en pesimista condescendencia al llegar el tema, que nos conduce de nuevo hacia una elevación espiritual de máxima intensidad, y termina con una sensación de supremo anhelo. El Allegro conclusivo se ve atravesado por algo de la paz que se había ganado en el tercer tiempo, y quizá resulte algo blando (a pesar de las equivocadas campanas tubulares), aunque no por ello carece de gran belleza y momentos dramáticos, en especial el magnífico "caos", un verdadero desplome de la psique, hasta llegar a los últimos compases, que parecen prolongar la agitación de toda la grabación. Muy buen registro, recomendable.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 7  · Sonido: 7


Orquesta Filarmónica de Berlín

Herbert von Karajan

DEUTSCHE GRAMMOPHON (1965)



La segunda grabación de Karajan (para el sello amarillo) ha sido una de las grabaciones, junto a la de Maazel, más difundidas. Pero al contrario que la grabación con los vieneses, este registro sin duda hizo un gran servicio a la partitura. El maestro de Salzburgo nos deja una lectura monumental, muy emotiva, romántica - quizá algo masiva y tradicionalista - pero desde luego llena de intensidad, en especial en los tiempos impares. 

El primer movimiento acontece con gran tranquilidad, empleando un vibrato constante que le otorga más que su "bello son" marca de fábrica una turbación profunda a la expresión, que se vuelve terrorífico antes de la vuelta de las fanfarrias. Aunque el de Salzburgo deja reposar la emoción a las cuerdas, los metales tienen un toque especialmente noble. La expectación que deja la coda es máxima (¡lástima que en alguna de las ediciones el resto de la sinfonía esté en otro disco!). El segundo movimiento se muestra quizá algo más débil, falto de decisión (el toque final del timbal parece pedir disculpas), aunque los solos de la madera resultan vibrantes. El centro de gravedad del registro es el tercer movimiento, abordado con una seriedad y sentido de lo trascendental casi parsifaliano. El comienzo del tempo se impone con gran misterio y expectativa, y desemboca en el gran tema, que resuena como sacado de otro mundo. El final de este tiempo vuelve al misterio y a la expectación del principio, en un ejercicio propio del buen saber del director. El movimiento final vuelve a ser un poco falto de decisión, como afectado por el tiempo anterior. Tras el caos sin embargo todo se tiñe de tragedia, para finalizar la obra con una sensación de enorme tristeza. Recomendable, en especial para los que gusten más de la gran tradición centroeuropea de la dirección.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 6,5  · Sonido: 6,5


Orquesta de la Suiza romance (L'Orchestre de la Suisse Romande)

Ernest Ansermet

DECCA (1963, 2008)



El maestro suizo, de amplísimo repertorio, hizo hueco a la grabación de tres obras sibelianas, la Segunda y la Cuarta sinfonías, junto con Tapiola (las tres reeditadas en un mismo estuche hace unos años). Si la primera representa una elección habitual (traducible en una lectura más bien convencional), la de las otras dos obras sintoniza muy bien con un maestro tan atento a los conceptos estéticos del choque entre tradición y vanguardia, y desde luego no es casualidad que se fijara en esta obra.

Y en efecto, Ansermet da a la Cuarta un impulso amplio y moderno, además sonoridad muy rica, multicolor dentro de los tonos lúgubres que contiene la partitura, muy vivencial y con cierto porte aristocrático. 

