miércoles, 3 de diciembre de 2008

Discografía histórica: Bernstein dirige la Quinta y la Séptima Sinfonías

Portada de la edición antigua
Para iniciar la serie de comentarios discográficos he escogido esta mítica grabación de Bernstein al frente de la Filarmónica de Viena. Por varias razones: primero, por la calidad de la interpretación; segundo, porque puede ser una buena propuesta para empezar a escuchar Sibelius, tanto por las obras como el disco en sí; tercero, porque nos sirve para introducir alguna de las discusiones sobre la interpretación de la música del maestro finés; y cuarto, porque fue una de mis primeros discos del compositor (creo recordar que el segundo), y posiblemente el que más veces haya escuchado.

La muerte interrumpió a Bernstein dejando una integral de las sinfonías de Sibelius con esta orquesta, dejando sin grabar la Tercera, la Cuarta y la Sexta. Como la mayoría de los directores americanos tenía a Sibelius entre sus sinfonistas más estimados e interpretados, y ya había dejado testimonio discográfico a mediados de los 60 con un ciclo completo dirigiendo la Filarmónica de Nueva York (aún no he podido disfrutar de estas grabaciones, así que no me pronuncio). Grabó además los habituales poemas sinfónicos de repertorio (Finlandia, La Hija de Pohjola, El Cisne de Tuonela...) y un disco con canciones orquestales.

La aproximación de "Lenny" es por una parte tradicional-europea. En un algún post de más adelante señalaremos las diferencias conceptuales e interpretativas entre los directores finlandeses o del entorno y los que aproximan a Sibelius a la tradición sinfónica clásico-romántica. De alguna manera, hay un concepto de interpretación "auténtico", como sucede con las interpretaciones historicistas de la música antigua, y que hace brillar más a las partituras del maestro. Pero no obstante esto no debe implicar una mejor calidad de las interpretaciones, ni todas las interpretaciones "auténticas" son buenas, ni todas las tradicionales son malas. Y aquí vemos un ejemplo de todo lo contrario.

Por otra parte, Bernstein imprime su sello personal en estas sinfonías: Sibelius suena enormemente moderno en su manos, aproximándole a músicos como Mahler más que a Grieg o a Chaikovsky - como suele comentar con sarcasmo los críticos más tradicionales -. Bernstein se fija en los colores, en los contrastes y en los espacios de la orquestación, y además le imprime también una rítimica viva y agitada. Con esto último se acerca además a las interpretaciones finlandesas, que siempre saben llevar el "nerviosismo" a las partituras que el propio Sibelius alabó en directores como Kajanus. Claro está que Bernstein aquí no tiene como referencia a músicos nórdicos, sino su increíble sentido del ritmo que supo plasmar no sólo en sus interpretaciones, sino también en sus propias composiciones (recordemos los musicales West Side Story, On the Town...)

Bernstein tiene un lectura trascendental, profunda y sublime de estas partituras, semejante al de sus últimas interpretaciones de Mahler. Sabe extraer un gran colorido de la orquesta, en unas sinfonías que son precisamente las más ricas en orquestación (lo cual no quiere decir las mejores orquestaciones, si las de timbres más variados), hacer sonar los metales con una fuerza y a la vez con una dulzura inusitada. Quizá el mayor pecado - si no consideramos su concepto - de Lenny es aquí la excesiva ralentización de los tempi, especialmente los ya de por sí lentos. La Séptima sinfonía le dura de dos a cinco minutos más de lo habitual (¡y estamos hablando de una obra de unos 22 minutos!). Al tomar esta opción por los tempi lentos sin duda Bernstein busca hacer más solemne e impresionante la música, y bien se puede decir que lo consigue... siempre y cuando no estemos acostumbrados a velocidades más ajustadas a la realidad. ¿Perjudica o beneficia a las sinfonías? Pues ni uno ni lo otro la verdad, y si no, sintamos la ansiedad del adagio inicial de la Séptima, cómo la solemnidad del bellísimo pasaje polifónico de las cuerdas hace esperar el más grande de los momentos, que llega sin explosiones extáticas en el tema de los trombones... Ciertamente Bernstein ha tomado una opción arriesgada, pero su sabiduría a la hora de afrontar este pasaje, del que pocos directores le sacan todo el jugo, confirma que hizo una buena elección. Por supuesto tenemos otras interpretaciones que no caen en estos "pecados", pero a Lenny se le perdona.

