viernes, 28 de agosto de 2009

Discografía histórica: las sinfonías por Vladimir Ashkenazy

Para quien les escribe, Vladimir Ashkenazy como director sibeliano ha sido un descubrimiento reciente. En el momento en que ese hallazgo se producía, se revelaba un gran director de orquesta que entiende muy bien a nuestro compositor. Pero un director algo desplazado en sus reseñas discográficas sibelianas. ¿Por qué?

Es difícil establecer la causa. Es posible que muchos melómanos hayan percibido alguna vez cierta animadversión de la crítica por Ashkenazy como director en general en contra de su faceta como pianista, que deja menos dudas. De alguna manera se ha incidido en el mito (o más bien prejuicio) de que un buen concertista de piano no puede llegar a ser un buen director. Algo que sencillamente cae por su propio peso: tenemos casos como el Barenboim que ha demostrado hace mucho ser aún más genial a la batuta que a las ochenta y ocho teclas.

No creemos que Ashkenazy tenga que demostrarlo tampoco. Algunas de sus interpretaciones de autores rusos del siglo XX como Rakhmaninov o Skryabin son antológicas. No podemos dudar de su valía como director, aunque no sea siempre genial. Quizá, en efecto, uno de sus males puede ser cierta inconstancia, no siempre sus grabaciones mantienen la misma altura.

Ése es precisamente lo que comentaremos en relación a Sibelius: registros de primer orden junto con "otros más del montón".

Vladimir Ashkenazy grabó a comienzos de la década de los 80, en sus comienzos como director una primera integral de las sinfonías de Jean Sibelius, que es de la que vamos a hablar. El registro se hizo con la Orquesta Philharmonia de Londres, y para su sello habitual, Decca. Además de las siete sinfonías, las grabaciones editadas fueron complementadas con otras obras orquestales de entre las más representativas.

El intérprete ruso se une en ese momento al comienzo de la revaloración de nuestro compositor que se estaba produciendo en esa época, lo cual no es casual. Aunque entraremos más en detalle, haremos algunas valoraciones previas. El Sibelius de Ashkenazy sabe conciliar el sentimiento romántico con una gran sensación de modernidad y originalidad en el aspecto puramente técnico: las sonoridades orquestales. No es ajeno tampoco a lo especial del sentimiento nórdico, con establece una especial simbiosis. Al final del presente post comentaremos una entrevista en la que el propio músico ruso señala el por qué de esta vivencia.

La edición original de Decca apareció en 6 discos de no muy extensa duración (una edición pensada todavía para discos de vinilo y microcasette). Esa edición está descatalogada por lo que no detallaremos las referencias completas, aunque es la que nos ha servido a nosotros para escuchar y analizar estas interpretaciones.

La Primera Sinfonía tiene muchos elementos para que a priori Ashkenazy pudiese volcarse en ella. Y así es, en efecto. La sinfonía más influenciada por los rusos (Chaikovsky y Borodin en concreto) se presta a la perfección al temperamento del director eslavo, que ahonda en su sentido trágico, solemne, pesimista... y sobre todo romántico. Romántico por encima de todo, pero sin caer en las sensiblerías ni "bellos sones". Una visión monumental y apasionada, casi "patética" en el sentido que Chaikovsky dio a su última sinfonía. Sin duda uno de los mejores registros de la discografía de la obra. Muy atentos a cierta exploraciones tímbricas, como las de los trombones en el trío de scherzo y el tema lírico del finale, arrebatador. Ashkenazy es sin duda uno de los grandes sibelianos, y lo demuestra desde el primer momento.

La Segunda es clara y lírica, sin excesos. Además el director ruso la dota de un especial sentido del misterio, muy característicamente en el movimiento lento. El final no cae nunca en la grandilocuencia, cosa que hay que agradecer. Si bien no podemos destacar esta grabación por encima de toda la discografía de este trabajo (la competencia incontestablemente es muy dura), sí está entre lo más brillante de la integral.

La Tercera es sana y alegre, dotada de un excelente sentido del ritmo. El director es capaz de hacer magia con los timbres del segundo movimiento.

