lunes, 18 de septiembre de 2017

Los melodramas de Jean Sibelius

Bajo la etiqueta de "melodrama" en Sibelius reunimos una serie de obras de muy difícil clasificación en cuanto género, puesto que a pesar de que todas ellas tienen la voz recitada como elemento común, en realidad el grado de participación de esta, y el papel de la música varía. No es, al menos en Sibelius, un género o un subgénero de su producción, al menos propiamente dicho, sino una denominación transversal que sí reúne a varios títulos de los que sí es posible hablar en conjunto, y así destacarlos frente a las otras etiquetas donde normalmente acaban clasificados.

La idea de unir un poema recitado, hablado, sin la entonación propia del canto (que después de todo ha sido casi toda la historia la forma habitual de la poesía), a una música normalmente instrumental, posiblemente sea antiquísima, pero de manera formal, esto es, una música expresamente compuesta para acompañar a un poema recitado, no se sitúa hasta el último tercio de del siglo XVIII, cuando Rousseau pidió al compositor Horace Coignet (1736-1821) piezas para acompañar a su "Pygmalion" en una representación de 1770, añadiendo música de su propia pluma. Surge entonces la idea de partituras instrumentales que acompañaban, realzaban, e intensificaban el drama, siendo un vehículo expresivo de la acción teatral. Desde entonces el melodrama queda unido al teatro, y junto con él también se convierte en una de las opciones dentro del género de la "música incidental", además de preludios, interludios, canciones dentro de la acción, etc. 


"Melpomene" (musa de la tragedia - y  del canto-) del pintor norteamericano Edward Emerson Simmons (1852–1931). El mural (1896) puede contemplarse en el Edificio Thomas Jefferson de la Biblioteca del Congreso, en Washington, D.C. 

En el siglo XIX, bajo la idea romántica de la fusión de las artes, hay representaciones en las que los melodramas de una música incidental llegaban a abarcan una parte considerable de la obra teatral, hasta el punto que "melodrama" se convertía en la descripción en sí del tipo de obra. Así, en "La Arlesiana" de Bizet para el drama de Alphonse Daudet, ejemplo paradigmático del "melodrama", la música llega a cubrir casi toda la acción teatral. Ni que decir tiene que en el siglo XX tal grado de participación de la música se ha convertido en algo característico del cine, donde la llamada "banda sonora" ha llegado a ocupar también casi toda una producción, y llega a ser tan importante como la propia actuación (o incluso llega a superponerse dramáticamente, simbólicamente o como guiño al espectador).

Pero aquí nos referimos al melodrama dentro de la música incidental (o los tableaux vivants), que sí que se merece el título de género dentro de la producción sibeliana, sino a las piezas individuales, no teatrales, que se ponen al servicio de un poema lírico, sin que medie en principio un escenario o una representación teatral en ellas. Este tipo de partituras, sin ser muy habitual, presenta unos cuantos antecedentes, sobre todo en el repertorio alemán:  un primigenio experimento de Schubert y varios melodramas de Schumann, lo atestiguan, además de, años después, el sensacional "Enoch Arden" de Richard Strauss. El músico viajero por excelencia, Franz Liszt, además de usar el alemán, escribió melodramas extensos para acompañar poemas en ruso y en húngaro...

En todo caso, el ascendente germánico explica el que este tipor de melodramas poéticos no sean nada raros en el siglo XIX de los músicos nórdicos, incluyendo el propio Sibelius, que nos legó casi una docena de obras. Como es muy difícil generalizar sobre ellas, demos unas pocas notas sobre cada caso. Indicaremos los datos de la obra (título, poeta, plantilla, etc.), y además daremos cuenta si la obra es interpretable sin la recitación o la requiere, y en qué grado:

"Trånaden" ["Deseo"] (Erik Johan Stagnelius) JS.203, para recitador y piano (verano de 1887), para uso privado. No está especificado en el manuscrito si la recitación debe hacerse simultánea a la música o alternarse entre los distintos movimientos. Tawaststjerna apunta a esto último. Es interpretable sin recitación como suite para piano.

