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Paavo Berglund
EMI (1984)
Empezamos esta
segunda serie de grabaciones de la Cuarta Sinfonía de nuevo con Berglund, en la
menos impresionante de sus tres grabaciones de estudio de esta sinfonía, no por
ello deja de ser una muy buena lectura, aunque con lastres por el enfoque que
la distancian de la inmensidad sus compañeras.
El director
finlandés nos ofrece una lectura meditativa, aletargada casi hasta lo onírico
(una de las más lentas de la discografía), tenebrosa y muy pesimista, con
solemnidad pero sin retóricas, grandiosa pero sin perder de vista la intimidad.
Posee el sinfonismo más ampuloso de sus tres grabaciones, lo cual creemos que
no la beneficia demasiado.
En el Tempo
molto moderato expone todo esto de lo que hemos hablado con una especial
languidez. El desarrollo tiene un toque siniestro incluso, de gran intensidad,
y el final es sosegado, de aceptación de la tragedia. El Allegro molto vivace participa
de la misma sensación, lo que le hace demasiado derrotista, y algo más flojo -
quizá le hubiera convenido más de lo luctuoso del primer tiempo -. Sin duda el
mejor movimiento es Il tempo largo, de delicado lirismo y de gran profundidad.
La grabación entera parece destinada a glorificar este tiempo, con toques
realmente mágicos, no sólo en la cuerda, sino también en los solos del viento,
o el sonido majestuoso de metal y timbales en el último clímax, que se va acallando
con los compases finales. El Allegro final, aunque lento, posee grandeza y de
nuevo el terror que sentimos en el primer tiempo, y las buenas prestaciones
instrumentales del tercero, un buen "colapso", para alcanzar el
estupor y la total derrota en los últimos compases. Recomendable por sí sola, pero
como decimos Berglund lo hizo mucho mejor.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 7 · Sonido: 7,5
Leif Segerstam
CHANDOS (1991) -
BRILLIANT (2008)
Otro de los
grandes directores finlandeses que ha realizado varias integrales, Segerstam da
en esta primera grabación una gran demostración de estilo y buen hacer, para
hacer un registro que está por encima de su futura grabación en Helsinki y lo
que es más, por encima de todo su ciclo para Chandos. Lejos de su habitual tono
romántico - aunque como habitualmente tiende hacia la lentitud y a no separar
lo necesario los timbres -, Segerstam aborda esta sinfonía con modernidad y dramatismo,
otorgándola a veces cierto toque mahleriano, pero sin perder nunca la oscuridad
sibeliana de vista. La orquesta además posee una gran prestancia en este
registro (¿qué pasó en el resto de la integral?).
Un primer
movimiento de gran aliento, que comprende drama, lirismo melancólico y el
desasosiego de lo inaprensible. Las cuerdas llegan a ser realmente gélidas,
pero al tiempo terriblemente intensas, con momentos muy brillantes como los
agudos violinísticos en el desarrollo. El scherzo, aunque no del todo ágil
resulta especialmente dramático, siniestro incluso, con amplias y góticas
sonoridades. El tercer movimiento es el que a priori mejor puede adecuarse al
enfoque de Segerstam, y en efecto no defrauda, con una interpretación de gran
aliento, rozando lo místico, llena de infinita tristeza y miradas a un cielo
sin estrellas. Además de la cuerda, los solos de las maderas resultan
especialmente colorísticos, con la redención final del metal. En cambio el
final resulta el más flojo de la sinfonía, algo laxo y masivo, sobre todo en la
última parte de la partitura, aunque la orquesta sigue siendo brillante, en
especial los violines, con ráfagas y auras vertiginosas. El colapso resulta
demasiado tumultuoso y grandilocuente, demasiado mahleriano en verdad. La
velocidad de los últimos compases pertenecen a la imaginación del director, no
a la partitura, que parece caminar hacia el abismo absoluto. En cualquier caso,
globalmente una gran interpretación, muy recomendable, aunque como decíamos el
ciclo no lo sea tanto, quizá sólo el precio de la edición de Brilliant pueda
hacernos cambiar de opinión.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 7 · Sonido: 7
Vladimir
Ashkenazy
DECCA (1981)
Ashkenazy nos
ofrece una lectura pesimista y de huida ante lo inexorable, sin tremendismo
pero obteniendo el clima más negativo posible de la pieza. La versión está bien
dirigida, aunque a veces los trazos no son lo suficientemente refinados y las
sonoridades más bien masivas, lo que perjudica a esta sinfonía de timbres tan
singulares. Dos décadas más tarde nos ha dejado una versión mejor para Exton.