La Cuarta Sinfonía, sin perder detalles de su especial sonoridad, es la interpretación más floja de la serie. Ashkenazy se queda un poco en la superficie, sin explotar su camerismo ni sus más profundas desolaciones y contradicciones. La Cuarta es una sinfonía demasiado personal y subjetiva, con la que el director no ha sintonizado.

La Quinta es solemne, intensa, dramática. Un absolutamente desolador solo de fagot en el primer tiempo, una buena transición a la reexposición/scherzo. El segundo tiempo es tranquilo y sereno, mientras que en el último se acentúan los pasajes más oscuros, dando como resulta una potente lucha entre luces y sombras, con una victoria quizá no demasiado nítida de la luz. Aunque la interpretación en sí es de altura, como decíamos respecto a su toma de la Segunda, la comparación con otros directores sí rebaja su valoración.

En la Sexta, sin entrar en su acervo ancestral ni en profundidad en las posibilidades de sus sonoridades mágicas, Ashkenazy nos brinda una excelente versión, ahondando en sus misterios, en su carácter críptico y elusivo. El final resulta apasionante en este sentido, sin perder un ápice de su dramatismo y heroísmo. Una de las joyas de la integral, doblemente valorable por ser precisamente, junto con la Tercera, la sinfonía que más se les "escapa" a los directores no finlandeses.

Portada de la edición original

La Séptima es vibrante, emocional, con un excelente sentido de los timbres sibelianos. Es especialmente llamativo como Ashkenazy maneja los bloques sonoros contrastantes, con un efecto casi puntillista del color orquestal. El director ruso sin darle transcendentalidad a la partitura sí la dota de una gran solemnidad y emocionada profundidad. Lo dicho en la Segunda y en la Quinta es válido para esta: las comparaciones son odiosas, y de nuevo este registro pierde ante otros.

Globalmente podíamos decir que Ashkenazy ha hecho un buen ciclo sinfónico, ha sido capaz de cabalgar por encima de estas partituras, tan magistrales como difíciles de abordar para un no especialista. El punto más bajo está en la Cuarta, seguidas por la Quinta y la Séptima. La Segunda es más interesante, la Tercera y la Sexta son de obligada referencia y la Primera es rotundamente una de las mejores grabaciones de la discografía sibeliana.

A continuación daremos también una reseña crítica de las obras que complementan a las sinfonías en los discos originales.

En saga presume aquí de un solemne y con efectivo espíritu de lo mítico. Una interpretación lírica y apasionada, aunque quizá un poco ausente de dramatismo. Resulta especialmente cuidado el anticlímax de la mitad de la pieza, con sus solos de violas y vientos, al que Ashkenazy dota de una especial (¿y eslava?) melancolía.

La Suite "Karelia" opus 11 es un registro de referencia, con inusitados toques melancólicos y heroicos, delicada sin perder belicosidad. La balada es sin duda una de las mejores de la historia del disco.

Para Finlandia, simplemente repetimos lo expuesto en la discografía recomendada de esta popular obra: "poderosa, dramática y contundente, llena de fervor y fuerza, un excelente equilibrio orquestal que sabe extraer buenos resultados de la instrumentación sibeliana en esta obra (estén atentos a la sonoridad gran caja en la repetición del himno)".

Luonnotar, el singular poema sinfónico con soprano solista, es aquí poderoso, oscuro y dramático, con gran protagonismo de las maderas, que lo hacen más "aéreo". Mientras, las cuerdas se muestran muy ágiles, antes agitadas que ligeras, añadiendo al conjunto un manto ideal. Söderstrom es una firme soprano dramática, que interpreta el poema sinfónico casi como una escena wagneriana. No pierde por ello ninguno de sus significados originales, es desde luego una posibilidad de la partitura (aunque nunca cayendo en la teatralidad absoluta). No obstante a la obra le da mejor brillo una soprano algo más ligera y de timbre más inocente.

Tapiola es sin duda magnífica, posiblemente lo mejor de estos discos y una de las mejores grabaciones de la obra. Mágica, esencialista, dramática, atmosférica y moderna.

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Es hora de dar una valoración global a estos discos, que creemos que en el caso de que exista un interés por ellos, deben adquirirse en su totalidad.

