Capítulo anterior (25): la Tercera Sinfonía y el encuentro con Mahler (1907)
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El año de 1908 sin duda fue uno de los más trascendentales de la vida de Jean Sibelius, en principio no por su devenir artístico, sino por las circunstancias personales que lo marcaron.
Nuestro protagonista siguió con las molestias en la garganta que arrastraba desde su estancia en San Petersburgo, y tuvo que pasar varias semanas del comienzo del nuevo año en un hospital en Helsinki. Durante esa estancia encontró muchos momentos para escribir a su amigo Carpelan. El barón escribe a su vez preocupado a Kajanus: "cuando veas a Sibbe, envíale mis saludos y cuéntale que he soñado que morirá pronto a menos que, después de su severa enfermedad, pare de fumar y consumir licores. Esta enfermedad era seguramente su último aviso". Como tantas veces, las profecías de Carpelan no iban nada desencaminadas...
Durante aquella convalecencia nuestro compositor tuvo que cancelar varias visitas prevista al extranjero, pero a finales de febrero ya se sintió lo suficientemente fuerte para afrontar un muy deseado nuevo viaje a Inglaterra. El 27 de ese mes se pone al frente la Real Sociedad Filarmónica para dirigir su Tercera Sinfonía y otras obras. El concierto tuvo un balance positivo, incluso la sinfonía no fue recibida con la misma frialdad que en las ocasiones anteriores. Su dirección incluso fue calificada de "brillante" por la crítica. También disfrutó de la estancia con sus amigos Bantock, Rosa Newmarch y Henry Wood. Newmarch anotó que el artista nórdico seguía quejándose de su garganta. A la vuelta de las islas británicas Sibelius se dirigió a Berlín y a Estocolmo, donde un periódico sueco llamaba la atención sobre su aspecto envejecido.
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El año de 1908 sin duda fue uno de los más trascendentales de la vida de Jean Sibelius, en principio no por su devenir artístico, sino por las circunstancias personales que lo marcaron.
Nuestro protagonista siguió con las molestias en la garganta que arrastraba desde su estancia en San Petersburgo, y tuvo que pasar varias semanas del comienzo del nuevo año en un hospital en Helsinki. Durante esa estancia encontró muchos momentos para escribir a su amigo Carpelan. El barón escribe a su vez preocupado a Kajanus: "cuando veas a Sibbe, envíale mis saludos y cuéntale que he soñado que morirá pronto a menos que, después de su severa enfermedad, pare de fumar y consumir licores. Esta enfermedad era seguramente su último aviso". Como tantas veces, las profecías de Carpelan no iban nada desencaminadas...
Durante aquella convalecencia nuestro compositor tuvo que cancelar varias visitas prevista al extranjero, pero a finales de febrero ya se sintió lo suficientemente fuerte para afrontar un muy deseado nuevo viaje a Inglaterra. El 27 de ese mes se pone al frente la Real Sociedad Filarmónica para dirigir su Tercera Sinfonía y otras obras. El concierto tuvo un balance positivo, incluso la sinfonía no fue recibida con la misma frialdad que en las ocasiones anteriores. Su dirección incluso fue calificada de "brillante" por la crítica. También disfrutó de la estancia con sus amigos Bantock, Rosa Newmarch y Henry Wood. Newmarch anotó que el artista nórdico seguía quejándose de su garganta. A la vuelta de las islas británicas Sibelius se dirigió a Berlín y a Estocolmo, donde un periódico sueco llamaba la atención sobre su aspecto envejecido.
La escritora Rosa Newmarch (1857-1940), gran melómana y defensora y amiga en Inglaterra de Sibelius y de la música rusa.
Mientras las señales de que algo grave ocurría no cesaban, nuestro genio atendía a sus obligaciones musicales. Aunque fue el verano anterior cuando recibió el encargo, no fue hasta comienzos de 1908 cuando se dispuso a escribir la música incidental del estreno finlandés de una obra de August Strindberg, "Svanevit" ("Cisne blanco"). El drama había sido escrita por el gran autor sueco para su tercera esposa, la actriz Harriet Bosse, pero permanecía sin estrenar. En 1906 Bosse asistió a una representación de "Pelléas et Mélisande", y se sintió profundamente conmovida con la música que Sibelius compusiera para la obra. Cuando el Teatro Sueco de Helsinki se dispuso a montar el texto, Bosse recomendó a Strindberg que acompañara "Svanevit" con música de Sibelius.
Harriet Bosse, imagen promocional de un estreno del año 1900.