En el tempo inicial notamos una especial fuerza telúrica, una tensión constante subrayada por las combinaciones inusuales de timbres y acentuada gracias a ritmos y disonancias, logrando un efecto turbador, todo con grandes solos. El scherzo es muy gesticulante, casi mussorgkyano, pero de manera alguna teatral, lo que le da un aspecto extraño e inquietante, propio de un relato de terror, pero siempre muy aristocrático. Sólo cabría esperar a la sección de cuerda algo menos masificada. La segunda parte parece  verdaderamente espectral, debilitada pero sosteniendo la tensión en su trasfondo. De igual manera comienza el tiempo lento, singularmente expectante, con excelentes intervenciones solistas, de nuevo muy colorísticas, como el del sobrenatural fagot. La primera aparición del tema pasa algo desapercibida, pero el pasaje siguiente, con un anhelante acompañamiento sincopado de la cuerda y los ansiosos oboes preparan el terreno a la magia del gran tema, poderoso y lleno de alma. El final del movimiento se llena de nuevo de esa tensión subyaciente, como una llama en medio de la soledad que se apaga lentamente. El finale en cambio contiene varias decepciones. Por una parte la lentitud excesiva. Por la otra el uso de campanas tubulares, que dan una sonoridad gruesa al movimiento, en general bastante masivo. A su favor está el hecho de la capacidad de mantener toda la tensión de movimientos anteriores, con elementos como el acompañamiento siniestramente regular de "El cuervo" perforando cualquier asomo de solución. La mala elección del tempo hace que el colapso pierda fuerza, y parezca más simple desorden que verdadero apocalipsis. Para en los compases postreros de la obra Ansermet calca las sensaciones del segundo, aunque en mayor profundidad, dando entidad al fantasma y al lamento de lo que ya no existe, y un unísono para sentenciar que no sentencia nada... Muy buen registro, singular desde luego, pero una excelente interpretación, bajo un punto de vista singular.

Interpretación: 7,5  · Estilo: 6,5  · Sonido: 6,5


Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig

Herbert Kegel

EDEL CLASSICS (1969,2001)



El maestro Kegel fue un gran defensor de grandes músicos del siglo XX (con aclamadas interpretaciones de Carl Orff, por ejemplo), y sorprende con esta única aproximación a la música de Sibelius, hecha con una visión muy vanguardista, anti-romántica incluso, que muestra la modernidad de la partitura por encima de lo estipulado por sus detractores. 

La lectura es magnífica, intensa, depresiva, negra, lenta, mística y grave, aunque la orquesta en ocasiones suene un poco desajustada (en especial las cuerdas, en un plano demasiado secundario para el ideal sibeliano).

El Tempo molto moderato es ascético, enormemente sobrio, casi escurialense en sus contornos rectos y cerebrales, a veces muy duros, en especial durante los sonidos ásperos e incluso violentos del desarrollo. La velocidad es pausada, con una regularidad buscada y casi hipnótica. El Allegro molto vivace tiene un recorrido muy sobrenatural, verdaderamente espectral, incidiendo en sus recovecos más impresionistas, aunque quizá los timbres masivos hagan perder el colorido sibeliano. Il tempo largo presenta una expresión muy contenida, sin que las apariciones del tema consigan atenuar la gran tristeza que lo rodea, en especial su tremendista aparición central, o los fatalistas últimos compases. El Allegro de cierre resulta un poco masivo, aunque efectivo en su capacidad dramática. Llamativas sonoridades de los metales le dan al conjunto una apariencia apocalíptica, aunque al final no nos espere ninguna redención...

Muy interesante. Recomendada, especialmente a los amantes de la modernidad de esta sinfonía en particular.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 6,5  · Sonido: 7


Real Orquesta Filarmónica

Thomas Beecham

BBC MUSIC (1955)



Beecham además de su pionera grabación, nos ha dejado varios registros de esta sinfonía, bien amada por él, procedentes de diferentes directos. En esta ocasión se trata de un monumental concierto desde el Royal Albert Hall que celebraba los 90 años del compositor, retrasmitido por la BBC (todo el doble disco es especialmente recomendable, incluyendo una Séptima "de regalo" procedente de otro evento, y el propio Beecham hablando de Sibelius durante 15 minutos, registro de unos días antes, por la emisora). Durante el evento el director fue condecorado por el embajador finlandés con la medalla de Comandante de Primera Clase de la Rosa Blanca de Finlandia, como reconocimiento a su enorme labor por la difusión de la música de del genio nórdico.