Philharmonia Orchestra
DECCA (1980-85)
Interpretación: 7,5 • Sonido: 7 • Estilo: 8 • Interés: 8 • Comentarios: 6


Portada del primero de los estuches

La integral fue relanzada en dos ocasiones en la propia casa. En 1998, en su serie Double Decker (referencias 455402 y 455405) los seis discos originales se comprimieron en dos estuches de doble CD.

En 2003 Decca lanzó una nueva recopilación en 5 discos en un solo estuche (código: 000121902) con las mismas grabaciones y otras más añadidas a precio bastante económico, anteriores y posteriores a las señaladas: el Concierto para Violín con Boris Belkin como solista, junto con las Serenatas opus 69 y las Dos piezas opus 77 con el mismo protagonista, además de la Romanza opus 42 y el Valse Triste. Como de momento no disponemos de esas grabaciones, no podremos comentar más.
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La "militancia" sibeliana de Ashkenazy no se queda en esas grabaciones. El pasado año una nueva integral apareció dentro del sello Exton en Super Audio CD. En este artículo (en inglés) se nos da cuenta de la dificultad para su adquisición, así como de la calidad (incluso mayor) que la que teníamos en la grabación de Decca. Esperemos que sea posible contar con ella en un futuro.

Pero incluso este interés por el autor por parte de Ashkenazy llegó más lejos del mundo fonográfico al comprometerse también en un documental de Chistopher Nupen para
Allegro Films, en el que dirige y toca al piano varios ejemplos y piezas musicales. Dividido en dos partes ("Los primeros años" y "Madurez y silencio"), el trabajo en sí es importante, aunque en su realización original (editada en 1985) aún no habían calado las revisiones musicológicas sobre Sibelius. Si alguien está interesado, está reeditado en DVD (2006), y es posible adquirirlo en diversos lugares de la red, incluyendo la propia página de la compañía. Con todo, hemos de avisar que no está doblado, aunque sí que tiene la opción de subtítulos en español.

No olvidemos tampoco al Ashkenazy pianista, que acompañó a Elisabeth Söderstrom y a Tom Krause en la integral de canciones (publicadas) también para Decca, que ya
comentamos en su momento
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Por último, nuestros lectores, siempre y cuando comprendan algo el inglés, pueden escuchar al propio Vladimir Ashkenazy hablando en una entrevista sobre Sibelius. En este video, el director señala sus afinidades con el autor, no sólo por lo circunstancial (su mujer es nórdica, islandesa exactamente) sino por una sintonía personal con su naturaleza. Señala con absoluta razón que es precisamente este fuerte carácter nórdico lo que puede crear esa afinidad con su música o un distanciamiento frente a ella. También menciona su interés por la música de piano del autor. En el final de la entrevista se mencionan otros temas, como su labor de director frente al de pianista.

Durante el breve video podemos oír a Ashkenazy dirigiendo la Séptima Sinfonía y Rakastava.


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Esperemos que con este post hayamos podido llamar la atención sobre este binomio Ashkenazy-Sibelius, una relación un tanto desplazada pero que sin duda ha sido de un primer orden en cuanto a sus resultados artísticos.

lunes, 17 de agosto de 2009

Armas Järnefelt (1869-1958)

Dentro de la etiqueta de "otros compositores" enmarcamos en este blog a diversos músicos que tuvieron una gran relación con Jean Sibelius, e influyeron sobre él en lo personal o en lo artístico (y/o Sibelius en ellos). Ya tuvimos la oportunidad de conocer el caso de Kajanus, enormemente ligado a nuestro compositor. Le ha llegado pues el turno de otro músico que ya hemos mencionado en varias ocasiones, su amigo, además de hermano de su mujer, Armas Järnefelt.

