jueves, 28 de febrero de 2013

Biografía (29): el estreno de la Cuarta Sinfonía, Gotemburgo, París... (1911)


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Sibelius pasa buena parte del mes de enero en Helsinki, pero frente a lo que habría sido sus lúdicas costumbres los años anteriores en la capital finlandesa, dedica estos días a trabajar muy concentrado. Mientras la Cuarta Sinfonía prosigue su largo camino, nuestro músico debe acceder a los encargos. Por una parte la melodía para Iglesia Kallio no había sido aún escrita, y el compositor sugerirá utilizar los compases finales de su Segunda Sinfonía (aunque más escribiría una melodía original, como ya veremos). Por otra parte su cuñado Arvid Järnefelt le ha solicitado dos nuevas piezas para la una revisión de su drama "Kuolema", completando la partitura con la que tanto éxito obtuvo años atrás

 Jean Sibelius en 1911

Tampoco en febrero pudo dedicarse, tal como deseaba, plenamente a sinfonía, en esta ocasión embarcándose hacia Suecia. Allí le esperaba la ciudad de Gotemburgo y su orquesta, dirigida por su amigo Wilhelm Stenhammar, que le dedicaría su propio Cuarteto de cuerda nº4 en la menor con gran satisfacción del maestro. Pudo escuchar también al genial pianista Wilhelm Backhaus que, sin embargo, con su lectura fiel y poco romántica, le pareció muy mecánico a nuestro compositor. El propio Sibelius dirigió dos conciertos con música propia, incluyendo obras como La hija de Pohjola o la Segunda Sinfonía, con gran éxito. Antes de volver a Finlandia hizo parada en Letonia, donde dirigió a la Sinfónica de Riga también con buena recepción, y donde se vio envuelto indirectamente en una polémica musical local, la acusación al compositor Emil Darsins de haberse basado en El cisne de Tuonela para escribir un poema sinfónico suyo.

Finalmente pudo concluir las dos piezas para "Kuolema", que llamó Canzonetta opus 62a y Valse romantique opus 62b. El reestreno de la obra se produjo el 8 de marzo, aunque ni el drama ni la música, más allá del ya celebérrimo Valse triste, causaron una especial atención. Nuestro autor se dio gran prisa en publicar las nuevas piezas pero, pese a sus esperanzas y su indudable calidad, no lograron alcanzar la fama del Vals.

Librado ya de las distracciones, el genio nórdico pudo dar por finalizada su nueva sinfonía el 2 de abril, apenas un día antes de su estreno en la Sala de la Universidad. El concierto fue preparado como un gran acontecimiento, con el coro YL homenajeando al maestro y su director, Heikki Klemetti dedicándole un discurso laudatorio. La primera parte consistió en la marcha In memoriam, la nueva Canzonetta, La dríade y Cabalgata nocturna y amanecer. Tras el descanso llegó el turno a la sinfonía.

Pero las cosas no marcharon como el público esperaba, y aun el propio autor, aunque quizás lo temiera. La obra era demasiado avanzada, desconcertante, pesimista, íntima y enigmática para el momento - un momento en el que quizá se esperaba otra sinfonía "heroica"  como las circunstancias nacionales demandaban - . El público estaba confuso, y no supo aplaudir ante los últimos vacilantes acordes de la obra hasta que el correspondiente ramo de flores llegó a manos del compositor. "La gente evitaba la mirada, sacudía sus cabezas; sus sonrisas eran embarazosas, furtivas o irónicas. No mucha gente vino al camerino en los bastidores para rendir sus respetos", relataba años después su esposa Aino.

La crítica se mostró igualmente sorprendida por el lenguaje de la obra. Karl Fredrik Wasenius, que firmaba bajo el pseudónimo de "Bis" (cuyo tataranieto Robert von Bahr dirige precisamente la discográfica Bis) quiso justificar el enigma dando un detallado programa de cada movimiento para explicar la obra, que definió como una descripción de la ascensión a la montaña Koli, muy a la manera de la posterior Sinfonía alpina de Richard Strauss. Contradiciendo su tónica habitual, Sibelius entró a trapo del comentario, para negarlo completamente. Si bien era cierto que la inspiración de la obra había nacido en la aventura en Koli junto a su cuñado Eero Järnefelt, dedicatario además de la obra (anécdota que debió conocer Bis), el compositor estaba muy lejos de querer plasmar un programa tan concreto en una obra que precisamente camina hacia la abstracción absoluta.


 El editor y crítico musical Karl Fredrik Wasenius (1850-1920)

"¿Se supone que no gano 'reconocimiento'? ¿Que estoy sobrepasado por otros en el punto de vista general? Si la envidia y la intriga tienen éxito en lograr sus propósitos, ¿es mi música peor que todo eso? Por el contrario, ¡es mejor para mí como compositor!"