El movimiento inicial
comienza con una sensación terriblemente pesimista y lánguida, cultivando las
polifonías de la cuerda con sumo cuidado, mientras que las fanfarrias suenan ya
derrotadas y en anhelo de redención. Durante el desarrollo se sigue muy atento
a la polifonía y esa sensibilidad pesimista y negra, que se va matizando
durante la reexposición. Grandes prestaciones de los violoncellos. El segundo tiempo
comienza con vacilación y una sonoridad quizá un poco plana, sin el necesario
contraste. El director de origen ruso trabaja sobre todo los aspectos más
macabros y hasta salvajes de este "scherzo", acercándolo en ocasiones
al mundo mahleriano. El movimiento lento
explota de nuevo la atmósfera de indeterminación, que con un brillante manejo
de la orquesta conduce hacia el gran tema, ahogado por las negras nubes que lo
rodean. El Finale parece querer todas las inseguridades de todo lo anterior, y
avanza con paso firme pero teñido del mismo pesimismo, que cuando llega el
pasaje de "El cuervo" de nuevo lo inunda todo. La lucha entre estos
dos aspectos domina el devenir musical, por desgracia no aprovechado
tímbricamente. Sólo quizá en el "colapso", que Ashkenazy maneja con
gran maestría. Los últimos compases son más afirmativos de lo esperado, lo que
no deja de asombrar. En fin, una versión a tener en cuenta, aunque lejos de ser
redonda.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 7 · Sonido: 7
Colin Davis
DECCA (1976)
[existe alguna edición en PHILIPS]
El gran maestro
aquí realiza una de sus mejores grabaciones de la música de Sibelius, llena de
dignidad, bella oscuridad y gran espiritualidad.
El Tempo molto
moderato comienza su marcha con gran nobleza y tragedia llevada por dentro, con
sonoridades cristalinas y un clima de gran soledad. El sonido punzante de los
violines durante el desarrollo llega a ser verdaderamente electrizante. El
director británico maneja a la perfección los distintos momentos dramáticos de
la pieza. El Allegro molto vivace responde con la correcta agilidad y un clima
de constante intranquilidad, sin brusquedades. Il tempo largo debuta con una
sensación de absoluta desolación y ausencia, que se convierte en pesimista condescendencia
al llegar el tema, que nos conduce de nuevo hacia una elevación espiritual de
máxima intensidad, y termina con una sensación de supremo anhelo. El Allegro conclusivo
se ve atravesado por algo de la paz que se había ganado en el tercer tiempo, y
quizá resulte algo blando (a pesar de las equivocadas campanas tubulares),
aunque no por ello carece de gran belleza y momentos dramáticos, en especial el
magnífico "caos", un verdadero desplome de la psique, hasta llegar a
los últimos compases, que parecen prolongar la agitación de toda la grabación.
Muy buen registro, recomendable.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 7 · Sonido: 7
Herbert von
Karajan
DEUTSCHE
GRAMMOPHON (1965)
La segunda
grabación de Karajan (para el sello amarillo) ha sido una de las grabaciones,
junto a la de Maazel, más difundidas. Pero al contrario que la grabación con
los vieneses, este registro sin duda hizo un gran servicio a la partitura. El
maestro de Salzburgo nos deja una lectura monumental, muy emotiva, romántica - quizá
algo masiva y tradicionalista - pero desde luego llena de intensidad, en
especial en los tiempos impares.