Si nuestro blog tiene como propósito la divulgación de aspectos pocos conocidos en nuestro ámbito lingüístico de Jean Sibelius, al tratar la figura de Armas Järnefelt abordamos un asunto más singular, ya que se trata de un autor poco conocido incluso en Finlandia y Suecia, países en los que se desarrolló si actividad musical. Según comenta Heikki Saari - en el folleto del disco de Sterling que comentamos en la discografía -, en el año 1996 era un músico pendiente de estudio, y aún no parece que se haya realizado. No existe un catálogo exhaustivo de sus composiciones, muchas de ellas permanecen inéditas en la Universidad de Helsinki. La mayoría de las composiciones están sin fechar, incluso algunas de las mejor conocidas. Ni siquiera se dispone de gran parte de su agenda como director, faceta en la que Armas Järnfelt destacó por encima de la composición... Aunque sin duda, dada la diligencia académica de Finlandia, esa situación cambiará en un futuro próximo, de momento sólo unas pocas informaciones podemos aportar sobre este gran director y buen compositor del país de los mil lagos.

Fotografía (1895/1905)

Armas Järnefelt nació un 14 de agosto de 1869 (se cumplía pues hace unos días su 140 aniversario) en Viipuri, el actual Vyborg ruso, entonces parte de la "vieja Finlandia", Karelia.

Sus estudios transcurrieron al comienzo muy paralelos a los de Sibelius, recibiendo instrucción de Martin Wegelius. Durante los primeros meses en el Instituto de Música de Helsinki se estableció una fuerte amistad con el futuro compositor de Kullervo, gracias a la cual Sibelius entró en contacto con la familia Järnefelt. Los Järnefelt fueron una muy influyente familia en el terreno cultural y en la sociedad, por su especial militancia en el movimiento fennoman. Armas estaba destinado a convertirse como sus hermanos en una gran figura artística, musical en este caso.

En el Instituto de Wegelius recibió también clases de piano por parte de nada menos que de Busoni. Junto con el músico italo-alemán, Sibelius, Eero Järnefelt (su hermano pintor), y el novelista y dramaturgo Adolf Paul formaría el grupo de los "leskovitas", un círculo artístico a la vez que un grupo de amigos amantes de la vida nocturna de Helsinki.

También como Sibelius, al finalizar su instrucción en Finlandia emprende unos meses de estudio formal (1890) con Albert Becker, mientras sigue pendiente del amor secreto que existía entre su amigo Jean y su hermana Aino que, finalmente se casarían en 1892.

Sin embargo, entre 1893 y 1894, se produce un elemento que separa el destino artístico de nuestros dos músicos: Armas elige a Jules Massenet para continuar su aprendizaje musical. Con el gran compositor francés, Järnefelt se acabaría inclinando hacia el mundo operístico, especialmente hacia el wagnerismo (que tanto Wegelius como el propio Massenet le inculcaron).

Los años siguientes transcurrieron por varios lugares de Alemania (Magdeburgo, Bresslau, Düsseldorf y otras), comenzado su carrera de director de orquesta, para la que estaba especialmente dotado, así como director operístico como asistente en ensayos. Allí se afianzó su wagnerismo y su compromiso con un romanticismo que estaba dando sus últimos frutos aquellos años.

En 1898 vuelve a Finlandia para ocuparse la Orquesta de los Amigos de la Música de Viipuri, donde se asienta su fama como director. En su localidad natal permanece hasta 1903, tras lo cual dirige como invitado las óperas de Helsinki y Estocolmo, donde cosecha grandes éxitos en la dirección de representaciones y conciertos. Durante el curso 1906-1907 incluso enseña en el Instituto de Música donde había estudiado, donde contó entre sus pupilos a Leevi Madetoja y Toivo Kuula (con los años muy importantes compositores)

En 1907 se asienta por un largo periodo en Suecia, convirtiéndose en uno de los directores de la Ópera Real de Estocolmo. En 1910 toma incluso la nacionalidad sueca, ganado un puesto como músico de la Corte. En 1923 es definitivamente el director oficial de la Ópera. En estos años en el país vecino sirvieron para divulgar la obra de su cuñado Sibelius, así como para el estreno sueco de obras tan importantes como la Octava Sinfonía y La Canción de la Tierra de Mahler, o los Gurrelieder de Schönberg.