Junto con la fría y perpleja recepción de la obra, y las polémicas con los críticos, nuestro músico se tuvo que enfrentar a un conflicto con su amigo Carpelan debida a un malentendido sobre la entrada de un concierto que el compositor había olvidado reservar para su admirador. Pero tras el dolor provocado, las debidas aclaraciones y disculpas llegaron entre los  amigos y el asunto quedó zanjado rápidamente.

Tras el estreno de la sinfonía, lo cierto que el genio nórdico reaccionó con toda tranquilidad y sin someterse a las visiones negativas. Todo lo contrario: se sumió en un estado anímico lleno de paz y realización, como si la composición y estreno de la magna obra hubieran supuesto un verdadero exorcismo para su alma. Así pudo disfrutar de la primavera finlandesa sin apenas ansiedades, dejando en su diario anotaciones de plenitud casi únicas. No obstante había asuntos prácticos que atender, como la ampliación en un piso superior de Ainola, el nuevo embarazo de su mujer (que daría a luz el 20 de junio a una nueva hija, Heidi)... Y a pesar de no querer comenzar nuevas obras, mientras preparaba con mínimas revisiones la sinfonía para su publicación, tuvo que atender un nuevo encargo de un amigo dramaturgo, en este caso Adolf Paul y su obra "Die sprache der Vögel" ("El lenguaje de los pájaros")

En mayo recibió un libreto de ópera escrito por un tal Georg Boldemann, un admirador alemán que vivía en Copenhague. Pero en aquellos días, mientras estudiaba la partitura de la "Elektra" de Richard Strauss, sintió que el drama musical era completamente ajeno a su personalidad artística, y el asunto, una vez más, devino en nada.

Pero la depresión volvió a rondar a esa entonces serena alma cuando visitó a su hermana Linda, ingresada en el psiquiátrico Pitkäniemi en la localidad de Nokia. Días más tarde la permitieron pasar unos días en Ainola. Linda estaba próxima a la desintegración nerviosa. En ella vio además su propio futuro, lo que le dejó en un estado de gran melancolía hasta el nacimiento de Heidi y el buen tiempo del solsticio de verano, mientras recordaba la época de su juventud tocando movimientos de los tríos de Beethoven.

Aquel verano compuso un único número para la obra de Paul, una inusual Marcha nupcial JS.62 que no sería finalmente interpretada hasta 1983 (!), y un breve Estudio para piano (publicado bajo el número de opus 76 nº2), que todos los estudiantes finlandeses conocen y estiman. El estudio fue escrito como regalo de compromiso de su hija Eva y Arvi Paloheimo, enlace que era muy del agrado del músico y su familia. Familia que se vería además ampliada con más ayuda doméstica, la cocinera Helmi Vainikainen, que permaneció en Ainola casi cinco décadas más.

Tras las reformas en la casa, Sibelius trasladó su estudio al ático, donde tenía una buena vista del lago y mayor tranquilidad. Tras la sinfonía, le surgieron dudas sobre el camino a tomar y su inspiración, alejada completamente del trabajo rutinario y el academicismo: "estoy preocupado sobre mi capacidad para dar con algo realmente nuevo. Incluso dudo sobre mi manera de trabajar, ¡tan lejos me he trasladado de la manera de pensar de la escuela alemana!"

Varios encargos corales a capella más llegaron en lo que quedaba de año, como la "Cantata" JS.107 (una sencilla obra a pesar del título), para una escuela femenina de Turku con texto de su amigo Konow. "Män från slätten och havet" ("Hombres de tierra y mar") opus 65a fue escrita para el festival de Vaasa del siguiente junio, y es en cambio una pieza difícil y atrevida. Y casi al terminar 1911 su "Uusmaalaisten laulu"  ("Canción del pueblo de Uusima") JS.214, otra breve obra sin acompañamiento con ritmo de marcha en honor a la región del mismo nombre, demanda por una asociación estudiantil. 

Parte de su trabajo en el último tercio del año consistió en revisar antiguas obras, según los planes esbozados el año anterior. En septiembre le llegó el turno a la Música para las celebraciones de la prensa JS.137, obra de 1899, de la que ya ensayó en su momento una suite muy parecida al resultado final. De toda la obra extrajo finalmente tres números, refinando la orquestación y recomponiendo algunos pasajes, dando como resultado las Scènes historiques opus 25

A finales de ese mes le llegó el turno a dos piezas para violín y piano de su época final de estudiante, que llegaron a ser a publicadas ya en su momento. Se trataba de la Romanza opus 2a (cuya versión original data de 1890) y el Epílogo opus 2b (basado en el Perpetuum mobile de 1891). Estas revisiones fueron las primeras obras de un grupo de partituras para violín y piano que fueron compuestas en las dos décadas siguientes, dando por concluida una larga etapa sin piezas de este tipo, en su juventud harto frecuentes.