El primer movimiento acontece con gran tranquilidad, empleando un vibrato constante que le otorga más que su "bello son" marca de fábrica una turbación profunda a la expresión, que se vuelve terrorífico antes de la vuelta de las fanfarrias. Aunque el de Salzburgo deja reposar la emoción a las cuerdas, los metales tienen un toque especialmente noble. La expectación que deja la coda es máxima (¡lástima que en alguna de las ediciones el resto de la sinfonía esté en otro disco!). El segundo movimiento se muestra quizá algo más débil, falto de decisión (el toque final del timbal parece pedir disculpas), aunque los solos de la madera resultan vibrantes. El centro de gravedad del registro es el tercer movimiento, abordado con una seriedad y sentido de lo trascendental casi parsifaliano. El comienzo del tempo se impone con gran misterio y expectativa, y desemboca en el gran tema, que resuena como sacado de otro mundo. El final de este tiempo vuelve al misterio y a la expectación del principio, en un ejercicio propio del buen saber del director. El movimiento final vuelve a ser un poco falto de decisión, como afectado por el tiempo anterior. Tras el caos sin embargo todo se tiñe de tragedia, para finalizar la obra con una sensación de enorme tristeza. Recomendable, en especial para los que gusten más de la gran tradición centroeuropea de la dirección.
El primer movimiento acontece con gran tranquilidad, empleando un vibrato constante que le otorga más que su "bello son" marca de fábrica una turbación profunda a la expresión, que se vuelve terrorífico antes de la vuelta de las fanfarrias. Aunque el de Salzburgo deja reposar la emoción a las cuerdas, los metales tienen un toque especialmente noble. La expectación que deja la coda es máxima (¡lástima que en alguna de las ediciones el resto de la sinfonía esté en otro disco!). El segundo movimiento se muestra quizá algo más débil, falto de decisión (el toque final del timbal parece pedir disculpas), aunque los solos de la madera resultan vibrantes. El centro de gravedad del registro es el tercer movimiento, abordado con una seriedad y sentido de lo trascendental casi parsifaliano. El comienzo del tempo se impone con gran misterio y expectativa, y desemboca en el gran tema, que resuena como sacado de otro mundo. El final de este tiempo vuelve al misterio y a la expectación del principio, en un ejercicio propio del buen saber del director. El movimiento final vuelve a ser un poco falto de decisión, como afectado por el tiempo anterior. Tras el caos sin embargo todo se tiñe de tragedia, para finalizar la obra con una sensación de enorme tristeza. Recomendable, en especial para los que gusten más de la gran tradición centroeuropea de la dirección.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 6,5 · Sonido: 6,5
Ernest Ansermet
DECCA (1963,
2008)
El maestro
suizo, de amplísimo repertorio, hizo hueco a la grabación de tres obras
sibelianas, la Segunda y la Cuarta sinfonías, junto con Tapiola (las tres
reeditadas en un mismo estuche hace unos años). Si la primera representa una
elección habitual (traducible en una lectura más bien convencional), la de las
otras dos obras sintoniza muy bien con un maestro tan atento a los conceptos
estéticos del choque entre tradición y vanguardia, y desde luego no es
casualidad que se fijara en esta obra.
Y en efecto, Ansermet
da a la Cuarta un impulso amplio y moderno, además sonoridad muy rica,
multicolor dentro de los tonos lúgubres que contiene la partitura, muy
vivencial y con cierto porte aristocrático.