Finalmente vuelve a su país natal, donde prosigue su exitosa e importante carrera como director. Entre 1932 y 1936 será el director de la Ópera Nacional Finlandesa, y en la temporada 1942-1943 director de la Orquesta Filarmónica de Helsinki. Las críticas locales alabaron sobre todo sus interpretaciones de Mozart y Wagner.

Armas Järnefelt dirigiendo, fotografía de 1951 (YLE)

Järnfelt escribió música ya desde su época de estudiante. Pero él se sintió antes director de orquesta que compositor. Dos hechos marcaron que la creación tuviese una motivación muy secundaria: por una parte su gran dedicación, vocacional y laboral a la orquesta. Por otra parte cierto "complejo Sibelius" que también pareció sufrir Kajanus. Armas Järnefelt se reconoció incapaz de competir o igualar al maestro, que ya en la última década del siglo XIX había ocupado el puesto, casi mesiánico, de "compositor nacional". El músico de Viipuri llegó a reconocer este efecto como auténticamente paralizante, "cuando uno constantemente dirige las obras de los grandes maestros se hace consciente de su propia insignificancia".

Según la crítica de un periódico sueco de la época "como compositor, Järnefelt posee una noble actitud e, incluso aunque no muestra una particular individualidad, sin embargo es altamente comprensivo a cuenta de su directa honestidad y refinada sensibilidad musical. Gusta de escribir música muy melódica y ha desarrollado plenamente el sentido de la belleza del sonido. La expresión volátil no es plato de su gusto: ama la belleza y la claridad".

Estamos pues ante un compositor dentro de la tradición romántica, sin aventuras vanguardistas. Mucha de su obra se puede además considerar como "nacionalista", tanto por la temática como por su inspiración en melodías folclóricas finlandeses, a un nivel mayor al que Sibelius se comprometió. La mayoría de su música vocal está escrita en finés, como corresponde a un artista fennoman.

Excepto en sus primeros y atrevidos años, Järnefelt no compondría obras de gran formato, más bien pequeñas piezas para orquesta (que introducía como complemento a sus conciertos) y otros medios más modestos. Uno de los campos en que los que más destacó fue el ámbito de la canción para voz y piano. La canción tenía un significado muy personal: sus dos mujeres (enviudó en una primera ocasión) eran cantantes líricas.

En la actualidad, como anunciamos al principio, poco del catálogo compositivo de Armas Järnefelt es interpretado con regularidad. Hay una notable excepción: dos pequeñas piezas para orquesta de cámara, su Berceuse y su Praeludium, muy habituales como bises en las orquestas finesas y muy populares en Finlandia y en su ámbito cercano, llegando a traspasar fronteras como "propinas". Una de ellas es curiosamente conocida en nuestro país: el Praeludium fue una exitosa "obra de la semana" en el programa de Radio Nacional de España "Clásicos Populares", un programa de audiencia (que publica además sus discos con un ingente número de copias vendidas).

Sin duda Järnefelt merece ser más recordado por otras obras aparte de esas dos, por otra parte deliciosas miniaturas. Muy especialmente, como ya hemos dicho, por sus canciones, directas, sencillas y francas, teñidas por la melancolía finlandesa.

Aquí podemos escuchar la famosa Berceuse en su versión orquestal, una grabación de intérpretes desconocidos pero de buena calidad:


Obras (lista parcial)

Orquesta
Ouverture lyrique (1890)
Korsholm, poema sinfónico (1894)
Fantasía sinfónica (1895)
Suite para pequeña orquesta (1899-1900) [primer tiempo: Praeludium]
Berceuse, para pequeña orquesta (1904) [original para violín y piano]
Koskenlasku [Disparando en los rápidos]
Aamulla varhain [De mañana, temprano]

Música para el cine
"Sången om den eldöda blomman" ["Canción de la flor carmesí"] (1919)


Música incidental
"Det förlovade landet" ["La tierra prometida"] (1907). Tres números extraídos como suite orquestal (1919)

Música de cámara
Berceuse, para violín y piano (antes de 1904) [transcrita para pequeña orquesta]

Música para piano

Canciones para voz y piano

Música coral a capella

Coro y orquesta
"Isänmaan kasvot" ["El rostro de la patria"] (1927)
"Päivänpoika" ["Hijo del día"] (E. Leino) (1939)
"Temppelinrakentajat" ["Los constructores del templo"] (1940)
"Åbo slott" ["El castillo de Åbo"]