"Den lilla sjöjungfrun" ["La sirenita"] (Hans Christian Andersen, en traducción al sueco) JS.59, para recitador y cuarteto de cuerda (febrero? de 1888). Inacabada, perdida excepto por el primer violín de la primera de cuatro partes, pero utiliza principalmente piezas para cuarteto (previamente?) compuestas (y conservadas). Posiblemente la recitación alternara, al menos parcialmente, con el texto. De haberse terminado la duración sería muy extensa, lo que haría muy difícil su ejecución.

"Näcken" ["La ondina"] (Gunnar Wennerberg) JS.138, para soprano, recitador, violín, violoncello y piano (estrenada el 9 de abril 1888). Técnicamente es una canción para una obra de escena, de la que Wegelius compuso el resto, reservando este número a su alumno. La recitación alterna con las estrofas de la canción, sin música, hasta que esta acaba, y entonces es el momento del auténtico melodrama, basado en el ritornello de la sång, que modula al final, para dar paso a la pieza de Wegelius que eventualmente la seguía. Si se prescinde de esta última parte, la canción podría interpretarse sin la recitación.

"O, om du sett" ["Oh, si hubieras visto"] (Ellen Hackzell) JS.141, para recitador y piano. Un caso muy semejante al "Trånaden" JS.203, compuesto también en verano, pero del año siguiente, 1888. El texto se alterna entre pasajes instrumentales y es muy posible, como apunta Andrew Barnett, que en origen se trate de una pieza para piano que se hubiera adaptado para tal fin (y por lo tanto puede ser revertida a la supuesta disposición original e interpretarse sin recitación).

"Svartsjukans nätter" ["Noches de celos"] (Runeberg) JS.125, melodrama para recitador, soprano, violín, violoncello y piano. Estrenada el día 5 de febrero de 1893, supone una plena ejemplo paradigmático del género, en el que la narración y la música se fusionan con toda perfección. La plantilla instrumental, que recurre a una maravillosa vocalise, crea atmósferas y sonoridades perfectas para reproducir la totalidad del poema del bardo finlandés en lengua sueca, lo que hace que la composición llegue a durar 15 minutos. La música no es interpretable sin el poema, pero Sibelius rescató parte de la sensacional partitura - objetivamente difícil de programar en un recital - en dos sus Impromptus para piano opus 5 (los dos finales, los nos. 5 y 6), que a su vez arregló para orquesta de cuerda (Impromptu para cuerda, sin número de catálogo). No obstante este melodrama merecería un puesto destacado en cualquier recital camerístico del maestro.

Runeberg y Topelius, una imagen para la historia de la literatura finlandesa del siglo XIX. Fotografía del 19 de febrero de 1863, conservada en la Sociedad de Literatura Sueca en Finlandia.
  
"Skogsrået" ["La ninfa del bosque"] (Rydberg) opus 15, melodrama para recitador, piano, dos trompas y cuerda. Estrenada el 9 de marzo de 1895 (aunque la composición pudo comenzarse el otoño anterior), constituye una de los dos formatos para la pieza, siendo la otra un poema sinfónico del doble de compases en extensión. Aunque el propio autor afirmó que el melodrama dio origen a la versión orquestal, hoy en día creemos que trabajó en ambas partituras a la vez y con la vista más puesta en el poema sinfónico. En todo caso, esta versión fue finalizada y estrenada antes. La música, con una plantilla propia de una orquesta de cámara, se ajusta a la perfección al texto (sus secciones se corresponden con las de la partitura), y es en teoría interpretable por separado, aunque la existencia del poema sinfónico hace esta posibilidad superflua. Dedicaremos a esta obra (en todas sus versiones) un próximo post. 

