Después de dar una visión general de la producción sibeliana para piano y hablar de su discografía, comentaremos las obras más destacadas. Seguiremos un orden cronológico, y la periodización que ya propusimos en su día.
ACADEMICISMO
Sibelius empieza a escribir para piano solo más tarde que para el terreno de sus primeras obras, la cámara. No será hasta la llegada a Helsinki cuando escriban sus primeros compases para el teclado. Las obras de esta primera son ejercicios y souvenir para ocasiones especiales, en general sin mucha trascendencia.
BÚSQUEDA DE UNA VOZ PROPIA
-Florestán, suite JS.82 (1889)
La suite "Florestán" JS.82 de comienzos de 1889 constituye todo un punto de inflexión en la obra de Sibelius, ya que en ella ha asomado por primera vez plenamente el estilo sibeliano, la primera obra, aun en el último año de estudio en Helsinki, en la que la personalidad y originalidad del autor se hace patente, a pesar del schumanniano título. Es además la primera obra programática: el joven Florestán persigue a una ninfa en el bosque, pero ésta desaparece. "Marcas" características como el obstinato del primer tiempo - no demasiado lejano del de marchas como el Atenarnes sång opus 31 nº1 - hacen aquí una de sus primeras apariciones, y de la forma más característica posible. Sibelius es Sibelius a partir de esta bella obra.
PERIODO KALEVALIANO
- Seis impromptus opus 5 (1893)
Estas piezas, una de las mejores obras de Sibelius, están teñidas de los recuerdos del viaje a Karelia el año anterior. La modalidad las inunda completamente, manifestando incluso una cercanía al folclore real que en muy pocas ocasiones es tan evidente en la obra de nuestro autor. El colorido, kalevaliano y ancestral, es único, próximo al mundo de Kullervo opus 7 y del poema sinfónico Una saga opus 9 del año anterior. Tres de las piezas reutilizan temas de obras anteriores, pero se integran perfectamente en el conjunto. Los dos últimos impromptus, bellísimos, son muy populares en Finlandia, y fueron orquestados para cuerda en una obra igualmente popular.
- Sonata en Fa Mayor opus 12 (1893)
Durante este periodo, Sibelius no hace una distinción de géneros tan radical como sucederá a partir del final de esa misma década. Es por ello que estas músicas para piano y de cámara compartan ambiciones cuando menos semejantes a la música orquestal. En este momento Sibelius se siente gozoso con su estilo, y no le preocupa el medio, cada obra es un vehículo de expresión igualmente válido. Esta sonata, una auténtica obra maestra, tiene la altura de la música sinfónica de la época, teñida también del mismo espíritu legendario y primordial del Kalevala, casi es un poema sinfónico en tres tiempos, aunque la inspiración no parece ser programática. Una obra desbordante, llena de vida y de ecos heroicos de la mitología finesa.
- Impromptu opus 24 nº1 (1895)
La colección opus 24 es en realidad una amalgama de piezas compuestas en muy diferentes periodos (1895-1903), mediando incluso un cambio en el estilo, el producido en 1898 hacia un romanticismo más universalista. Este impromptu en concreto se remonta a la época kalevaliana anterior: un movimiento furioso, con destacados obstinati típicamente sibelianos, y con ecos de los Impromptus opus 5 (de ahí posiblemente la denominación), pero también evocando sonoridades orquestales (La ninfa del bosque y Lemminkäinen son composiciones más o menos contemporáneas).
PERIODO ROMÁNTICO
Esta época marca el comienzo de una música para piano alejada del paradigma orquestal que domina la creatividad del maestro. Sibelius empieza a ser conocido fuera de su patria, y al convertirse en un compositor con tal proyección debe poner en la imprenta música para piano como cualquier autor de la época que se precie. Es el periodo menor para este género, pero hay notables obras, unas por estar impresas de lo mejor de ese hálito romántico de esos años, otras por ser excepciones a él.
- Capricho opus 24 nº3 (1898)
Comienza con una singular y virtuosística introducción (también un tanto orquestal), que va dejando paso a una melodía de acentos más románticos y apasionados, acompañados por la típica figura sincopada de Sibelius.
- Andantino opus 24 nº7 (1899)
Basada en un característico motivo en S, es también una pieza de corte romántico, próxima quizás a Schubert con un pequeño toque de Chaikovsky, aunque en ciertos momentos se acerca más a la melodía hímnica de Finlandia opus 26.
