La escena sucede entre el runo 40 y el 41: El viejo Väino se ha embarcado junto Ilmarinen y Lemminkäinen en busca del misterioso y mágico "sampo". Tras pescar un lucio y mandar cocer su carne, el bardo se pregunta qué podría hacerse con los dientes y la mandíbula del pez. Tras proponer a otros la construcción de un nuevo instrumento, Väinämöinen decide él mismo ponerse a la tarea:
Su sonido efectivamente ha sido descrito muchas veces como "de campanillas" debido a sus cuerdas metálicas, que alargan la duración de la resonancia de las cuerdas, dándole un aura especialmente mágica.
La forma más tradicional consistía en un trozo de madera vaciada directamente del tronco de un árbol (aliso, abeto o abedul), con forma triangular o trapezoidal. Las cuerdas son metálicas (cobre o acero), dispuestas irregularmente, y atadas a una varilla metálica en un extremo y a un clavijero en el otro.
Los kánteles tradicionales podían tener entre cinco a quince cuerdas. Expertos señalan que pudo originarse no mucho antes del siglo XI, y alcanzó su forma característica entre el XI y el XV, posiblemente influenciado por otros tipos de cítaras, tan difundidas y variadas en el Medievo europeo.
Un desarrollo ulterior incluyó una caja de resonancia con agujero resonador. Con la extensión de cuerdas se posibilitó el que hubiese un acompañamiento, desde un simple bordón hasta un bajo más complejo. Aunque la postura prototípica de tañirse era apoyado en las rodillas, también era usual apoyarlo en un costado y tocarlo verticalmente. Con el aumento del tamaño la ejecución se tuvo que trasladar a una mesa.
Hay dos maneras de hacer sonar al instrumento. En primer lugar melódicamente, con las dos manos alternándose entre las cuerdas, lo que posibilita notas rápidas. La segunda es semejante al rasgueado de la guitarra, con una mano presionando las cuerdas y otra pulsándolas rítmicamente (produciendo acorde o no). Éste último era más habitual en música de danza.
En el siglo XIX, con el movimiento folclorista y nacionalista, el uso del kántele se extendió enormemente, con lo que también se plantearon nuevas formas del instrumento. Surge entonces un "kántele de concierto" con varias octavas y sistemas de afinación que permitían un aumentos exponencial de sus capacidades musicales y, sobre todo, dotarse de un acompañamiento elaborado. A principios del siglo siguiente se hizo posible una extensión cromática, por lo que entonces le fue posible abordar todo tipo de composición. Entonces se generaliza el kántele de 38 cuerdas, el instrumento de concierto más extendido:

En la actualidad el kántele ha ocupado la posición de principal instrumento de origen folclórico en Finlandia. Se encuentra en muy diferentes ambientes de la cultura, desde clases para niños hasta recitales de concierto culto. Constituye el centro de los grupos de música tradicional. Se emplea frecuentemente en los grupos "folk" (p.ej. "Loituma") que combinan la herencia antigua con la moderna música popular urbana. Conjuntos de rock duro como "Amorphis" hacen un uso asiduo de él, y existe incluso un modelo de kántele eléctrico.
El mundo del kántele es un mundo propio, y quien tenga curiosidad puede buscar por la red muchos ejemplos, aunque muy pocas referencias están en español. Como recomendación, tienen ustedes este enlace, que nos remite a una página de un constructor de estos instrumentos. Contiene excelente información (en inglés eso sí) sobre el kántele, su historia, cómo interpretarlo, su construcción e incluye incluso la posibilidad de comprarlo (sin querer hacer publicidad comercial, apuntamos sin embargo sus otros contenidos).
Las tres piezas de Sibelius para kántele
Nuestro músico compuso un total de tres piezas en las que aparece el instrumento, dos de ellas para kántele solo y la otra con una parte de violín.
Como ya hemos dicho, Jean Sibelius fue uno de los pocos grandes músicos que se ha acercado al instrumento popular, hacia el que sentía cierta simpatía. Es posible que llegara a tocar en más de una ocasión. Hay referencias a que asistió entusiasmado a un recital del famoso kanteletista Achilles Ockenström en su Hämeenlinna natal en 1887. En una carta del 3 de febrero de 1889 a su tío Pehr habla de un baile de disfraces al que acudió: "en la primera parte de la velada estaba disfrazado con un intérprete de kántele finlandés y por lo tanto aprendí algunas canciones populares de kántele para el evento".
