martes, 12 de octubre de 2010

"Tulen synty" ("El origen del fuego") opus 32: (2) la historia en el "Kalevala" y el texto

Capítulo anterior (1): historia de la obra
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El texto del
"Kalevala" que Sibelius escogió para la cantata "Tulen synty" opus 32 se enmarca dentro del ciclo de la venganza de Louhi sobre Kalevala, que además es continuación del ciclo del robo del sampo. A continuación ofreceremos un resumen de la historia general en la que están enmarcados los versos de la obra musical, así como el texto completo con su traducción al castellano.Väinämöinen e Ilmarinen deciden robar el sampo, el objeto mágico que hace poderosa a Louhi, la Bruja del Norte. Lemminkäinen se les une en la aventura [Runo 39].

Los héroes parten a Pohjola en medio de un gran número de aventuras. Väinämöinen crea el
kántele, el instrumento musical con capaz provocar un gran deleite, pero también realizar poderosos conjuros. Precisamente con el kántele adormece a las gentes del reino del norte, y los hombres de Kalevala pueden robar el sampo y volver a su tierra. [Runos 40-42].


"Las gentes de Kalevala acuden a recuperar el sampo" (1962), ilustración de la artista karelia Tamara Jufa

La música tiene un poder extraordinario en el mundo de "Kalevala". El conjuro siempre va acompañado de música. Se considera incluso el kántele, instrumento que acompañaba al canto kalevaliano al menos en época tardía, es también portador de esa magia.

Atentos los que buscan coincidencias y fuentes literarias, en especial los seguidores de la mitología de
J. R. R. Tolkien: el episodio de Beren robando uno de los silmaril con el poder del canto de Lúthien, como otros tantos del Silmarillion, se inspira en el "Kalevala", en este caso en el robo del sampo gracias al canto hipnótico de Väinämöinen.Louhi despierta enfurecida y envía las fuerzas de la naturaleza contra los héroes. No consigue arrebatarles el sampo, pero Väinämöinen pierde su kántele. El ama de Pohjola se arma con su ejército y lucha contra las gentes de Kalevala, siendo derrotada. Sin embargo, durante el combate, consigue apoderarse del sampo, pero éste acaba por romperse en mil pedazos que caen en el mar. Louhi conserva sin embargo su tapa, y jura venganza contra Kalevala [Runos 42-43].

Unos trozos del sampo se pierden en el fondo del mar, donde se convertirán en tesoros del dios de las olas. Otros trozos caen en tierra, y son recogidos cuidadosamente por Väinämöinen, y esparce por la tierra de Kalevala, transformándose en fértiles semillas que traerán la prosperidad y la felicidad a esa tierra [Runo 43].


Tras el sampo se esconde un mito muy poderoso, que ha sido ampliamente discutido por lo expertos en mitología y folclore. Se trata de un objeto de poder, que genera grano, sal y oro. Parece un símbolo de la fertilidad, pero va incluso más allá. En ocasiones se sugiere su aspecto tecnológico (una especie de molino), y al mismo tiempo su poder sobrenatural. ¿Puede ser el eco del dominio de la agricultura? Quizá quede demasiado lejos: por lo que sabemos, los finlandeses ya eran agricultores antes de la colonización sueca. En todo caso, es el recuerdo de algo muy antiguo. Tan antiguo que el sampo es, en la época en la que se plasmó por escrito el "Kalevala", un símbolo muy abstracto, de búsqueda en sí mismo, como si de una versión del Santo Grial se tratara.
Väinämöinen debe recuperar además su kántele, perdido en los enfrentamientos con el ama de Pohjola, pero al no encontrarlo construye uno nuevo, esta vez con madera de abedul. El viejo bardo puede de nuevo entonar sus cantos [Runo 44].

Pero Louhi no olvida su deseo de venganza, y envía primero enfermedades, y luego el oso de los bosques para acabar con Väinämöinen, pero éste siempre sale airoso. En agradecimiento, entona una vez más su canto, acompañándose de su nuevo kántele [Runos 45 y 46].

Esta vez la música fue tan bella que hasta el sol y la luna descienden junto a Väinämöinen para escucharlo mejor. Pero la bruja de Pohjola aprovecha la circunstancia, y esconde el sol tras un monte y a la luna tras una roca. Y tras la pérfida acción, decide además robar el fuego de las casas de Väinämöinen [Runo 47, 1-40].