En el tempo
inicial notamos una especial fuerza telúrica, una tensión constante subrayada
por las combinaciones inusuales de timbres y acentuada gracias a ritmos y
disonancias, logrando un efecto turbador, todo con grandes solos. El scherzo es
muy gesticulante, casi mussorgkyano, pero de manera alguna teatral, lo que le
da un aspecto extraño e inquietante, propio de un relato de terror, pero
siempre muy aristocrático. Sólo cabría esperar a la sección de cuerda algo
menos masificada. La segunda parte parece
verdaderamente espectral, debilitada pero sosteniendo la tensión en su
trasfondo. De igual manera comienza el tiempo lento, singularmente expectante,
con excelentes intervenciones solistas, de nuevo muy colorísticas, como el del
sobrenatural fagot. La primera aparición del tema pasa algo desapercibida, pero
el pasaje siguiente, con un anhelante acompañamiento sincopado de la cuerda y
los ansiosos oboes preparan el terreno a la magia del gran tema, poderoso y
lleno de alma. El final del movimiento se llena de nuevo de esa tensión
subyaciente, como una llama en medio de la soledad que se apaga lentamente. El
finale en cambio contiene varias decepciones. Por una parte la lentitud
excesiva. Por la otra el uso de campanas tubulares, que dan una sonoridad gruesa
al movimiento, en general bastante masivo. A su favor está el hecho de la
capacidad de mantener toda la tensión de movimientos anteriores, con elementos
como el acompañamiento siniestramente regular de "El cuervo"
perforando cualquier asomo de solución. La mala elección del tempo hace que el
colapso pierda fuerza, y parezca más simple desorden que verdadero apocalipsis.
Para en los compases postreros de la obra Ansermet calca las sensaciones del
segundo, aunque en mayor profundidad, dando entidad al fantasma y al lamento de
lo que ya no existe, y un unísono para sentenciar que no sentencia nada... Muy
buen registro, singular desde luego, pero una excelente interpretación, bajo un
punto de vista singular.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 6,5 · Sonido: 6,5
Herbert Kegel
EDEL CLASSICS
(1969,2001)
El maestro Kegel
fue un gran defensor de grandes músicos del siglo XX (con aclamadas
interpretaciones de Carl Orff, por ejemplo), y sorprende con esta única
aproximación a la música de Sibelius, hecha con una visión muy vanguardista,
anti-romántica incluso, que muestra la modernidad de la partitura por encima de
lo estipulado por sus detractores.
La lectura es
magnífica, intensa, depresiva, negra, lenta, mística y grave, aunque la
orquesta en ocasiones suene un poco desajustada (en especial las cuerdas, en un
plano demasiado secundario para el ideal sibeliano).
El Tempo molto
moderato es ascético, enormemente sobrio, casi escurialense en sus contornos
rectos y cerebrales, a veces muy duros, en especial durante los sonidos ásperos
e incluso violentos del desarrollo. La velocidad es pausada, con una
regularidad buscada y casi hipnótica. El Allegro molto vivace tiene un
recorrido muy sobrenatural, verdaderamente espectral, incidiendo en sus
recovecos más impresionistas, aunque quizá los timbres masivos hagan perder el
colorido sibeliano. Il tempo largo presenta una expresión muy contenida, sin
que las apariciones del tema consigan atenuar la gran tristeza que lo rodea, en
especial su tremendista aparición central, o los fatalistas últimos compases.
El Allegro de cierre resulta un poco masivo, aunque efectivo en su capacidad
dramática. Llamativas sonoridades de los metales le dan al conjunto una
apariencia apocalíptica, aunque al final no nos espere ninguna redención...
Muy interesante.
Recomendada, especialmente a los amantes de la modernidad de esta sinfonía en
particular.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 6,5 · Sonido: 7
Thomas Beecham
BBC MUSIC (1955)
Beecham además
de su pionera grabación, nos ha dejado varios registros de esta sinfonía, bien
amada por él, procedentes de diferentes directos. En esta ocasión se trata de
un monumental concierto desde el Royal Albert Hall que celebraba los 90 años
del compositor, retrasmitido por la BBC (todo el doble disco es especialmente
recomendable, incluyendo una Séptima "de regalo" procedente de otro
evento, y el propio Beecham hablando de Sibelius durante 15 minutos, registro
de unos días antes, por la emisora). Durante el evento el director fue
condecorado por el embajador finlandés con la medalla de Comandante de Primera
Clase de la Rosa Blanca de Finlandia, como reconocimiento a su enorme labor por
la difusión de la música de del genio nórdico.
