viernes, 5 de febrero de 2010

"Flickan kom ifrån sin älsklings möte" ("La chica retornó del encuentro con su amante") opus 37 nº5 (1901)

Hoy, como todos los 5 de febrero, se celebra en Finlandia el Día Runeberg, el día de las letras en el país nórdico. Además de ser una fiesta de la literatura, al estilo de nuestro "Día del Libro", se conmemora el nacimiento del poeta Johan Ludvig Runeberg (1804-1877), considerado el mayor vate que ha dado Finlandia.

Runeberg según el retrato de Albert Edelfelt , en una fotografía a partir del óleo (1899-1900)



Como no podemos ofrecerles uno de los famosos "pastelillos Runeberg", que los finlandeses devoran con avidez estos días, sí podemos invitarles a conocer una de las canciones más célebres que Jean Sibelius escribiera sobre versos del poeta, "Flickan kom ifrån sin älsklings möte" ("La chica retornó del encuentro con su amante"), publicada bajo el opus 37 nº5.
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Flickan kom ifrån sin älsklings möte,
kom med röda händer. Modern sade:
"Varav rodna dina händer, flicka?"
Flickan sade: "Jag har plockat rosor
och på törnen stungit mina händer."

Åter kom hon från sin älsklings möte,
kom med röda läppar. Modern sade:
"Varav rodna dina läppar, flicka?"
Flickan sade: "Jag har ätit hallon
och med saften målat mina läppar."

Åter kom hon från sin älsklings möte,
kom med bleka kinder. Modern sade:
"Varav blekna dina kinder, flicka?"
Flickan sade: "Red en grav, o moder!
Göm mig där och ställ ett kors däröver,
och på korset rista, som jag säger:

En gång kom hon hem med röda händer,
ty de rodnat mellan älskarns händer.
En gång kom hon hem med röda läppar,
ty de rodnat under älskarns läppar.
Senast kom hon hem med bleka kinder,
ty de bleknat genom älskarns otro."

["Dikter" (1830): XLII . Idyl och epigram - 1]


La chica retornó del encuentro con su amante,
vino con las manos rojas. La madre dijo:
"¿por qué están tan rojas tus manos, chica?"
La chica dijo: "he estado recogiendo rosas
y me he pinchado con sus espinas las manos".

De nuevo retornó del encuentro con su amante,
vino con los labios rojos. La madre dijo:
"¿por qué están tan rojas tus manos, chica?"
La chica dijo: "he estado comiendo frambuesas
y con el jugo me he manchado los labios".

De nuevo retornó del encuentro con su amante,
vino con las mejillas pálidas. La madre dijo:
"¿por qué están tan pálidas tus mejillas, chica?"
La chica dijo: "¡prepara mi tumba, oh madre!
Ocúltame allí y planta una cruz,
y sobre la cruz, graba esto que te digo:

Una vez ella vino con la manos rojas,
ya que enrojecieron entre las manos de su amante.
Una vez ella vino con los labios rojos,
ya que enrojecieron entre los labios de su amante.
Finalmente ella vino con las mejillas pálidas,
ya que empalidecieron por la infidelidad de su amante".
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El texto refleja mucho del estilo y las temáticas propias del gran poeta finlandés en lengua sueca. El aspecto más reseñable sería sin duda el tono de canción popular que recorren sus versos, con paralelismos directos y una gran sencillez en su lenguaje, conversacional, muy natural. Es un ejemplo claro del romanticismo amoroso que caracteriza buena parte de la obra de Runeberg, en este caso girando en torno al desengaño. También está muy presente el pesimismo intenso de la poesía nórdica romántica. Bajo la excusa de su tono folclórico y su sencillez hay un trasfondo que saca a relucir una de las preocupaciones del autor de esas líneas: el sexo frente a la moral de la época, los impulsos latentes frente a las costumbres y tradiciones que tratan de esquivarlos...

La composición de la obra musical se situó no en Finlandia curiosamente, sino durante una estancia de Jean Sibelius en Berlín, que se prolongó desde el otoño de 1900 a enero de 1901, etapa previa de un largo viaje hacia Italia. Precisamente se ha datado en esos primeros días del año 1901, antes de partir hacia el sur de Europa.