Otro sublime momento de esta grabación es la transición entre el desarrollo y el "scherzo" del primer movimiento. Transición ya de por sí sublime a pesar de su sencillez, Bernstein sabe darla una especial emoción, y convertirla en lo que es, no en un pasaje de enlace sino en uno de los clímax de la sinfonía. Bellamente ataca el tema lírico del tercer tiempo de esta misma sinfonía, aunque quizá nos falla un tanto cuando no hace lo bastante secos los sentenciadores acordes finales de la obra.

Disponéis de una reedición reciente de estas sinfonías, junto con las otras que grabó en este ciclo inconcluso (que también comentaremos más adelante, aunque ya avanzo que no son tan buenas versiones como estas), y supongo que no es difícil de encontrar.

Yo dispongo de la edición antigua, que incluía unos excelentes comentarios, aunque como suele suceder en el sello alemán, uno diferente en cada idioma. Especialmente interesante es el de Harry Halbreich, en francés, que hace una interpretación metafórica de la Séptima Sinfonía como el discurrir de la naturaleza a lo largo de un día, del amanecer al anochecer, con el tema de los trombones como símbolo del sol. En esta interpretación el pasaje de las cuerdas del adagio inicial serían las primeras luces del día antes de la salida del sol, y como el cielo se llena de luz... Interesante, desde luego, aunque hay que recordar que no hay referencias programáticas en esta sinfonía, precisamente tiene una intención de música absoluta.

Portada de la última edición (contiene esta y otras grabaciones)

Una interpretación más que recomendable, aunque en el futuro daremos otras alternativas posiblemente mejores. Pero como señalaba, a los que conocéis poco al maestro Sibelius éste puede ser un buen comienzo del mejor y más característico Sibelius (quizá la Segunda Sinfonía, Finlandia, el Vals Triste, etc., sean más "populares", pero estas dos sinfonías son obras maestras de Sibelius en estado puro).


Obras: Quinta Sinfonía en Mib Mayor opus 82 (1915, rev. 1916 & 1919) y Séptima Sinfonía en Do Mayor opus 105 (1924)
Orquesta: Wiener Philarmoniker (Orquesta Filarmónica de Viena)
Director: Leonard Bernstein
Lugar y fecha de grabación: Viena, Grosser Saal de la Konzerthaus (Quinta) (septiembre de 1987) y Grosser Saal de la Musikverein (octubre de 1988). Grabaciones en directo
Sello y fecha de edición: Deutsche Grammophon (1989) en la edición antigua, Deutsche Grammophon (2004) en la última edición (junto con sinfonías 1 & 2 y obras de Elgar y Britten)
Código: 427 647-2 GH (edición antigua), 474 9362 GB 3 (última edición)


CALIFICACIÓN DEL DISCO:
Interpretación: 8,5
Sonido: 7,5
Estilo: 4,5
Interés: 7
Comentarios: 8

3 comentarios:

  1. gracias sr david por su grato comentario en mi humilde ensayo del blog del cuervolopez...en especial viniendo de todo un erudito del tema sibelius! se agradece bastante...estare visitando el blog mas seguido...hasta ahora se ve muy bien!! saludos colega!

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  2. le doy la enhorabuena por su sagacidad para juzgar unas interpretaciones de verdad excitantes e imprescindibles, pero que tienen su cuota de manipulación habitual en el último Bernstein. La mayor parte de la crítica supuestamente profesional se muestra desesperantemente acrítica con estos registros.

    Hago extensiva mi enhorabuena al resto del blog, una verdadera joya para los melómanos castellano parlantes, en particular los que amamos a Sibelius.

    Saludos

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  3. Gracias Gino por unirte a este club de sibelianos en español. Y gracias por lo que nos toca, je, je...

    Mucha razón en lo que dices sobre Bernstein. Creo que la opinión del maestro americano, como suele ser habitual, sigue el progreso de la historia al estilo Hegel: tesis-antítesis-síntesis. Ahora estamos en un periodo de fuerte antítesis, pero sin duda se superará.

    Estas grabaciones son fabulosas, aunque ciertamente fallen estilísticamente. Junto con las sinfonías de Mahler, los últimos años de Bernstein construyó verdaderos prodigios sonoros.

    Un saludo.

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