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Jo oli yö alinomainen,
pitkä, pilkkoisen pimeä,
oli yö Kalevalassa,
noilla Väinölän tuvilla,
sekä tuolla taivahassa,
Ukon ilman istuimilla.

Tukela on tuletta olla,
vaiva suuri valkeatta,
ikävä inehmisien,
ikävä itsen Ukonki.

Tuo Ukko, ylijumala,
itse ilman suuri luoja,
alkoi tuota ouostella,
arvelee, ajattelevi:
Mikä kumma kuun e'essä,
mikä terhen päivän tiessä,
kun ei kuu kumotakana,
eikä päivä paistakana.

Astui pilven äärtä myöten,
taivahan rajoa myöten,
sukassa sinertävässä,
kirjavassa kaplukassa;
kävi kuuta etsimähän,
päiveä tapoamahan:
eipä kuuta löyäkänä,
päiveä tapoakana.

Tulta iski ilman Ukko,
valahutti valkeata,
miekalla tuliterällä,
säilällä säkenevällä.
Iski tulta kyntehensä,
Järskytti jäsenehensä
Ylähällä taivosessa,
tähtitarhojen tasalla.

Saipa tulta iskemällä,
kätkevi tulikipunan,
kultaisehen kukkarohon
hopeisehen kehään.
Antoi neien tuuitella,
ilman immen vaapotella
kuun uuen kuvoamaksi,
uuen auringon aluksi.

Neiti pitkän pilven päällä,
impi ilman partahalla,
tuota tulta tuuitteli,
valkeaista vaapotteli,
kultaisessa kätkyessä,
hihnoissa hopeisissa.

Hopeiset orret notkui
kätkyt kultainen kulisi.
Pilvet liikkui taivat naukui,
taivon kannet kallistihe
tulta tuuiteltaessa,
valkeaista vaapottaissa.

Impi tulta tuuitteli,
vaapotteli valkeaista.
Tulta sormilla somitti,
käsin vaali valkeaista,
tuli tuhmalta putosi,
valkea varattomalta,
kätösiltä käänteliän,
sormilta somittelian.

Taivas reikihin repesi,
ilma kaikki ikkunoihin;
kirposi tulikipuna,
suikahti punasoronen.
Läpi läikkyi taivosista,
puhki pilvistä pirisi,
läpi taivahan yheksän,
halki kuuen kirjokannen.
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He aquí que fue la noche interminable,
y larga fue la total oscuridad,
noche para siempre en Kalevala,
y en las hermosas moradas de Väinölä [="hogar de Väinämöinen"],
de la misma forma en los cielos había oscuridad,
alrededor del trono de Ukko oscuridad.

La vida sin fuego era pesada,
y sin luz una carga,
triste para toda la humanidad,
triste para el propio Ukko.

Entonces Ukko, el dios supremo,
en el aire el gran creador
empezó a sentirse estupefacto,
a ponderar, a pensar
por qué extraña razón la luna se había oscurecido,
qué había el sol velado,
para que la luna no brillara más,
para que el sol no iluminara.

Entonces fue hacia el borde las nubes,
al borde del cielo,
con sus claras calzas azules,
sus talones multicolores,
y fue a buscar a la luna,
a encontrar la luz del sol,
pero la luz de la luna no encontró,
al sol no descubrió.

En el aire una luz concitó Ukko,
una llama ardió,
de su ardiente espada la concitó,
chispas de su refulgente tizona,
golpeando sobre su uña,
de sus miembros crepitó,
en lo alto de los cielos,
en el estrellada morada de los cielos.

Cuandó así ardió el fuego,
él tomó una chispa,
en una bolsa de oro la introdujo,
en un cofre de plata la colocó,
ordenó a una doncella acunarla,
dijo a una hija del aire que la acunara,
para que una luna nueva pudiera ser formada,
un sol nuevo construido.

La doncella al borde de una gran nube se sentó,
en el margen del aire reposó,
entonces acunó el fuego,
acunó el resplandeciente brillo,
en una cuna de oro lo meció,
con cordeles de plata lo meció.

