El grupo promovió entre otras actividades las dos publicaciones que precisamente dan nombre al círculo, llamadas "Päivälehti" (traducible sencillamente como "El diario", título más comprometido de lo que parece si pensamos que no existía ningún periódico anterior escrito en finés), y el anuario "Nuori Suomi", editado para cada Navidad.
Numero 0 del diario "Päivälehti", del 16 de diciembre de 1889
Aunque Sibelius no perteneció al grupo propiamente dicho, sí colaboró con él, y tuvo una especial amistad varios de sus miembros: los hermanos (y desde 1892 cuñados) Järnefelt, y los pintores y músicos citados. Participó además con algún escrito en sus publicaciones, además de alguna pequeña partitura publicada en "Nuori Suomi". Pero sin duda su más significativa contribución a la ideología y los actos del grupo fue la "Música para las Celebraciones de la Prensa".
"Päivälehti" se había convertido en el principal referente del pensamiento finlandés cuando el 15 de febrero fue promulgado el ya conocido Manifiesto que restringía como nunca antes la autonomía del Gran Ducado de Finlandia. Entre las medidas se anunciaban duras normativas que afectaban al derecho de expresión y de reunión.
En las obras del Sibelius de aquellos días flotó un claro espíritu combativo, un sentimiento nacional herido pero orgulloso, que podemos encontrar tanto en su inspiración como en la recepción que tenían sus composiciones. En un concierto celebrado en la Universidad de Helsinki el 26 de abril, nuestro autor estrenó dos obras inmortales: el coro "Atenarnes sång" ("Canto de los atenienses") opus 31 nº3 y la versión original de su Primera Sinfonía. El coro claramente es una llamada a la lucha ante la situación (un poema de guerra de la Grecia antigua - lo que lo haría pasar desapercibido a los censores - traducido libremente por Rydberg) y entusiasmó por su llamada al valor popular ante el enfrentamiento. Pronto ganó enorme fama (procurada por los numerosos arreglos del propio autor) y se convirtió en algo semejante al Coro de esclavos del "Nabucco" de Verdi ante la dominación austro-húngara, un himno patriótico y de resistencia.
La Sinfonía, sin tener ningún programa y en cambio sí, curiosamente, influencias de la música rusa, fue contemplada en el furor del momento como máximo símbolo de Finlandia, de su personalidad y de su arte. Según Richard Faltin, "el compositor habla el lenguaje de la humanidad, pero una lengua que no es sino la suya".
Durante los meses siguientes cuatro grandes diarios fueron cerrados, entre ellos por supuesto el principal, el Päivälehti, clausurado en septiembre por tiempo indefinido. La reacción ante estos ataques a la libertad fueron numerosas muestras patrióticas y actos benéficos que desafiaban sutil pero abiertamente las medidas del Manifiesto.
Sibelius atendió a la petición de un estreno para el concierto organizado la Asociación de Estudiantes Savo-Karelios en Helsinki, el 21 de octubre con la obra "Isslossningen i Uleå älv" ("La ruptura del hielo en el río Oulu") opus 30. Aunque el poema de Topelius fue escrito originalmente para el zar Nicolás II (celebrado por el nacionalismo finlandés por su restauración de la Dieta), en aquellos momentos y precediendo a una nueva interpretación del "Canto de los atenienses", el mensaje patriótico estaba muy claro. La composición muestra claras premoniciones de Finlandia opus 26.
Un acto a una escala muchísimo mayor fue organizado para los días 3, 4 y 5 de aquel noviembre de 1899. La situación de los trabajadores de Päivälehti era incierta, y para ayudarles se creó un fondo de pensiones. Para lograr incrementar la recaudación, se organizaron aquellos tres días de 1899 las "Celebraciones de la Prensa". Desde luego el propósito benéfico era una petición oficial al que los censores no se negaron, pero en el trasfondo bullía la protesta contra el ataque a la libertad de expresión que suponía el cierre del periódico.
Para el día central, a Kaarlo Bergbom (director teatral, el máximo promotor de las representaciones en finés de la época) se le encargó la organización de unos "cuadros históricos", tableaux vivants que representaran los principales momentos de la historia de Finlandia, que se estrenarían en el Teatro Sueco.
El Teatro Sueco (1866) en la actualidad
Los versos para acompañar a los cuadros fueron encargados a Eino Leino, que aunque no tenía una buena relación con Bergbom, aceptó dada la dimensión del evento. Pero no pudo acabar el texto, que fue finalizado por Jalmari Finne. Sibelius recibió el encargo de la música, un hecho natural. La composición, exclusivamente para orquesta comprendía un preludio y música para introducir cada uno de los siete cuadros en la que estaban estructurados los cuadros, más cuatro breves compases para el tableau sexto. Este tipo de veladas no era nada rara en aquellos tiempos, y ni siquiera la primera vez que Sibelius escribía música para ellas (en 1893 lo hizo en la "Música para la Asociación de Estudiantes de Viipuri" JS.115, más conocida como "Karelia").
Tras un breve discurso en finés y en sueco, estas fueron los cuadros que se representaron en aquella velada:
I. Väinämöinen encanta a la naturaleza, y a las gentes de Kalevala y Pohjola, con su canción
II. Los finlandeses son cristianizados
III. Escena de la corte del Duque Johan
IV. Los finlandeses en la Guerra de los Treinta Años
V. La Gran Hostilidad
VI. Finlandia despierta
El propio Sibelius dirigió a la Orquesta de la Sociedad Filarmónica. La gala al completo fue un gran éxito de concurrencia (a pesar de que el precio elevado de la entrada), una cita indispensable para el Helsinki de la época. Y fue un enorme éxito para la audiencia, entusiasmada gradualmente hasta llegar al apoteósico número final, "Finlandia despierta". Para aquellos que no pudieron asistir, Sibelius volvió a dirigir la obra dos días más tarde.
La música al completo no se volvería a interpretar en vida del autor después de ese último concierto, ya que nuestro compositor pensó en revisar la partitura completa. Pero de nuevo el hipercrítico Sibelius se impuso (posiblemente por influencia de Kajanus), y tres números en forma revisada se convirtieron, las Scènes historiques I opus 25 (rev.1911), y el brillante final en la celebérrima Finlandia opus 26.
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En dos próximos post hablaremos de cada una de las piezas que nuestro compositor escribiera para este magno evento. Y recurriremos de nuevo a la historia de Finlandia, al menos brevemente, para explicar los hechos que se representan en cada uno de los cuadros, ya que la música de Sibelius está inmersa en aquellos episodios.
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