- Nocturno opus 24 nº8 (1900)
Nos vale la misma aproximación estética de la pieza anterior, si bien en este caso se organiza en torno al diálogo entre graves y agudos, con momentos muy dramáticos, y en lugar del motivo en S se nos sugiere una melodía de acentos nítidamente fineses, como es la repetición de una misma nota. Fascinante sin duda.
- Romanza en Reb Mayor opus 24 nº9 (1901)
Fue la pieza para piano más conocida antes de la Segunda Guerra Mundial, formando parte del repertorio de muchos de los grandes virtuosos de la época. Aún sigue siendo una pieza conocidísima en Finlandia. Y sin duda es de una gran belleza, con nuevo motivo en S, tratada en esta ocasión con amplias sonoridades, casi orquestales, no muy lejana al mundo de la Primera Sinfonía (el tema de la romanza es muy similar a un tema en el finale de la sinfonía).
Una interesante interpretación de esta romanza. No tenemos información sobre la pianista.
- Suomalaisia kansanlauluja (Seis canciones populares finesas) JS.81 (1902-03)
Una de las obras maestras del Sibelius pianístico. Ya hemos comentado en alguna ocasión que nuestro compositor muy raramente hace referencia al folclore finés real, y mucho menos utiliza melodías originales. Esta es la excepción con mayúsculas, seis piezas basadas en temas populares. Pero no sólo por ello ésta es una obra singular, sino también por el tratamiento mismo de esas melodías, arropadas por finas polifonías y armonías muy atrevidas para el Sibelius de la época - que se acercan mucho a las del periodo oscuro -. Nuestro músico ha creado aquí una serie de evocaciones musicales absolutamente originales, que sobrepasan con mucho la común armonización de folclore, tan frecuente en la época. El no haber sido publicadas con número de opus dice mucho sobre la modestia del autor, al estar basadas en músicas tradicionales Sibelius se aparta en cierta forma de su autoría. Pero el tratamiento que reciben convierte a las melodías en una excusa para esta serie de atmósferas sonoras mágicas y únicas.
- Kyllikki opus 41 (1904)
Nuestro autor recoge una figura del Kalevala para esta suite en tres movimientos, un auténtico poema sinfónico para piano, aunque no estamos muy seguros sobre si realmente hay una historia inspirando sus notas, como ya vimos en su día. Una pieza muy destacada, llena de fuerza y dramatismo, que debería escucharse más en las salas de concierto.
Una de las obras maestras del Sibelius pianístico. Ya hemos comentado en alguna ocasión que nuestro compositor muy raramente hace referencia al folclore finés real, y mucho menos utiliza melodías originales. Esta es la excepción con mayúsculas, seis piezas basadas en temas populares. Pero no sólo por ello ésta es una obra singular, sino también por el tratamiento mismo de esas melodías, arropadas por finas polifonías y armonías muy atrevidas para el Sibelius de la época - que se acercan mucho a las del periodo oscuro -. Nuestro músico ha creado aquí una serie de evocaciones musicales absolutamente originales, que sobrepasan con mucho la común armonización de folclore, tan frecuente en la época. El no haber sido publicadas con número de opus dice mucho sobre la modestia del autor, al estar basadas en músicas tradicionales Sibelius se aparta en cierta forma de su autoría. Pero el tratamiento que reciben convierte a las melodías en una excusa para esta serie de atmósferas sonoras mágicas y únicas.
- Kyllikki opus 41 (1904)
Nuestro autor recoge una figura del Kalevala para esta suite en tres movimientos, un auténtico poema sinfónico para piano, aunque no estamos muy seguros sobre si realmente hay una historia inspirando sus notas, como ya vimos en su día. Una pieza muy destacada, llena de fuerza y dramatismo, que debería escucharse más en las salas de concierto.
PERIODO OSCURO
Durante este periodo, tan introspectivo, la música para piano adquiere uno de sus momentos cumbres. En la música orquestal de este momento (la Cuarta Sinfonía, El bardo) las texturas se adelgazan para llegar a lo camerístico, el ambiente íntimo de la música de cámara misma (el Cuarteto "Voces intimae") y la música para piano adquieren un nuevo significado, subjetivo, confesional y reflexivo. Por supuesto el auto finés sigue produciendo mucha música para piano para su rápida venta, pero incluso la más ligera parece afectada de la estética de la oscuridad de este periodo.