La canción se estrenó a finales de enero en el propio Berlín, bajo la voz de Ida Ekman (esposa de Karl Ekman), una soprano que difundió muchas de las obras líricas de Sibelius en Finlandia y por todo el continente, y con la que el compositor entabló una importante y fructífera amistad.

Tras el estreno - y su publicación dentro del opus 37, que reunía otras canciones de esos años sobre diferentes poetas - la pieza se convirtió en una de las obras más populares e interpretadas del autor. Fue cantada en alemán, francés o inglés (bajo el título de "The tryst" en el último caso, traducible como "La cita secreta"), y su enorme fama duró varias décadas más. El propio compositor no se decidió a orquestarla como sí sucedió con otras de sus canciones más célebres, tal vez porque ninguno de sus intérpretes favorito lo solicitó (como en otras orquestaciones) o tal vez porque Sibelius no creyera en tal instrumentación, y prefiriera dejar la obra para la intimidad del salón. Pero sí autorizó la orquestación de Ernest Pingoud, un notable compositor finlandés - de planteamientos vanguardistas, un futurista próximo al último Scriabin -. Ésta versión es muy usada en los conciertos líricos, casi tanto como la original para voz y piano.

Tras la Segunda Guerra Mundial su proyección disminuyó. Esto se debió en parte a la oposición adorniana a Sibelius, pero sobre todo a la exigencia cada vez mayor de que las canciones de concierto se cantaran en su lengua original. Presupuesto éste en el que por supuesto coincidimos, pero que hay que reconocer que no ha beneficiado en absoluto a las obras vocales del maestro, cantadas en lenguas tan poco frecuentes como el sueco o el finés. Por suerte el altísimo nivel musical de los países nórdicos, y el labor de algunos cuantos músicos foráneos y atrevidos ha permitido que aún suene con asiduidad esta bella canción, quizá la más famosa (junto a "El diamante en la nieve de marzo" opus 36 nº6) de todas cuantos salieron de los pentagramas del genio finlandés.

Como curiosidad, señalar que este mismo texto dio origen a otra partitura, escrita en 1893 por el compositor sueco Wilhelm Stenhammar (1871-1927), un trabajo estimable aunque muy lejos de la calidad de la canción de Sibelius. Años más tarde, Stenhammar se convertirá en un buen amigo y admirador del autor finlandés, y un defensor a ultranza de su música en Suecia.


Análisis

Musicalmente, "Flickan kom ifrån sin älsklings möte" se enmarca dentro del periodo "romántico". La estética de este momento tiende a la tradición tardorromántica europea, con un colorido singular que se puede considerar plenamente "nórdico". En estas obras Sibelius ha abandona algo de su atrevido e incluso salvaje estilo de años anteriores para adoptar un vocabulario mucho más cosmopolita. A nuestro compositor se le ha presentado habitualmente por su filiación respecto a Chaikovsky y Grieg, normalmente como una crítica. Pero aunque tal punto de vista es reduccionista y en parte falso, en algunas obras de este periodo es mucho más visible, e indudable en canciones como ésta, que posee un nítido sabor a las canciones de Grieg. No obstante, Sibelius es siempre algo más dramático y con menor complacencia lírica que el compositor noruego. Todo, sea dicho de paso, sin menoscabo a la originalidad de Sibelius, que indudablemente vuelca su personalidad en la pieza, y sin quitarle ni un gramo de genialidad a las hermosas miniaturas de Grieg.

En cuanto a la forma, "La chica retornó del encuentro con su amante" es una sencilla canción estrófica variada, donde la misma melodía se repite a lo largo de las estrofas del poema, aunque con cambios que dan oportunidad al dramatismo. La línea melódica es muy lírica a pesar de que siempre es silábica, esto es, a cada nota le corresponde el texto sin ocasión a adornos, quizá correspondiendo a su imitación de lo popular.