Las tiras de plata crujían,
la cuna de oro chirriaba,
se agitaban las nubes, los cielos chirriaban,
las columnas del cielo se balanceaban,
con el mecer del fuego,
con el mecer del brillo.

Pero cuando la doncella el fuego estaba meciendo,
mimando la pequeña llama,
con sus dedos movía el fuego,
con sus manos atendía al fuego,
la estúpida doncella lo dejó caer,
cayendo por la necia la llama,
de sus manos el fuego se precipitó
de entre los dedos de su guardiana.

Entonces el cielo se llenó de agujeros,
todo el aire se pobló de ventanas,
se agujereó por las chispas del fuego,
entonces el rojo rayo cayó rápidamente,
un hueco se iluminó en el cielo,
y a través de las nubes cayó,
a través de los nueve cielos,
a través de las seis tapas de los cielos.

[Runo 47, 41-110]
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En estas líneas, que son las utilizadas por el compositor finlandés, se aglutinan de nuevo viejos ecos de mitos ya muy diluidos, aunque de naturaleza claramente cosmológica. Puede corresponderse con el fenómeno de sol de la medianoche, más allá del Círculo Polar Ártico (Pohjola, el reino que roba el sol y la luna, además del calor). Puede ser una descripción de un simple eclipse solar, que como es conocido llegaba a provocar pánico en muchos pueblos de la antigüedad. O un oscurecimiento prolongado provocado por una nube volcánica o algún fenómeno meteorológico. En cualquier caso una imagen muy viva que pudo dejar su impronta en la memoria colectiva.

 Sol de medianoche
 
Väinämöinen e Ilmarinen van en busca del fuego perdido, que Ilmatar, la Hija del Aire, les revela ha sido tragado por un pez. Tras varios intentos atrapan el pez, pero el fuego se le escapa de entre las manos a Ilmarinen, provocando un gran incendio en Kalevala. Tras diversas peripecias logran atraparlo [Runo 47, 111-364 y Runo 48].

Una humanidad sin capacidad de producir fuego va demasiado atrás para considerar que se trata del reflejo de algo real, una época en que el elemento debía conservarse sin poder crearse de nuevo. Pero podemos imaginar unas condiciones tan duras como las del Círculo Polar, donde tal idea sí podía surgir en la imaginación, sin tener que haberse inspirado en un hecho auténtico. El mito y la leyenda crean mundos posibles para reflexionar y extraer lecciones de ellos. Aquí la lección es que el fuego es un regalo divino, sólo del ámbito de los dioses es posible algo tan mágico y beneficioso para la vida humana.

Ilmarinen intenta forjan un sol nuevo y una luna nueva, pero ni lucen ni emanan calor. Väinämöinen pide ayuda al Creador, y le es desvelado que los astros están guardados en un monte de Pohjola. Los encuentra, pero no logra penetrar en el escondrijo. Vuelve, y pide al herrero Ilmarinen que le forje armas que le permitan entrar en el monte. Entonces Louhi se siente atemorizada, y resuelve liberar al sol y a la luna. Väinämöinen saluda a los astros cuando retoman su curso, y pide que siempre se así [Runo 49]. 

"Väinämöinen crea las luces" (1859), de Robert Wilhelm Ekman (1808-1873)

Esta parte del "Kalevala", una de las más fantásticas y arcaicas, fascinaba a nuestro músico. El saludo de Väinämöinen a la luna y al sol ya había sido musicado por Jean Sibelius el año anterior a la cantata, en 1901, dando origen un poderoso coro a capella para voces masculinas, "Terve kuu" ("Salve luna") opus 18 nº2.

Sea lo que sea que inspira el relato del robo del sol, de la luna y el fuego, la naturaleza (cíclica siempre en el "Kalevala") retoma siempre su curso natural, y como un sueño de una era inmemorial, se recuerda a través de los versos de los poetas y los bardos, acompañados, como el justo y viejo Väino hizo en el tiempo primero.

Nuestro músico lo rememora aquí en un momento en que la luz ha sido robada de nuevo en Finlandia, y hacen falta nuevos héroes que enciendan de nuevo el fuego que a todos ilumine de nuevo, y el poder de Ukko y el canto de Väinämöinen vuelvan a traer el calor a los corazones de su pueblo.
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Capítulo siguiente (3): análisis y la versión original

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