- Diez piezas opus 58 (1909)
Estas piezas son un buen ejemplo de lo dicho sobre el periodo: con propósito comercial, pero afectadas de la introspección del momento. Destacaremos la nº1, Rêverie" de acentos impresionistas tendiendo poco a poco hacia motivos triunfales, de sonoridades orquestales también. La nº3, Air varié, es uno de los pocos ejemplos en edad madura del arte de la variación, y más que unas clásicas variaciones son un juego de texturas que anuncia de lejos Tapiola, y más cercanamente el mundo sonoro de las Sonatinas opus 67, con sus progresiones estáticas. El nº4, Le berger, parece un pequeño poema sinfónico por la riqueza de su material, una pieza de acentos pastorales de curiosas armonías que derivan en una sección central agitada, sombría, con motivos del mejor Sibelius. La nº5, Le soir, teje entre arpegios recorridos armónicos modulantes, un poco a la manera de las "Canciones finesas", repleta del mismo y extraño desasosiego.
- Tres sonatinas opus 67 (1912)
Las mejores obras para piano de Jean Sibelius son sin duda estas tres pequeñas sonatas en tres movimientos. Misteriosas, elípticas, aforísticas, esencialistas, basadas en materiales mínimos sin decorados artificiales, constituyen el magistral equivalente al teclado de la Cuarta Sinfonía o del Cuarteto "Voces Intimae". Obras íntimas a más no poder, con un tratamiento motívico que es la culminación de la búsqueda formal de Sibelius, en especial en la última, con los distintos tiempos construidos bajo un mismo tema. La armonía es avanzada, y dentro de la elipsis que se pretende, el silencio se convierte en el valor que antes había tomado el "aura", y el todo se expresa aquí mediante el silencio, mediante el vacío. La polifonía es un importante elemento estructurador, reducida la mayor parte del tiempo a dos o tres voces en ocasiones (como parte de esos presupuestos elípticos de este periodo), lo que debe recordar a las invenciones o a los preludios de Bach, sin duda en la mente del autor. Estas tres obras demuestran en sí mismas qué equivocados pueden estar los que minusvaloran la música para piano del músico finés.
(Podéis escuchar a Glenn Gould tocando estas sonatinas y Kyllikki en esta lista de video de youtube, con bastante buena calidad sonora y un muy interesante montaje visual)
- Dos rondinos opus 68 (1912)
Los dos rondinos opus 68 participan del mismo universo de las sonatinas, y bien podrían pertenecer a ellas. El primero es tranquilo y pesimista, el segundo tenso, con un motivo inicial que parece un grito o un interrogante irresoluble. Realmente fascinantes.
- Rêverie opus 34 nº6 (1913)
Publicada mucho después de lo que su número de opus indica, la colección opus 34 es al igual que el opus 24 una colección de piezas de distintos años (1913-16). Destacamos la Rêverie, una evocación tranquila pero a la vez un tanto sombría de la tarde, en la que llama la atención sus cadencias frigias.
- Cuatro piezas líricas opus 74 (1914)
Después de una visita a Berlín a la vuelta de América, Sibelius escribe un nuevo cuaderno de piezas, concebido globalmente, que dejan claro lo hondo que habían calado las obras para piano de Debussy que había escuchado en la capital germana. Sin que puedan considerarse piezas impresionísticas en el sentido puro del término, sí utilizan recursos novedosos, asumidos en el peculiar lenguaje sibeliano. A destacar especialmente la nº2, Suave viento del Oeste, de sonoridades mágicas.
- Cinco piezas (Los árboles) opus 75 (1914)
Este nuevo cuaderno continúa la misma coloración de influencia impresionista del opus 74, pero son algo más ligeras y sencillas, a mitad de camino entre piezas de salón y piezas de inspiración más artística. Muestran el amor de Sibelius por la naturaleza: cada pieza recibe el nombre de un árbol distinto. Este es un cuaderno muy querido para los pianistas fineses por su carácter misterioso y panteístico. Pícea, la nº5, de sonoridades muy románticas, es la más popular de todas piezas.