El acompañamiento del piano es típicamente sibeliano con su figura sincopada y con su pedal. Si en otras ocasiones la parte pianística otorga a las canciones un fondo simbólico o descriptivo, en esta ocasión aporta simplemente el sentido de agitación interior del texto. Aquí tenemos el comienzo del mismo en Re bemol Mayor, el tono de la mayor parte de la canción:

La melodía de la mano derecha, con su carácter descendente y sus apoyaturas armónicas, se encontrará en la última estrofa de la voz, aunque está relacionada ya con la melodía vocal, que entra en el cuarto compás del ejemplo anterior. En el ejemplo musical siguiente transcribimos la parte vocal de la primera estrofa completa:

Vemos, como ya hemos dicho, su recorrido silábico y melifluo. Hace uso de numerosas sensibles, acentuando su idea romántica. La mayoría de sus semifrases termina de la misma manera, con una cuarta descendente seguida de una nota repetida. Tanto el intervalo descendente como la nota repetida son características que emulan a la canción folclórica finesa (aunque suele ser una quinta antes que una cuarta), y al idioma mismo finés (aunque el texto está en sueco, contradicción nada rara en Sibelius), que nuestro músico incorporó desde el comienzo de su carrera como compositor a su propio estilo. La música cambia de tono en el último verso, condensando así el significado de todo el poema (y toda la composición además)

La canción prosigue con una segunda estrofa idéntica. El desarrollo conversacional del texto permite a los cantantes cierta expresión dramática, que si no es exagerada da muy buenos resultados musicales.

Correspondiendo al cambio en el texto, en la tercera estrofa escuchamos una nueva dimensión musical, trágica y paralizante:

El tono ha pasado a do# menor, el relativo menor del Re bemol Mayor escuchado hasta ahora. El diseño del acompañamiento también es diferente, primero con esos paralizantes acordes que luego nos conduces a los arpegios dramáticos que acompañan la confesión de la dolorida muchacha.

La última estrofa es como un resumen de toda la canción, tomando la voz la melodía del piano que daba comienzo a la sång, que no es sino una variante de la melodía principal, si bien con un pesimista dibujo descendente. La canción termina en do# menor, sin salida ni esperanza.


Discografía

Son muchas las grabaciones que existen de esta canción, si bien vamos a dejar a un lado los registros de los habituales recitales impersonales, en la que esta canción es una de muchas oportunidades para el bel canto, y centrarnos en los registros más sibelianos.

Una pequeña excepción a esta premisa la haremos con esta maravillosa grabación:
La voz de Barbara Bonney es hermosísima y de un lirismo desbordante. La cantante, de origen americano, vivió muchos años en Suecia (su marido es el gran barítono Håkan Hagegård), y tiene un perfecto conocimiento de los poetas y los músicos del repertorio de los países nórdicos. Por ello nos ha dejado esta buena versión de la canción, aunque la soprano lírica brille mucho más que el pianista (el disco en sí, dedicado a Sibelius, Grieg y otros autores nórdicos, no tiene desperdicio...)
Barbara Bonney, soprano • Antonio Pappano, piano
DECCA (2000)
Interpretación: 7 • Sonido: 7,5 • Estilo: 7

El resto de las versiones están mencionadas en la discografía de la entrada que dedicamos en su día a las canciones, y las integrales o monográficos. A continuación detallaremos comentaremos la interpretación de esta canción en concreto, comentándola brevemente (sigan el enlace si desean más datos sobre los discos).

Anne Sofie von Otter es sin duda la referencia absoluta, con su tono confesional y narrativo, enterneciéndose y entristeciéndose al comunicar la triste historia de la muchacha. Además está acompañada por un buen músico sibeliano, Bengt Forsberg, que nos demuestra la importancia de la parte instrumental de estas canciones, incluso en esta, donde el acompañamiento es más subsidiario. El conjunto es enormemente expresivo, dando cuenta de la calidad de esta composición, haciendo que ésta no sea sino una pequeña obra maestra.
Interpretación: 9 • Sonido: 8 • Estilo: 9