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Existe una página finesa dedica al compositor todavía en construcción, si alguien tiene curiosidad y decide seguir su marcha es la siguiente:
http://www.armasjarnefelt.fi/


Discografía

La discografía del Praeludium y la Berceuse es numerosa, y no vamos entrar en detalle, tan sólo mencionares una relación de directores y sellos. Para el Praeludium tenemos a Eiji Oue para Reference, Berglund para Emi, Panula para Naxos, Erich Kunzel para Telarc... Para la Berceuse: Salonen para Sony, Panula para Naxos, Segerstam para Ondine... En España todavía es posible encontrar la grabación de Clásicos Populares del Praeludium, dirigida al efecto por Enrique García Asensio, en alguna de las muchas recopilaciones del programa de radio.

Nos extenderemos en los discos monográficos dedicados al compositor, de los que, al menos fuera de Finlandia, es posible encontrar tres. De ellos hablaremos a continuación.



Orquesta Sinfónica de Gävle
Hannu Koivula
SERLING CDS-1021-2 (1996)

Interpretación: 6 • Sonido: 6,5 • Estilo: 8 • Interés: 9 • Comentarios: 8

El sello sueco Sterling tiene una maravillosa serie dedicada a compositores suecos y finlandeses románticos (y postrománticos en realidad). Dentro de esa serie podemos encontrar el único disco dedicado en exclusiva a obras orquestales de Järnefelt, con un programa que comprende no sólo las piezas más populares (el Praeludium y la Berceuse), sino también obras de mucho mayor calado, que nos hacen admirar mucho más la calidad compositiva de este autor.

La Ouverture Lyrique de 1890 fue compuesta muy probablemente (no tenemos el dato exacto) entre el final de los estudios en la escuela de Wegelius y los efectuados bajo dirección de Becker, y ya muestran tanto su clara influencia germánica (a ratos incluso wagneriana), su gran sentido para la orquestación y su habilidad como compositor.

El poema sinfónico Korsholm es la más ambiciosa obra que conocemos del autor y también puede calificarse como la mejor de ellas. Obra de gran formato (17 minutos y medios en la grabación), heroica, solemne, conmemorativa, llena de sonidos grandilocuentes pero nunca vacíos. El programa de la pieza recuerda el lugar (Korsholm de hecho) donde los cruzados suecos desembarcaron, según la tradición, para cristianizar Finlandia. El poema sinfónico comienza con nítidas sonoridades folclóricas (la Finlandia primitiva), a la que suceden pasajes heroicos de clara ascendencia wagneriana (la lucha entre los paganos finlandeses y los cristianos suecos). Para finalizar se escucha una breve cita del coral de Lutero "Ein feste Burg ist unser Gott", símbolo del cristianismo (en especial del protestante).

La pieza es sin duda magnífica, y debería programarse y grabarse más frecuentemente. Una curiosa coincidencia la relaciona (de nuevo) con Sibelius: ambos autores presentaron partituras orquestales al Festival de Música y de la Canción de Vaasa de 1894. Järnefelt llevó la presente obra, mientras que Sibelius llevó su "Canción de primavera" opus 16. Armas Järnefelt fue el gran triunfador de la velada de aquel 21 de junio. La pieza de Sibelius sin duda es de una cualidad superior, pero es de una expresión más modesta y lírica, frente a la monumentalidad y patriotismo de Korsholm, que arrancó el aplauso inmediato del público. La obra continua siendo recordada por los aficionados y estudiosos finlandeses, si bien, como es de esperar por lo dicho, se interpreta mucho menos de lo que se merece.

El disco contiene además una suite de la música incidental "Det förlovade landet" ["La tierra prometida"], de argumento bíblico, y una selección de dos piezas para una música fílmica de 1919 ("Sången om den eldöda blomman" ["Canción de la flor carmesí"]), muda por tanto. Estas dos selecciones son una muestra del buen hacer de Järnefelt con el color orquestal y su inspiración claramente romántica, sin nostalgias pero sin ningún interés en lo que hacían las vanguardias.