El músico finlandés por supuesto aceptó encantado el encargo, ya que era un gran admirador del talento del escritor sueco, a pesar de que en principio sus puntos de vista políticos (Strindberg tenía escasas simpatías hacia Finlandia) y morales distaban mucho de acercarse. Durante la composición de la partitura Sibelius aprovechó para dirigirse al dramaturgo y colmarle de halagos, pero Strindberg apenas le correspondió con educadas respuestas. Nuestro músico se sintió desengañado de su fallido intento de estrechar lazos, y esta colaboración fue la primera y última entre los dos grandes genios nórdicos.
La obra tuvo su estreno mundial el 8 de abril con un gran éxito, éxito que se repetiría durante muchos años en Finlandia (no así en Suecia donde, tras varios retrasos, se escenificó más tarde). En gran parte, evidentemente, por la magnífica partitura (JS.189) que escribiera Sibelius para el texto de Strindberg, delicada y llena de una belleza única.
A pesar del éxito, la economía del músico seguía siendo desastrosa, por lo que en aquel entonces probó una opción que llevaba años rechazando: el aceptar alumnos. Años antes había dado intermitentes clases en el Conservatorio, y no quería depender de aquello. Pero las circunstancias obligaban. Eso sí, para esta ocasión acogería a músicos más avanzados, compositores en ciernes más como discípulos que como simples solfeadores. En primavera aceptó a Toivo Kuula (1883-1918), y en otoño a Leevi Madetoja (1887-1947), jóvenes promesas que ya habían empezado a despuntar. Ambos se pueden considerar como los únicos discípulos reales de Sibelius, cuya música sin duda les marcó cuando años más tarde se convirtieron en dos de los más reputados compositores finlandeses. En otra ocasión daremos cuenta más en extenso de las figuras de ambos.
Imagen de juventud de Leevi Madetoja.
Las molestias en la garganta no cesaban, y a principios de mayo encontramos a nuestro autor peregrinando de doctor en doctor para buscar soluciones. Entonces sucedió lo peor que pudo ocurrirle al hipocondriaco y profundo pesimista que fue siempre Sibelius, que sus más negros miedos se topen con algo real: un tumor en la laringe. El 12 de mayo es rápidamente intervenido, pero los médicos de Helsinki no pudieron extirpar del todo el cáncer (en principio benigno), y temen que aumente y pueda ser mortal. El consejo de estos galenos fue viajar a Berlín, donde podría encontrar a médicos mucho más capaces.
Además del evidente peligro para su vida, la situación se tornó desesperada por la falta de fondos para el viaje y la operación, con Aino además nuevamente embarazada. Tras unos primeros infructuosos, ya que el compositor en tal situación no era considerado precisamente un cliente con garantías, Sibelius consigue el dinero y viaja a la capital alemana.
Además del evidente peligro para su vida, la situación se tornó desesperada por la falta de fondos para el viaje y la operación, con Aino además nuevamente embarazada. Tras unos primeros infructuosos, ya que el compositor en tal situación no era considerado precisamente un cliente con garantías, Sibelius consigue el dinero y viaja a la capital alemana.
En Berlín será atendido por el doctor Fränkel, una experiencia que jamás olvidará, tal y como relata a Karl Ekman: "durante un par de semanas en junio de 1908 recibí tratamiento por él, poniendo a prueba mi paciencia y mi dolor. El profesor era ya un hombre viejo, aunque todavía decidió, sin embargo, extirpar la causa de mi problema con su propia mano. Estuve obligado a someterme a trece operaciones en mi garganta sin resultado. Finalmente, el viejo hombre abandonó y cedió la operación a su joven asistente... El sumergió el instrumento dentro de mi garganta y encontró el maligno lugar. Un fuerte tirón, un grito de triunfo: "Jetzt hab' ich's" ("Ya lo tengo") - y lo sacó con el instrumento. Fui liberado de mi tortura".
Todo el acontecimiento fue traumático: los médicos no podían prever si el tumor no volvería a reproducirse. Además, durante semanas nuestro protagonista no pudo hablar, y fue aconsejado de abandonar el alcohol y reducir al máximo el consumo de tabaco (recordemos que estamos en 1908, sin duda el consejo actual habría sido la abstinencia total). Sibelius por primera vez en su vida fue consciente del peligro mortal que estos estimulantes habían traído consigo, y en un supremo acto de voluntad decidió abandonarlos completamente. Y consiguió hacerlo durante casi siete años, descritos por Aino como los más felices de su propia vida.