En cambio, sus encuentros compositivos con el instrumento se deben a circunstancias personales más que por una pasión artística. Como ya hemos afirmado en más de una ocasión el folclore en Sibelius es generalmente una abstracción, no incorporable directamente a su música. El kántele sí aparece referenciado "en espíritu" muchas veces en su obra, en forma de arpegios o pizzicato de las cuerdas, como es el caso de su hermosísima cantata "Oma maa" ("Mi patria") opus 92, bajo los versos de Kallio "("No, no puedo olvidar las colinas de Pohjola, / donde de niño escuchaba la música del sampo y del kántele").
La primera de esas ocasiones nace de una desgracia familiar. En 1896, una prima de Aino, llamada Aili Järnefelt, tenía 26 y próxima su boda cuando en un accidente en las vías del tren cerca de Viipuri pierde ambas piernas. La joven tocaba el kántele, y en algún momento entre ese año y 1898 Sibelius escribió para la convaleciente dos piezas, quizá para su consuelo.
El Moderato JS.130 es una obra de sonoridades amplias para un kántele de concierto, que recuerda a las piezas de piano más serias, e incluso en ocasiones a la música orquestal. A pesar del sencillo lenguaje romántico, melancólico (con pasajes a ritmo de vals lento) en algún pasaje apunta a las desolaciones del futuro "periodo oscuro", en especial a la Cuarta Sinfonía (1909-11): algunos de los motivos de fanfarria se vaticinan aquí. Esta curiosa coincidencia puede deberse a la conexión extramusical que tienen ambas obras con la enfermedad y la muerte, la amputación de Aili Järnefelt y el tumor del propio compositor, aunque el motivo en sí puede significar más esperanza que dolor. Otra analogía de ese motivo de fanfarria se encuentra con un motivo de "Lemminkäinen y las doncellas de la isla" opus 22 nº1, poema sinfónico que escribió ese mismo 1896 del accidente y cuya primera revisión data del año siguiente. Pero la conexión con el poema sinfónico es más difícil de establecer. En cualquier caso este Moderato es una pieza de valía, que traspasa como mucho el simple souvenir.
El Dolcissimo JS.63 parte de una planteamiento musical completamente diferente: es el mundo de la canción kalevaliana, con sus frases de estrecho ámbito, su modalidad y sus persistentes bordones. Aquí la vinculación del kántele con el folclore es explícita, si bien el músico construye la pieza con elegancia y fascinación. Estos elementos musicales están ya incorporados, aunque más sutilmente, a su propio lenguaje (por ejemplo, en los Seis impromptus para piano opus 5).
La segunda ocasión en la que nuestro autor compuso para el kántele fue en 1899. Aquel septiembre visitó al pintor Pekka Halonen (1865-1933) en su casa de las proximidades del lago Tuusula (muy cerca de donde el propio Sibelius fundaría Ainola unos pocos años después), con el objeto de celebrar junto a él el cumpleaños de otro vecino del lago, su amigo el novelista Juhani Aho.
Las dos partituras para Aili Järnefelt permanecieron inéditas hasta 1989, cuando fueron donadas al Museo Sibelius de Turku por un particular, la sra. Birgitta Lagerblad. La Kehtolaulu en cambio sí había sido publicada ya en 1935, pero parece que por sus pocas pretensiones no había llamado mucho la atención a los kanteletistas.
La reciente aparición de la primera grabación absoluta de estas piezas (presentes en el último volumen de la Sibelius Edition de Bis) nos ha brindado la oportunidad de escuchar estas rarezas del catálogo sibeliano. La interpretación corre a cargo de Suvi Lehtonen-Gräsbeck (mujer de Folke Gräsbeck), que estrenó las piezas para kántele solo en el Festival de Música de Verano de Nurmes (Finlandia) en 2001.
No pudiendo disponer de esos ejemplos, para imaginarse como suena Sibelius al kántele aquí podrán escuchar un arreglo de Joueur de harpe (Toque de arpa), octava de las Bagatelas opus 34 para piano, de nuevo por Mitsuko Sato.