SERENIDAD SINFÓNICA
Como
- Petite sérénade opus 40 nº9 (1915)
De la colección opus 40 (1912-1916), en general formada por piezas de salón, destacamos esta pequeña obra, que recuerda mucho a las piezas para violín de la época, lo que sin duda estimuló la creatividad del músico finés.
- Iris opus 85 nº3 (1917)
El cuaderno opus 85, conocido popularmente como Las flores por los títulos de sus piezas, corresponde al mismo planteamiento de Los árboles opus 75, aunque estas piezas son menos brillantes. Destacamos la nº3, con sus escalas y trinos, con sus silencios más propios del periodo oscuro; y un misterioso e inexplicado comienzo de fuga que se disuelve tan repentinamente como llegó (¿alguna referencia secreta que desconocemos?).
- Linnaea opus 76 nº11 (1918)
Las Trece piezas opus 76 (1914-19) es la colección más heterogénea de todas, y es general también una de las menos prendidas por la originalidad del autor. Sobresale del conjunto esta pieza con nombre de flor, la flor favorita de Jean Sibelius, que podría pertenecer al opus 85 aunque no parece tener relación directa. Una pieza sentimental y melancólica pero de gran interés por sus extraños contrastes sonoros.
Los tres cuadernos opus 94, 97 y 99 trascienden por su carácter más serio a las piezas de la guerra, sin duda tienen un interés más artístico. El mismo hecho de preferir la composición de un cuaderno a la simple recolección de piezas distintas lo demuestra. Coinciden en la especial brevedad de sus números (entre el minuto y medio y los tres minutos) y una mayor unidad. Sin duda Sibelius desea con estas piezas ganar dinero, pero también vuelca en ellas un mayor aprecio del mundo del piano.
- Sonnet opus 94 nº3 (1919)
De las piezas opus 94 sobresale esta pieza de carácter sereno y emocionado, muy semejante al mundo de las tres últimas sinfonías.
- Humoresque opus 97 nº1 (1920)
Del opus 97 destacamos esta pieza, un curioso estudio de sonoridades modales, en especial del modo frigio, triste y apagado.
- Petite marche opus 99 nº8 (1922)
De características semejantes a las anteriormente observadas, llamamos la atención sobre esta singular marcha dórica, que los estudiosos han relacionado con motivos de la Séptima Sinfonía, llamando también la atención por su rítmica precursora de los esquemas de la música de Caliban en La Tempestad opus 109 (1925).
Los cuadernos opus 101 y 103 suponen un gran salto hacia delante. Contemporáneos a la Séptima Sinfonía, están impresas del mismo espíritu de trascendentalidad de la obra sinfónica, y de su integración de diferentes materiales musicales. Las sonoridades son modernas, con armonías muy avanzadas, casi inéditas en la música de piano de Sibelius si exceptuamos las del periodo oscuro. Y aunque en ocasiones se nos evoque el salón, es un salón muy transfigurado, convertido en excusa más que en fin.
- Cinco piezas románticas opus 101 (1924)
La más conocida de estas extraordinarias y casi improvisadas piezas es la nº5, Scène romantique, una evocación de mundos pasados, quizá biográficos, con su introducción nebulosa y vacilante en lo armónico y el quasi-vals al que da paso
- Cinco impresiones características opus 103 (1924)
La primera pieza, La iglesia de la aldea, parte del mismo material que el Andante festivo JS.34 (1922), que a su vez procede probablemente de "Marjatta" , el oratorio proyectado en 1905. Sin embargo en esta versión la música tiende a un fresco mucho más vanguardista, con escalas de tonos enteros y otros acordes extraños a la armonía clásica. La última pieza es una importante marcha fúnebre de resonancias mahlerianas.
EXPERIMENTACIÓN FINAL
- Cinco esbozos opus 114 (1929)
Durante este periodo (cuya obra más significativa es Tapiola) Sibelius se aproxima a posiciones más avanzadas en cuanto a la tonalidad, cercanas a las búsquedas contemporáneas (puede rastrearse la huella de Bartók en ocasiones), pero sin llegar nunca a una ruptura técnica y estética, lo cual sería muy ajeno al autor. En este sensacional cuaderno, una de sus mejores obras para piano, nuestro autor utiliza armonías ambivalentes, erráticas e indefinidas, que se entrelazan con las características progresiones modales (aunque incluso en esto se muestra más experimental que nunca, como es el caso del modo locrio de la tercera pieza). Misteriosas, panteísticas, con ecos de la naturaleza omnipresente y recuerdos de juventud, esta serie de "esbozos" cierra la fase creativa de Jean Sibelius, con la pregunta de si estas innovaciones habrían iniciado realmente una nueva fase o se trató de un breve coqueteo con su contemporaneidad.