La interpretación se abre con un comienzo solemne, misterioso, que avanza inexorablemente hacia un claro entre las nubes que sólo desvela la tragedia, ante la cual el director británico ofrece una sensación que mezcla pesimismo y desesperanza. Muy atento al trabajo de los diferentes solistas, aunque las trompas sufren algún tropiezo. La sensación de expectación antes que de serenidad acompaña el final del movimiento. El segundo transcurre inicialmente rápido, muy tenso, transformándose sin sorpresas en una amenazante segunda parte, completamente cedida al pesimismo. El tercer movimiento debuta con una atmósfera aún más turbadora, trazando sensacionalmente los distintos y angustiosos intentos del gran tema de surgir sobre  sus ahogados gritos. A todo ello ayuda la urgencia del tempo, aunque quizá hubiera resultado mejor con menor velocidad. Los últimos compases resultan especialmente inquietantes. El movimiento final comienza con animado brío, y un correcto glockenspiel (nada de las campanas de la grabación de 1932), muy rico en lo tímbrico (dentro de lo que nos permite vislumbrar una grabación nada buena). La atmósfera inquietante prosigue a lo largo de tiempo, que deviene en el progresivo colapso de toda cordura. La coda de la sinfonía resulta desbastadora (llama la atención cómo el público conoce la obra hasta el punto que rompe a aplaudir tras el doble compás conclusivo). El propio compositor pudo seguir la retransmisión por la radio, y envió un telegrama personal de felicitación a Beecham: mejor opinión no puede tener este concierto.



Interpretación: 7,5  · Estilo: 7  · Sonido: 4 (mono)


Orquesta Sinfónica de Islandia

Petri Sakari

NAXOS (1997)



La modestia de esta grabación es inversamente proporcional a su calidad, y merece desde luego ponerse al mismo nivel que nombres mucho más grandes que el Petri Sakari. Y además a un precio muy bajo. 

El tiempo inicial se esboza con consideraciones muy atmosféricas, con un gran sensibilidad hacia la polifonía de la cuerda. La fanfarria no llega a ser amenazante, enlazando con la serenidad con la que se afrenta todo el segundo periodo, que parece dar un sentido de aceptación ante el drama. El drama se ha guardado para el desarrollo, en el Sakari acierta plenamente el sentido del "colapso" sibeliano, mientras que la reexposición se vuelve a llenar de calma y mucha espiritualidad. El segundo tiempo ofrece un gran contraste al explotar su ligereza y su dimensión scherzante, que torna poco a poco en una atmósfera de pesadilla. El tercer tiempo vuelve a tener un sentido más espiritual, aunque quizá le falta garra en algunos momentos, mezclados con otros sensacionales como los últimos compases. De nuevo un gran trabajo con las cuerdas. El finale comienza con un gran brío y fuerza, que se trasforma en agitación interna y tensión nerviosa, bien balanceada por los contrastes en la paleta orquestal. El director finés maneja muy adecuadamente los ritmos, y los pizzicati cobran el sentido que quiso plasmar el autor. De nuevo el colapso se dirige con corrección, dando lugar a un clima fantasmal y helador para cerrar la sinfonía, que deja al oyente con una lograda sensación de suspenso. Recomendable, y no sólo por razones de economía.



Interpretación: 7  · Estilo: 8  · Sonido: 6


Orquesta Sinfónica de Londres

Colin Davis

BMG CLASSICS / RCA RED SEAL (1994)



Dentro de la serie de grabaciones en vivo con la mítica Sinfónica de Londres, el músico británico ofrece una versión digna, aunque no superior a sus propios antecedentes discográficos.