La
interpretación se abre con un comienzo solemne, misterioso, que avanza
inexorablemente hacia un claro entre las nubes que sólo desvela la tragedia,
ante la cual el director británico ofrece una sensación que mezcla pesimismo y
desesperanza. Muy atento al trabajo de los diferentes solistas, aunque las
trompas sufren algún tropiezo. La sensación de expectación antes que de
serenidad acompaña el final del movimiento. El segundo transcurre inicialmente
rápido, muy tenso, transformándose sin sorpresas en una amenazante segunda
parte, completamente cedida al pesimismo. El tercer movimiento debuta con una
atmósfera aún más turbadora, trazando sensacionalmente los distintos y
angustiosos intentos del gran tema de surgir sobre sus ahogados gritos. A todo ello ayuda la
urgencia del tempo, aunque quizá hubiera resultado mejor con menor velocidad.
Los últimos compases resultan especialmente inquietantes. El movimiento final
comienza con animado brío, y un correcto glockenspiel (nada de las campanas de
la grabación de 1932), muy rico en lo tímbrico (dentro de lo que nos permite
vislumbrar una grabación nada buena). La atmósfera inquietante prosigue a lo
largo de tiempo, que deviene en el progresivo colapso de toda cordura. La coda
de la sinfonía resulta desbastadora (llama la atención cómo el público conoce
la obra hasta el punto que rompe a aplaudir tras el doble compás conclusivo).
El propio compositor pudo seguir la retransmisión por la radio, y envió un
telegrama personal de felicitación a Beecham: mejor opinión no puede tener este
concierto.
Interpretación:
7,5 · Estilo: 7 · Sonido: 4 (mono)
Petri Sakari
NAXOS (1997)
La modestia de
esta grabación es inversamente proporcional a su calidad, y merece desde luego
ponerse al mismo nivel que nombres mucho más grandes que el Petri Sakari. Y
además a un precio muy bajo.
El tiempo
inicial se esboza con consideraciones muy atmosféricas, con un gran
sensibilidad hacia la polifonía de la cuerda. La fanfarria no llega a ser
amenazante, enlazando con la serenidad con la que se afrenta todo el segundo
periodo, que parece dar un sentido de aceptación ante el drama. El drama se ha
guardado para el desarrollo, en el Sakari acierta plenamente el sentido del
"colapso" sibeliano, mientras que la reexposición se vuelve a llenar
de calma y mucha espiritualidad. El segundo tiempo ofrece un gran contraste al explotar
su ligereza y su dimensión scherzante, que torna poco a poco en una atmósfera
de pesadilla. El tercer tiempo vuelve a tener un sentido más espiritual, aunque
quizá le falta garra en algunos momentos, mezclados con otros sensacionales
como los últimos compases. De nuevo un gran trabajo con las cuerdas. El finale
comienza con un gran brío y fuerza, que se trasforma en agitación interna y
tensión nerviosa, bien balanceada por los contrastes en la paleta orquestal. El
director finés maneja muy adecuadamente los ritmos, y los pizzicati cobran el
sentido que quiso plasmar el autor. De nuevo el colapso se dirige con
corrección, dando lugar a un clima fantasmal y helador para cerrar la sinfonía,
que deja al oyente con una lograda sensación de suspenso. Recomendable, y no
sólo por razones de economía.
Interpretación:
7 · Estilo: 8 · Sonido: 6
Colin Davis
BMG CLASSICS /
RCA RED SEAL (1994)
Dentro de la
serie de grabaciones en vivo con la mítica Sinfónica de Londres, el músico
británico ofrece una versión digna, aunque no superior a sus propios
antecedentes discográficos.
Un comienzo
lúgubre, distante, crea tensión hasta que llegan las amenazantes fanfarrias,
dando un carácter muy dramático a la obra, atenazado por el segundo grupo de
temas, donde el maestro inglés da un toque lírico y sereno. El desarrollo
cumple sonoramente, mostrando un multicolor juego de timbres, manteniendo las
auras y figuras de los violines sabiamente en su plano correspondiente y sin
faltar a su tensión. En la reexposición las fanfarrias son de nuevo muy
amenazantes, y el segundo tema casi wagneriano. El movimiento avanza con un
consolador sosiego, aunque los últimos compases contienen un elemento turbador.