Las consecuencias en la psique y el estado anímico fueron muy profundas, hasta lo más hondo de su ser. En primer lugar nuestro músico había visto de cerca su propia muerte, y la amenaza no le abandonaría a pesar de que, como sabemos, viviría casi 50 años más, lo cual no deja de ser sorprendente. El pesimismo de los siguientes años será incluso más negro de lo que había sido hasta entonces. Y el segundo lugar no podemos negar la influencia del alcohol y el tabaco en su comportamiento, incluso en su labor compositivo e indirectamente en su propio estilo. Su ausencia, junto con su estado de ánimo tan negativo, da origen a un cambio en el devenir estilístico de nuestro autor, que suele denominarse "periodo oscuro" (1908-1915 aproximadamente), en el que su música se aproxima a las más hondas negruras existenciales, a su lenguaje armónico más avanzado y texturas y devenir melódico esencialistas.
El primer trabajo tras la operación fue cumplir con su editor Lienau, que le presionaba mucho por nuevos trabajos que nuestro autor no acababa de cumplir, y en julio elaboró una suite a partir de la música para "Svanevit", que se publicaría bajo el número de opus 54. La suite contendría prácticamente toda la partitura, si bien fusionando números y ampliando la instrumentación.
Tras esta suite, el primer trabajo que inauguraría el nuevo periodo creativo serían las Dos canciones opus 35, "Jubal" y "Teodora". En estos oscuras sången, todo está reducido a lo esencial, con una concentración extrema, un lenguaje muy moderno, declamación incluida.
Pero no todo fueron tinieblas aquellos días: el 10 de septiembre una nueva Sibelius llegaría al mundo, Margareta.
La parte final del año dos composiciones le ocuparon con gran afán. "Estoy componiendo prolíficamente. Pienso que sólo ahora - desde que he dejado el alcohol y la nicotina - he sido capaz de pensar y sentir con la intensidad adecuada". Por un lado el poema sinfónico Cabalgata nocturna y amanecer opus 55, finalizado en noviembre, una de las más fascinantes entre las obras maestras para orquesta de Sibelius. El programa de la pieza viene descrita únicamente por el título, que al trasladarse a sonidos se convierte en un díptico con una primera parte de ritmos frenéticos y colores sobrios y diluidos, y una segunda parte épica y repleta de luz majestuosa. Sobre su inspiración dio dos versiones distintas a lo largo de su vida: a su yerno Jussi Jalas le contó que rememora su luna de miel en Karelia, en 1892. A Karl Ekman en cambio le relató que la imagen del poema sinfónico nace durante su viaje a Roma en 1901, bajo la sombra lunar del Coliseo. Quizá el simbolismo de la obra parece mejor recogida en la reflexión filosófica revelada a Rosa Newmarch: "las experiencias internas de un hombre corriente cabalgando en solitario en la oscuridad del bosque; a veces se alegra de estar solo con la Naturaleza; ocasionalmente estupefacto por el silencio o los los extraños sonidos que lo rompen, pero agradecido y exultante en el amanecer".
La otra obra de nuevo parece querer reflejar las voces internas y trágicas del alma del compositor, que sufría de graves problemas financieros y el temor constante de que el mal de su laringe retornarse para acabar con su vida. Cita el comienzo en una carta a Carpelan de 15 de diciembre:
Se trata de una de las obras más íntimas y desnudas del autor, volviendo, tras muchos años de ausencia, a la confidencialidad de la cámara: el Cuarteto en re menos opus 56, que lleva el sobrenombre latino de "Voces intimae". Pero la partitura no será acabada hasta la primavera siguiente, materia para la siguiente parte de nuestro relato.
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Hola.
ResponderEliminarNo viene mucho a cuento respecto del contenido del post pero, puesto que este blog es un punto de encuentro para los aficcionados a la música de Sibelius, quería comentar que el pasado viernes se radió un programa monográfico sobre la quinta sinfonía de Sibelius en "Música y Significado", de Radio Clásica. Hay también uno sobre la segunda. Pueden descargarse aquí:
http://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-y-significado/
Espero que se entienda que cuento esto de buena fe y que no es un intento encubierto de publicitar a nadie, únicamente es un aviso para los aficcionados.
Todo lo contrario, viene muy a cuento, y creo que también puede ser interesante para los lectores, y quien les escribe lo escuchará, sin duda.
ResponderEliminarCualquier publicidad de este tipo, proveniente de instituciones, empresas públicas como es el caso o asociaciones sin ánimo de lucro, es bienvenida sin dudarlo.
En el comienzo de la historia del blog, también seguí la actividad sibeliana en la radio, pero desistí porque no creí que no merecía la pena. Sin embargo cualquier especial o monográfico de interés, desde luego merece ser conocido.
Muchas gracias.
Este blog a el genio suomita,es lacónicamente incandescente y un verdadero tributo a Sibelius.Saludos de un amante de la Natura y las sinfonias de todos los autores del blue planet..
ResponderEliminarMuchas gracias Marcelo por tus amables palabras, y por redundar en la relación entre la música de Sibelius y el amor a la Naturaleza.
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