Karita Mattila (con Ilmo Ranta, para Ondine) canta esta "sång" con gran dramatismo y fuerza casi operística, aunque sin perder nunca la elegancia que siempre la acompaña.
Interpretación: 7,5 • Sonido: 8• Estilo: 8

Tom Krause, junto con Irwin Cage, se atreve con esta canción que suele ser terreno para las cantantes femeninas. Su interpretación es narrativa como la de Otter, pero no es capaz de transmitir la misma emoción, y es algo distante en general, aunque en el final de la partitura se muestra acertadamente desolador.
Interpretación: 6,5 • Sonido: 7 • Estilo: 7

Por último Jorma Hynninen nos lega un registro de la orquestación de Pingoud acompañado por la Orquesta Filarmónica de Tampere y Leif Segerstam a la batuta. La orquestación en realidad favorece poco a la intensidad de la música, se nos antoja un tanto innecesaria (cuando no directamente espúrea), pero Hynninen y Segerstam hacen un magnífico labor, y nos dejan claro cuán importante es en Sibelius conocer bien el estilo. El barítono canta con emoción y drama, sin dejar sin embargo espacio para los excesos, y siempre con la perfecta mezcolanza de intimismo y pasión que le define.
Interpretación: 7,5 • Sonido: 8 • Estilo: 8,5

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Para la ilustración sonora de la pieza damos oportunidad a tres grabaciones distintas, reflejo de la fama de la pieza, las tres con magníficas voces.

La versión del compositor de la canción se la podemos escuchar las delicadísimas notas de Barbara Bonney (con Antonio Pappano al piano). La intérprete americana es una excelente liederista, y una de las mejores cantantes foráneas del repertorio nórdico, y aquí lo demuestra con creces. El color inocente de su voz acentúa el pesimismo del poema. Lástima que el sonido no acompañe:


La soprano Birgit Nilsson, una de las más grandes cantantes de la historia interpreta aquí la orquestación de Pingoud, acompañada por Bertil Bokstedt dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena, con tintes operísticos, pero con la increíble e histórica voz de la cantante sueca llenando el universo entero:


Karita Mattila canta también la versión orquestal, con Esa-Pekka Salonen dirigiendo a la Orquesta de la Radio Sueca. La gran soprano finlandesa interpreta la canción con un gran apasionamiento y enorme fuerza:

3 comentarios:

  1. Magnífico regalo el de este post. He disfrutado increíblemente con las tres interpretaciones además de la traducciön al castellano, que siempre ayuda, vaya, todo un detalle.
    Yo, personalmente, me quedo con Karita Matila, quizás por la intensidad que le echa al asunto, más allá de su imperial presencia visual. Su voz me suena un poco destemplada pero creo que para el caso representa un atractivo. También me llama la atención cómo parece deleitarse en la sonoridad de la palabra "flicka". En fin, pura redención por el arte, si se me permite el típíco-tópico wagneriano.

    De Bonney destacaría sobre todo la bellísima manera de decir la frase "Jag har ätit hallon och med saften målat mina läppar" y en general, los tres primeros versos de la tercera estrofa, inigualablemente cantados, con extrema sensibilidad.

    Por cierto, Pappano ha triunfado como director dirigiendo Lohengrin en Bayreuth, un Tristán discogràfico con Domingo y la sueca Stemme y con un Don Carlo en dvd, precisamente con Matila.

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  2. Me alegro de que te hayan gustado las grabaciones, aunque yo me quedo con Bonney, je, je. Pero es algo más subjetivo.

    Los textos son imprescindibles siempre en este género, como buen liederista Sibelius musica textos, los siente y los vive, no son una simple excusa para bellas melodías. Sucede lo mismo con Schubert, Schumann, Richard Strauss, Mahler, Wolf... no deberían escucharse sin el texto delante.

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  3. La aparición de nuevos youtubes posibilita la ampliación de antiguos apuntes. Para el caso de el que nos ocupa las interpretaciones de Kirsten
    Flagstad o Nina Stemme.


    https://www.youtube.com/watch?v=bQRPrsD95Ws


    https://www.youtube.com/watch?v=bQRPrsD95Ws

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