El Allegro molto vivace acierta plenamente en su carácter, con un pasaje de la
cuerda tenso e inquieto. El solista del oboe realiza una lección magistral. El
apéndice apuesta por una lectura tremendista, sin embargo parece que Davis no
logra el efecto buscado, aunque de nuevo la orquesta suena espléndida. Il tempo
largo se inicia algo mustio y frío, con un coral de trompas demasiado distante,
aunque la cuerda logra efectos de gran belleza y melancolía. La primera
aparición del gran tema suena también distante, pero noble. En cambio la
segunda supone el culmen expresivo de la versión del músico británico, que
mantiene esa grandeza y belleza hasta el final del movimiento. El comienzo del Allegro
conclusivo suena en cambio un poco embotado y poco ágil, con alguna debilidad
manifiesta en las trombas. La música consigue avanza algo mejor más adelante,
apostando por un tempo nada rubato que logra el necesario efecto hipnótico,
casi onírico y de pesadilla con el pasaje de "El cuervo". Después la
orquesta suena algo masiva, con el añadido de unas campanas (que Davis alterna
con el glockenspiel) desde luego más que ajenas... De nuevo el final resulta
mucho mejor, con un colapso verdaderamente arrebatador y una progresiva y ejemplar
cesión a lo inevitable, con unos acordes finales de la cuerda que se plasman no
demasiado interrogativos, pero ciertamente expresivos. Buena versión, con sus
cumbres y sus valles, que demuestran un gran amor del añorado director inglés
por la partitura. Recientemente ha aparecido un estuche en serie muy económica, así que si van en busca de gangas sibelianas, esta es una.
Interpretación:
7 · Estilo: 7 · Sonido: 8 (directo)
Leopold
Stokowski
Grabación del 23
de abril de 1932
Varias
ediciones, incluyendo NAXOS (2013)
La primera
grabación absoluta de la pieza es a su vez una versión muy personal, incluso
demasiado, que se beneficia de una orquesta algo reducida (por la época de la
Depresión, como explica el productor del registro de Naxos en las notas
acompañantes) y del gran amor del director hacia la obra del finlandés.
El primer movimiento mantiene un tempo algo acelerado, y busca sobre todo el dramatismo, explorando los contrastes, en ocasiones con cierta brusquedad, y el clima de terrible desasosiego, casi de pesadilla de Edgar Allan Poe. Aunque siempre con bellos oasis en medio de la desolación, el maestro americano pone por delante la inquietud y se toma ciertas libertades en el desarrollo de la partitura. El clima de alta extrañeza continúa en el segundo tiempo, con staccati que cortan la respiración y un clima muy enrarecido. Stokowski pone todo el fuego en el asador con el tiempo lento, bajo una expresividad condensada y feroz, sin estridencias pero sin treguas en la tragedia. Algo acelerado también, pero con momentos sublimes como el lirismo de la cuerda en el clímax y los excelentes contrastes tímbricos que lo siguen. El tiempo final lleva en cambio una velocidad más lenta de lo habitual, lo que se traduce en un carácter más aristocrático y más seguro de lo normativo. Tal como se nos indica en el folleto del disco de Naxos, las "Glocken" de la partitura de Sibelius son incorporadas salomónicamente por Stokowski, haciendo sonar primero el glockenspiel y después campanas tubulares (de sonido ciertamente exagerado) a la orquesta. El centro de la pieza de nuevo permite pasajes de negro lirismo, mientras que el colapso conduce inexorablemente a un apocalipsis auténticamente suicida y sin consuelo posible, con un final de movimiento entre los más pesimistas posibles. Una grabación extraña, turbadora, histórica en muchos sentidos. Y aunque ni interpretativamente ni estilísticamente pueda estar entre las mejores, desde luego posee un gran interés y un atractivo único.