Un comienzo lúgubre, distante, crea tensión hasta que llegan las amenazantes fanfarrias, dando un carácter muy dramático a la obra, atenazado por el segundo grupo de temas, donde el maestro inglés da un toque lírico y sereno. El desarrollo cumple sonoramente, mostrando un multicolor juego de timbres, manteniendo las auras y figuras de los violines sabiamente en su plano correspondiente y sin faltar a su tensión. En la reexposición las fanfarrias son de nuevo muy amenazantes, y el segundo tema casi wagneriano. El movimiento avanza con un consolador sosiego, aunque los últimos compases contienen un elemento turbador. El Allegro molto vivace acierta plenamente en su carácter, con un pasaje de la cuerda tenso e inquieto. El solista del oboe realiza una lección magistral. El apéndice apuesta por una lectura tremendista, sin embargo parece que Davis no logra el efecto buscado, aunque de nuevo la orquesta suena espléndida. Il tempo largo se inicia algo mustio y frío, con un coral de trompas demasiado distante, aunque la cuerda logra efectos de gran belleza y melancolía. La primera aparición del gran tema suena también distante, pero noble. En cambio la segunda supone el culmen expresivo de la versión del músico británico, que mantiene esa grandeza y belleza hasta el final del movimiento. El comienzo del Allegro conclusivo suena en cambio un poco embotado y poco ágil, con alguna debilidad manifiesta en las trombas. La música consigue avanza algo mejor más adelante, apostando por un tempo nada rubato que logra el necesario efecto hipnótico, casi onírico y de pesadilla con el pasaje de "El cuervo". Después la orquesta suena algo masiva, con el añadido de unas campanas (que Davis alterna con el glockenspiel) desde luego más que ajenas... De nuevo el final resulta mucho mejor, con un colapso verdaderamente arrebatador y una progresiva y ejemplar cesión a lo inevitable, con unos acordes finales de la cuerda que se plasman no demasiado interrogativos, pero ciertamente expresivos. Buena versión, con sus cumbres y sus valles, que demuestran un gran amor del añorado director inglés por la partitura. Recientemente ha aparecido un estuche en serie muy económica, así que si van en busca de gangas sibelianas, esta es una.



Interpretación: 7  · Estilo: 7  · Sonido: 8 (directo)


Orquesta de Philadelphia

Leopold Stokowski   

Grabación del 23 de abril de 1932

Varias ediciones, incluyendo NAXOS (2013)



La primera grabación absoluta de la pieza es a su vez una versión muy personal, incluso demasiado, que se beneficia de una orquesta algo reducida (por la época de la Depresión, como explica el productor del registro de Naxos en las notas acompañantes) y del gran amor del director hacia la obra del finlandés. 

El primer movimiento mantiene un tempo algo acelerado, y busca sobre todo el dramatismo, explorando los contrastes, en ocasiones con cierta brusquedad, y el clima de terrible desasosiego, casi de pesadilla de Edgar Allan Poe. Aunque siempre con bellos oasis en medio de la desolación, el maestro americano pone por delante la inquietud y se toma ciertas libertades en el desarrollo de la partitura. El clima de alta extrañeza continúa en el segundo tiempo, con staccati que cortan la respiración y un clima muy enrarecido. Stokowski pone todo el fuego en el asador con el tiempo lento, bajo una expresividad condensada y feroz, sin estridencias pero sin treguas en la tragedia. Algo acelerado también, pero con momentos sublimes como el lirismo de la cuerda en el clímax y los excelentes contrastes tímbricos que lo siguen. El tiempo final lleva en cambio una velocidad más lenta de lo habitual, lo que se traduce en un carácter más aristocrático y más seguro de lo normativo. Tal como se nos indica en el folleto del disco de Naxos, las "Glocken" de la partitura de Sibelius son incorporadas salomónicamente por Stokowski, haciendo sonar primero el glockenspiel y después campanas tubulares (de sonido ciertamente exagerado) a la orquesta. El centro de la pieza de nuevo permite pasajes de negro lirismo, mientras que el colapso conduce inexorablemente a un apocalipsis auténticamente suicida y sin consuelo posible, con un final de movimiento entre los más pesimistas posibles. Una grabación extraña, turbadora, histórica en muchos sentidos. Y aunque ni interpretativamente ni estilísticamente pueda estar entre las mejores, desde luego posee un gran interés y un atractivo único.