Sibelius tocando su piano en Ainola. Foto de los años 50.
TRANSCRIPCIONES
De entre las transcripciones nos gustaría destacar la Melodía de las campanas de Kallio opus 65b. Sibelius recibió el encargo en 1911 de escribir una melodía para las campanas de una iglesia recién inagurada en Helsinki. El autor lo aceptó, escribiendo una bellísima melodía a medio camino entre el correspondiente carillón, un coral luterano y una melodía popular. Poco después escribió un coro a capella con la melodía, y después transcribió el coro al piano. Con ello creó la más bella de las versiones, aprovechando las sonoridades del pedal y los acordes en grandes bloques. Una pieza bellísima sin duda.
Las transcripciones de obras orquestales en general están referidas a obras menores y a la música incidental, y tenían como fin popularizar las composiciones más que ser partituras prácticas, ser embajadoras de sus obras y no obras en sí. Por ello en general Sibelius simplifica mucho su dificultad, no pretendiendo ser exacto al original, sino dando al intérprete una aproximación no muy dificultosa. Por ello no tienen demasiado interés. Nada que ver, por ejemplo, con las versiones pianísticas de las obras orquestales de Liszt, que desafían a su medio.
Una excepción es la transcripción de Finlandia opus 26, del año 1900, de gran dificultad, que consigue realmente una pieza de concierto destacable. El compositor dio gran valor a la pieza en aquel momento, y quiso que pudiera llegar de esta forma a todos los lugares al transcribirla bajo estos parámetros.
___________
Dedicaremos algún post para analizar alguna de estas obras, al menos las más importantes. Pero eso será más adelante.
Esperemos que este recorrido pueda suscitar el interés de nuestros lectores por esta faceta de Jean Sibelius, seguro desconocida o poco valorada por la mayoría de ustedes, pero en la que podrán descubrir mucha belleza. Sin estar a la altura de su música orquestal, la música escrita para piano oculta muchos tesoros que sin duda ustedes disfrutarán desenterrando.
De entre las transcripciones nos gustaría destacar la Melodía de las campanas de Kallio opus 65b. Sibelius recibió el encargo en 1911 de escribir una melodía para las campanas de una iglesia recién inagurada en Helsinki. El autor lo aceptó, escribiendo una bellísima melodía a medio camino entre el correspondiente carillón, un coral luterano y una melodía popular. Poco después escribió un coro a capella con la melodía, y después transcribió el coro al piano. Con ello creó la más bella de las versiones, aprovechando las sonoridades del pedal y los acordes en grandes bloques. Una pieza bellísima sin duda.
Las transcripciones de obras orquestales en general están referidas a obras menores y a la música incidental, y tenían como fin popularizar las composiciones más que ser partituras prácticas, ser embajadoras de sus obras y no obras en sí. Por ello en general Sibelius simplifica mucho su dificultad, no pretendiendo ser exacto al original, sino dando al intérprete una aproximación no muy dificultosa. Por ello no tienen demasiado interés. Nada que ver, por ejemplo, con las versiones pianísticas de las obras orquestales de Liszt, que desafían a su medio.
Una excepción es la transcripción de Finlandia opus 26, del año 1900, de gran dificultad, que consigue realmente una pieza de concierto destacable. El compositor dio gran valor a la pieza en aquel momento, y quiso que pudiera llegar de esta forma a todos los lugares al transcribirla bajo estos parámetros.
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Dedicaremos algún post para analizar alguna de estas obras, al menos las más importantes. Pero eso será más adelante.
Esperemos que este recorrido pueda suscitar el interés de nuestros lectores por esta faceta de Jean Sibelius, seguro desconocida o poco valorada por la mayoría de ustedes, pero en la que podrán descubrir mucha belleza. Sin estar a la altura de su música orquestal, la música escrita para piano oculta muchos tesoros que sin duda ustedes disfrutarán desenterrando.
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