El primer movimiento mantiene un tempo algo acelerado, y busca sobre todo el dramatismo, explorando los contrastes, en ocasiones con cierta brusquedad, y el clima de terrible desasosiego, casi de pesadilla de Edgar Allan Poe. Aunque siempre con bellos oasis en medio de la desolación, el maestro americano pone por delante la inquietud y se toma ciertas libertades en el desarrollo de la partitura. El clima de alta extrañeza continúa en el segundo tiempo, con staccati que cortan la respiración y un clima muy enrarecido. Stokowski pone todo el fuego en el asador con el tiempo lento, bajo una expresividad condensada y feroz, sin estridencias pero sin treguas en la tragedia. Algo acelerado también, pero con momentos sublimes como el lirismo de la cuerda en el clímax y los excelentes contrastes tímbricos que lo siguen. El tiempo final lleva en cambio una velocidad más lenta de lo habitual, lo que se traduce en un carácter más aristocrático y más seguro de lo normativo. Tal como se nos indica en el folleto del disco de Naxos, las "Glocken" de la partitura de Sibelius son incorporadas salomónicamente por Stokowski, haciendo sonar primero el glockenspiel y después campanas tubulares (de sonido ciertamente exagerado) a la orquesta. El centro de la pieza de nuevo permite pasajes de negro lirismo, mientras que el colapso conduce inexorablemente a un apocalipsis auténticamente suicida y sin consuelo posible, con un final de movimiento entre los más pesimistas posibles. Una grabación extraña, turbadora, histórica en muchos sentidos. Y aunque ni interpretativamente ni estilísticamente pueda estar entre las mejores, desde luego posee un gran interés y un atractivo único.
Interpretación: 7 · Estilo:
6 · Sonido: 2,5 (mono, estado de conservación no óptimo de los discos
originales)
Sixten Ehrling
METRONOME (1953)
- FINLANDIA RECORDS / WARNER MUSIC (1999)
Grabación
histórica, una de las primeras de la pieza en el norte de Europa, con un
enfoque más bien sereno y triste de la pieza, lejos de las tormentas de otros
directores.
El primer movimiento comienza su andadura con un tono lúgubre y monótono, sin sensación de movimiento, trabajando en cambio el colorido orquestal hasta una mayor luminosidad de las texturas, más ligeras según avanza la obra. Las fanfarrias llegan con sosiego y sin mucha tragedia, y hasta cierto toque chaikovskyano. Los pasajes en modo mayor explorar el carácter elegiaco de la obra, melancólico antes que desolador. El desarrollo ahonda en el estatismo del comienzo, cuidando la tímbrica pero eludiendo todo efectismo. La reexposición aporta una serena paz, sensación que se mantiene hasta el final del movimiento. El segundo ofrece un mayor contraste con su agitación interna bien recogida, si bien de nuevo Ehrling crea una atmósfera a ratos beatífica, manteniendo esa constante incluso en los momentos más turbadores. El comienzo del tercer movimiento es aliento contenido y contemplación de páramos desolados, con climas semejantes a los del primer tiempo, con especial cuidado por los timbres. Al llegar el tema de los cellos la música alcanza su clímax emocional, bastante contenida hasta ahora por el director sueco, dando un especial calor a la partitura, aunque no llega a la suficiente elevación espiritual. El final del fragmento torna de nuevo al estatismo, dejando preparado el camino hacia el último movimiento, que se plantea con gran elegancia y seguridad en sus primeros compases. La explosión de colorido (¡lástima de grabación antigua!) queda apaciguada con la sección "Cuervo", que nos devuelve al clima esencial con el que Ehrling se enfrenta a la pieza, mientras que ya el desarrollo plantea momentos más afirmativos y poderosos, dando finalmente rienda suelta al colapso y a la desolación absoluta, quizá no lo suficientemente lógica tras el resto de la interpretación. Los últimos compases son entonados con nobleza y más bien ajenos a la duda. Una interpretación a tener en cuenta por sí sola, aunque quizá el enfoque no ofrece todas las posibilidades expresivas de la partitura.