Interpretación:  7 · Estilo:  6 · Sonido: 2,5 (mono, estado de conservación no óptimo de los discos originales) 


Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo

Sixten Ehrling

METRONOME (1953) - FINLANDIA RECORDS / WARNER MUSIC (1999)



Grabación histórica, una de las primeras de la pieza en el norte de Europa, con un enfoque más bien sereno y triste de la pieza, lejos de las tormentas de otros directores. 

El primer movimiento comienza su andadura con un tono lúgubre y monótono, sin sensación de movimiento, trabajando en cambio el colorido orquestal hasta una mayor luminosidad de las texturas, más ligeras según avanza la obra. Las fanfarrias llegan con sosiego y sin mucha tragedia, y hasta cierto toque chaikovskyano. Los pasajes en modo mayor explorar el carácter elegiaco de la obra, melancólico antes que desolador. El desarrollo ahonda en el estatismo del comienzo, cuidando la tímbrica pero eludiendo todo efectismo. La reexposición aporta una serena paz, sensación que se mantiene hasta el final del movimiento. El segundo ofrece un mayor contraste con su agitación interna bien recogida, si bien de nuevo Ehrling crea una atmósfera a ratos beatífica, manteniendo esa constante incluso en los momentos más turbadores. El comienzo del tercer movimiento es aliento contenido y contemplación de páramos desolados, con climas semejantes a los del primer tiempo, con especial cuidado por los timbres. Al llegar el tema de los cellos la música alcanza su clímax emocional, bastante contenida hasta ahora por el director sueco, dando un especial calor a la partitura, aunque no llega a la suficiente elevación espiritual. El final del fragmento torna de nuevo al estatismo, dejando preparado el camino hacia el último movimiento, que se plantea con gran elegancia y seguridad en sus primeros compases. La explosión de colorido (¡lástima de grabación antigua!) queda apaciguada con la sección "Cuervo", que nos devuelve al clima esencial con el que Ehrling se enfrenta a la pieza, mientras que ya el desarrollo plantea momentos más afirmativos y poderosos, dando finalmente rienda suelta al colapso y a la desolación absoluta, quizá no lo suficientemente lógica tras el resto de la interpretación. Los últimos compases son entonados con nobleza y más bien ajenos a la duda. Una interpretación a tener en cuenta por sí sola, aunque quizá el enfoque no ofrece todas las posibilidades expresivas de la partitura.



Interpretación: 7  · Estilo: 7  · Sonido: 3,5 (mono)


Orquesta Sinfónica de la Radio Finesa

Paavo Berglund

DECCA (1968) - FINLANDIA RECORDS (1980)



Cerramos esta parte de la discografía con una cuarta grabación del maestro Berglund, un raro registro (ausente también en algunas listas)., y el más temprano, realizado antes de su carrera británica e internacional; y es lógico que exhale Finlandia por los cuatro costados, aunque el nivel de la orquesta no sea tan el de sus grabaciones posteriores.  

El Tempo molto moderato es lánguido y sentido, con un pesimismo atronador y una oscuridad inquietante, mientras que el desarrollo se muestra mucho más agitado y trágico, y un final más apagado, todo muy correcto. El Allegro molto vivace apuesta por la línea más inquietante y sobrenatural, aunque le falte cierta garra con los momentos más intensos. El Il tempo largo es sumamente expresivo, con un sentimiento de abatimiento y un hondo pesar, y un pesimismo netamente finlandés. El gran clímax de las cuerdas se entona con una gran nobleza y elegancia, y unos últimos compases especialmente sosegados. El Allegro final es quizá el movimiento más débil, sin la fuerza ni la oscuridad necesarias, en exceso ligero. Una curiosidad la de este disco llena de buenas cualidades, sobre todo respecto a la manera finlandesa de tocar la sinfonía, pero superada en muchos otros aspectos, principalmente técnicos.



Interpretación:  7 · Estilo: 8,5   · Sonido: 6

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