(Información del sello discográfico)



Jorma Hynninen, barítono
Camilla Nylund, soprano
Ilkka Paananen, piano
ONDINE ODE 1029-2 (2003)

Interpretación: 8 • Sonido: 8 • Estilo: 9 • Interés: 10 • Comentarios: 8,5


Si hemos ensalzado mucho las virtudes de las obras orquestales de Järnefelt, mucho más tenemos que decir de sus bellísimas canciones. Como ya hemos señalado constituyen sin duda el punto álgido de la producción de Järnfelt. Aun cuando la mayor competencia profesional de este autor fue la orquesta, su gusto y su habilidad para la miniatura confluyeron para dar la máxima importancia a la canción íntima y romántica. Además sus mujeres eran dedicatarias de las partituras, que estrenaron en multitud de ocasiones, lo cual explica en parte la implicación en este género.

Sobre estas piezas hay que señalar en primer lugar que la mayor parte de los textos son fineses (frente al mayor número de canciones en sueco de Sibelius) por su educación finoparlante y su militancia en el movimiento fennoman, como ya habíamos anunciado. Y sin duda debido al idioma la mayoría de ellas están llenas de ecos del folclore, de los ritmos y entonaciones del finés hablado, con coloraciones modales y ritmos monótonos e hipnóticos.

Otras canciones se mueven hacia el mundo romántico, pero también es posible encontrar armonías más avanzadas, próximas a planteamientos impresionistas o expresionistas, sin perder nunca sin embargo la tonalidad asentada. Aunque la sencillez es siempre una premisa de estas obras, es posible encontrar canciones de mayor rango expresivo, cercano al mundo de la ópera, una forma de confirmar el wagnerismo del compositor - nunca escribió una obra de teatro lírico, sin embargo -.

El disco de Ondine nos ofrece una muy amplia selección de estas canciones, una auténtica maravilla interpretada por dos cantantes excepcionales del país nórdico, como son Jorma Hynninen y Camilla Nylund. El registro es impecable, un justo homenaje a la calidad de estas obras, tan poco difundidas hasta ahora.

(Información del sello discográfico)

Por todo lo que hemos señalado hasta ahora creemos que los aficionados a la música nórdica no deberían perderse estos dos estupendos discos, que además de hacerles descubrir un magnífico compositor puede ayudarnos a entender mejor el ámbito musical y cultural en el que se movió Sibelius.



"Laulajan koti. Kootut mieskuorolaulut" ("El hogar del cantor. Canciones completas para coro masculino a capella")
Akateeminen Mieskuoro Psaldo (Coro Académico Psaldo)
Heikki Saari
FINLANDIA 2564-60754-2 (2003)

Interpretación: 6 • Sonido: 6 • Estilo: 7 • Interés: 5 • Comentarios: 7

El tercer disco monográfico disponible está dedicado en exclusiva a sus coros masculinos. En primer lugar hay que señalar que los coros en general están muy lejos de la calidad de las obras orquestales y más aún de las canciones. Parece que Järnefelt no estuviera muy interesado en este género, por otra parte de enorme difusión en Finlandia y en los países nórdicos en general. Aunque aplica gran parte de los parámetros que hemos analizado respecto a las canciones, no llega a situarse a la misma altura, ni técnica ni expresivamente.

En cuanto al disco en sí parece que al coro tampoco le entusiasmaron mucho las partituras, y escaso partido les saca. Un disco no fácil de encontrar, no muy recomendable (por las obras, por la interpretación y por su escasa duración - 37 minutos-), salvo que se desee profundizar en nuestro poco conocido autor.


Existen además varias grabaciones de Järnefelt al piano (algunos de los primerísimos registros de canciones de Sibelius, por ejemplo, con su mujer Maiiki en la parte vocal) y dirigiendo, pero fuera de Finlandia es sumamente difícil encontrar estos discos.
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Esperemos que este apunte sobre este compositor les haya sido útil e instructivo. Un autor que sin ser genial puede resultar fascinante y cuya música es sin duda de gran valor para los que amamos la música que llegó del norte...