El primer movimiento comienza su andadura con un tono lúgubre y monótono, sin sensación de movimiento, trabajando en cambio el colorido orquestal hasta una mayor luminosidad de las texturas, más ligeras según avanza la obra. Las fanfarrias llegan con sosiego y sin mucha tragedia, y hasta cierto toque chaikovskyano. Los pasajes en modo mayor explorar el carácter elegiaco de la obra, melancólico antes que desolador. El desarrollo ahonda en el estatismo del comienzo, cuidando la tímbrica pero eludiendo todo efectismo. La reexposición aporta una serena paz, sensación que se mantiene hasta el final del movimiento. El segundo ofrece un mayor contraste con su agitación interna bien recogida, si bien de nuevo Ehrling crea una atmósfera a ratos beatífica, manteniendo esa constante incluso en los momentos más turbadores. El comienzo del tercer movimiento es aliento contenido y contemplación de páramos desolados, con climas semejantes a los del primer tiempo, con especial cuidado por los timbres. Al llegar el tema de los cellos la música alcanza su clímax emocional, bastante contenida hasta ahora por el director sueco, dando un especial calor a la partitura, aunque no llega a la suficiente elevación espiritual. El final del fragmento torna de nuevo al estatismo, dejando preparado el camino hacia el último movimiento, que se plantea con gran elegancia y seguridad en sus primeros compases. La explosión de colorido (¡lástima de grabación antigua!) queda apaciguada con la sección "Cuervo", que nos devuelve al clima esencial con el que Ehrling se enfrenta a la pieza, mientras que ya el desarrollo plantea momentos más afirmativos y poderosos, dando finalmente rienda suelta al colapso y a la desolación absoluta, quizá no lo suficientemente lógica tras el resto de la interpretación. Los últimos compases son entonados con nobleza y más bien ajenos a la duda. Una interpretación a tener en cuenta por sí sola, aunque quizá el enfoque no ofrece todas las posibilidades expresivas de la partitura.
Interpretación:
7 · Estilo: 7 · Sonido: 3,5 (mono)
Paavo Berglund
DECCA (1968) -
FINLANDIA RECORDS (1980)
Cerramos esta
parte de la discografía con una cuarta grabación del maestro Berglund, un raro
registro (ausente también en algunas listas)., y el más temprano, realizado
antes de su carrera británica e internacional; y es lógico que exhale Finlandia
por los cuatro costados, aunque el nivel de la orquesta no sea tan el de sus
grabaciones posteriores.
El Tempo molto moderato es lánguido y sentido, con un pesimismo atronador y una oscuridad inquietante, mientras que el desarrollo se muestra mucho más agitado y trágico, y un final más apagado, todo muy correcto. El Allegro molto vivace apuesta por la línea más inquietante y sobrenatural, aunque le falte cierta garra con los momentos más intensos. El Il tempo largo es sumamente expresivo, con un sentimiento de abatimiento y un hondo pesar, y un pesimismo netamente finlandés. El gran clímax de las cuerdas se entona con una gran nobleza y elegancia, y unos últimos compases especialmente sosegados. El Allegro final es quizá el movimiento más débil, sin la fuerza ni la oscuridad necesarias, en exceso ligero. Una curiosidad la de este disco llena de buenas cualidades, sobre todo respecto a la manera finlandesa de tocar la sinfonía, pero superada en muchos otros aspectos, principalmente técnicos.
El Tempo molto moderato es lánguido y sentido, con un pesimismo atronador y una oscuridad inquietante, mientras que el desarrollo se muestra mucho más agitado y trágico, y un final más apagado, todo muy correcto. El Allegro molto vivace apuesta por la línea más inquietante y sobrenatural, aunque le falte cierta garra con los momentos más intensos. El Il tempo largo es sumamente expresivo, con un sentimiento de abatimiento y un hondo pesar, y un pesimismo netamente finlandés. El gran clímax de las cuerdas se entona con una gran nobleza y elegancia, y unos últimos compases especialmente sosegados. El Allegro final es quizá el movimiento más débil, sin la fuerza ni la oscuridad necesarias, en exceso ligero. Una curiosidad la de este disco llena de buenas cualidades, sobre todo respecto a la manera finlandesa de tocar la sinfonía, pero superada en muchos otros aspectos, principalmente técnicos.
Interpretación: 7 · Estilo: 8,5 · Sonido: 6
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