"Islossningen i Uleå älv" ["La ruptura del hielo en el río Oulu"] (Topelius) opus 30, para recitador, coro masculino y orquesta. Esta pieza patriótica fue estrenada el 21 de octubre de 1899. El poema, lleno de alusiones políticas veladas, está declamado entre intervenciones musicales. En el centro de la pieza el coro canta los versos del poeta finlandés, que vuelven al recitador para concluir, dando como resultado una pieza inclasificable en cuanto a género. No es interpretable por separado: la música inicial y final consta de pequeños fragmentos, muchas veces solo acordes, y perdería su continuidad sin la narración que le sirve de base. El coro central sí podría ser interpretado parcialmente, de hecho el propio autor seleccionó una estrofa ("Nejden andas") para arreglarla como coro a capella en 1913.

• "Snöfrid" (Rydberg) opus 29, improvisación para recitador, coro mixto y orquesta. Estrenada el 20 de octubre de 1900 es un caso inverso al anterior: la recitación, acompañada solo de acordes, se intercala en medio de una gran pieza para coro y orquesta. Así, el efecto es más cercano al de una escena teatral que al de un melodrama salonístico. En teoría este impromptu podría suprimir la parte declamada (que no es demasiado larga), pero no tendría mucho sentido dramático, justamente en una pieza magnífica de fuerte impacto emocional.

"Grevinnans konterfej" ["El retrato de la condesa"] (Anna Maria Lenngren, ampliado por Zacharias Topelius) JS.88, para recitador y cuerda. Escrito en diciembre de 1906 para una sociedad lingüística femenina, cumple a la perfección su misión, con una música atmosférica y muy suave, que permite recitar el corto poema a la vez que la realza. Si no fuera por la fecha, bien podría pasar como una pieza de música de cine de lo más característico (y mejor). A pesar de su textura liviana, puede ser interpretada por separado, como una partitura para orquesta de cuerdas, y así ha sido de hecho grabada (Osmo Vänskä además la ha incluido como "propina" de alguno de sus conciertos). 

"En glad musikant" ["Un músico feliz"] (Ture Rangström) JS.70, para violín solo con texto sobre la partitura. Escrita en un algún momento entre 1924 y 1926, se trata de una obra escrita para el instrumento de cuerda sin acompañamiento, sin indicar si el poema debía ser recitado con la música o simplemente formar parte de su escritura. En todo caso es un obra de ámbito personal: una dedicatoria de un compositor a otro compositor, del compositor sueco Rangström a su amigo Sibelius, en la que reflexiona sobre la plenitud que consigue el músico solo a través de la música. Las dos grabaciones de la obra hasta ahora (Jaakko Kuusisto para BIS y Fenella Humphreys) prescinden de la recitación (aunque el disco con el violinista finlandés nos trae el poema en su folleto).

El compositor sueco Ture Rangström (1884-1947)

•  "Ett ensamt skidspår" ["Una solitaria pista de esquí"] (Bertel Johan Sebastian, Barón Gripenberg) JS.77a, para recitador y piano. Escrito en diciembre de 1925, este bellísimo melodrama consiste en una pieza de piano para acompañar al poema de Gripenberg, y puede ser interpretado sin declamación. La textura de la música casi parece demandar la instrumentación de un amplio grupo de cuerdas, y en efecto, Sibelius arregló la partitura para cuerda y arpa en 1948, un trabajo en medio del "silencio de Ainola". La pieza puede ser interpretada sin recitación, pero hasta donde sabemos todas las grabaciones (en su mayoría de la cristalina, casi mágica versión orquestal) no prescinden de los melancólicos versos de Gripenberg.
_________

Ilustraremos este singular grupo de obras con esta última, el poema "Una solitaria pista de esquí" con el acompañamiento orquestal de Sibelius. A continuación podrán escuchar una grabación en vivo desde el Centro Finlandés de París, con Vincent Figuri recitando el poema y la Ensemble Calliopée acompañando (2004):




No hay comentarios:

Publicar un comentario