Curiosamente otra obra de la época estará catalogada con el siguiente número de publicación. Se trata del "Arioso" opus 3una canción con texto de Runeberg que en realidad fue completada el 17 de octubre de ese año. Como en alguna otra ocasión nuestro músico hizo pasar como una obra de juventud una composición reciente para evitar complicaciones con editores, que demandaban siempre nuevas partituras. Y en efecto, Breitkopf & Härtel, a quienes ofreció la canción, le cuestionaron el particular. Sibelius afirmó entonces que el "Arioso es una antigua composición, de antes de 1890". Y aunque es cierto que de esa época data un primer intento, incompleto, de musicalización del texto de Runeberg, la obra no tiene nada que ver con esos esbozos. La hermosísima canción, de tintes melancólicos muy a la Grieg, se escribió simultáneamente con acompañamiento de orquesta de cuerda y de piano.

A final de octubre fue momento para otro viaje europeo. La primera parada la hizo a Berlín, que encontró "insufrible". Rápidamente se dirigió a París. Aunque no tenía los pasados gastos de tabaco y alcohol nuestro músico pareció querer revivir sus días de estudiante, y puso poco cuidado en no gastar demasiado dinero, comprando caros trajes y realizando excursiones a Versalles o al Bois de Boulogne. Socializó además con artistas nórdicos como sus compatriotas los pintores Magnus Enckell y Juho Rissanen, o el compositor sueco Emil Sjögren, y su amiga Rosa Newmarch que vino desde Inglaterra. Mientras, sus intentos por encontrarse con Maurice Ravel a través del crítico M. D. Calvocoressi, que le había prometido dedicarle un artículo - y que no llegó a escribirse-,  fueron infructuosos. 

El compositor sueco Emil Sjögren (1853-1918) (fotografía c.1900)
Pero no descuidó su trabajo, sus revisiones principalmente, como su coro patriótico "Har du mod?" opus 31 nº2 (de 1904), y "Rakastava" ("El amante") JS.160 (de 1894), que recompondría radicalmente, transformando el original para coro a capella en una obra para orquesta de cuerda. También decidió escribir una suite orquestal, las Scénes historiques II, al contrario que su predecesora no basada en ninguna obra anterior.

En París asistiría a grandes conciertos en la capital francesa, pudiendo escuchar con gran complacencia la Sinfonía de Paul Dukas, el Scherzo fantastique de Stravinsky, y la "Salomé" de Richard Strauss, aunque otras obras como la "Psyche" de César Franck y una sinfonía de Ropartz le parecieron aburridas y académicas. Sorprendentemente encontró muchos peros a la Missa solemnis de Beethoven, con una orquestación que le pareció anticuada y registros muy forzados (una opinión por cierto nada rara aún en la época de Sibelius)

"Escuché tanta música como pude, tanto antigua como nueva. Yo siempre estuve interesado en compositores contemporáneos y más jóvenes sobre todo para obtener una visión clara sobre mí mismo. [...] Llegué a la conclusión que muchos compositores de hoy en día, en sus esfuerzos para preservar su lugar al ojo público, debido a que constantemente tienen que producir algo novedoso y sensacional, han perdido el componer algo vivo basado en las viejas escalas eclesiásticas; esto, pienso yo, estaba reservado para mí y otros que podían vivir en un paz mayor". Así declara a Karl Ekman años después sus experiencias musicales en París. De esta manera hacía una declaración explícita de sus propios principios armónicos, lo que hemos llamado la "tercera vía" entre la tradición y la vanguardia: hacer música nueva basada en los modos antiguos o folclóricos.

Pudo escuchar sus propias canciones en un recital de la soprano americana Minnie Tracey, pero ni la calidad interpretativa fue la necesaria ni su presencia en el programa, menor que las de Sjögren - que desagradaban a Sibelius -, lo harían destacar en lo más mínimo en el ambiente parisino. 

Al tiempo que su revisión de "Har du mod?" era rechazada por Breitkopf, decidía revisar de nuevo Rakastava, insatisfecho por la primera versión.  Así, con una nota de amargura por el fruto de su trabajo y los resultados en París, volvió a Finlandia a tiempo para celebrar sus 46 años.

Frente a la mínima actividad de la primavera, el comienzo del invierno encontramos a Jean Sibelius trabajando a pleno rendimiento. El año siguiente daría nuevas grandes obras, como ya contaremos en la siguiente entrega de esta biografía.
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Capítulo siguiente (30): ¿profesor en Viena?, los conflictos de Kajanus, Birmingham y Copenhague (1912)

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