miércoles, 12 de junio de 2013

Cuarteto de cuerda en re menor opus 56 "Voces intimae" (1909): 3. II. Vivace (análisis)

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El segundo tiempo del Cuarteto "Voces intimae" es un muy breve movimiento (menos de 3 minutos), con indicación de Vivace y carácter de scherzo. Pero es un movimiento singular, quizá el que más de todo el cuarteto, aunque no sea el más importante dramáticamente. Su mayor singularidad reside en haber nacido como una proyección del primer tiempo, ya que su material principal lo constituyen diseños que encuentran su correspondencia con otros diseños de los pentagramas del comienzo del cuarteto. Por eso el propio autor lo llamaba en ocasiones "movimiento 1 y 1/2".

Con esta planificación estamos ante dos movimientos separados (aunque deben ejecutarse en attacca), cada uno con su propio carácter, pero al tiempo manteniendo fuertes vínculos que no se escaparán al oyente atento (si en más de una ocasión Sibelius trabaja muy a fondo en la unidad de la motívica de sus obras, no siempre espera que el oyente sea consciente de tal hecho). La idea es abordada en esta obra por primera vez, y con éxito, y profundizará en ella en 1915 cuando escriba la primera versión de su Quinta sinfonía (en la versión definitiva de la obra orquestal llevará más lejos su intuición, uniendo físicamente ambos tiempos pero manteniendo su carácter diferenciado).

No se puede precisar una forma concreta en este Vivace, no es desde luego un scherzo con trío, más bien se aproxima a una forma sonata en miniatura, aunque con secciones o temas no del todo bien separados. Sin duda, su origen como "proyección" tiene mucho que ver también en su forma.

Destaca desde el primer momento la textura de la música, formada principalmente por finas figuras de corcheas en trémolos, que se intercambian entre sí trasladándose por las distintas voces,  interrumpidas por silencios y algunas notas en contratiempo en el registro agudo. 

El primer tema es muy sencillo, con una armonía casi de canción popular, aunque por la instrumentación y figuración nos lleva a un clima de ensoñación feérica, a lo Mendelssohn según Tawaststjerna. No son del todo raros este tipo de scherzi en la literatura sibeliana, aunque por lo general prefiere los ritmos dionisiacos, y de hecho el cuarteto cuenta con un segundo scherzo, el cuarto movimiento, que sí se puede calificar como danza (primer violín):

Su diseño está sacado del comienzo del tema secundario del primer movimiento (Ej. Id), y no será el único tema que apele a esa melodía. El tema evoluciona por reiteración y acumulación hacia el resto del movimiento, ganando gradualmente en intensidad. En medio del aleteo de extrañas hadas surge con disimulo, en la viola, un amenazante motivo cromático:

Con toda claridad corresponde al breve motivo "nervioso" del primer tiempo (Ej. Ic), que en éste tendrá una funcionalidad mucho más destacada que allá Pero de momento sólo es un anuncio, no llega a presentarse de manera directa, y se le ve diluido muy pronto en la maraña de la cuerda. Pero en seguida se retoma por el cello, y finalmente por el primer violín y la viola.

Antes de que llegue a fructificar un repentino silencio deja hecho jirones el discurso musical, como sucederá repetidamente en este movimiento "1 y 1/2". El nuevo motivo nervioso se encontrará fragmentado en mínimas figuras que pasan aún más etéreas de un arco a otro. El tono ahora pasa a mi menor, y cuando se establece sin ambigüedad, se escucha a la viola entonar un nuevo motivo principal en el movimiento:
 

En realidad es la culminación del motivo nervioso, ahora sí plenamente análogo a su paralelo del primer tiempo, no sólo en melodía y en el ritmo iniciales como en su anuncio, sino también en su posterior dibujo de notas descendentes.

Aunque el nuevo material parece plenamente asentado, no llega nunca a perder su carácter quebradizo, de cierta pesadez y constante deriva modulante. Después de su presentación, pasa al segundo violín, y luego al primero, con acompañamiento del resto de cuarteto y un cierto desarrollo por primera vez en la obra (que a pesar del poco tiempo físico transcurrido ha vivido un importante viaje).

Manteniendo su dimensión caprichosa, el discurso musical tampoco parece cuajar, y el motivo rápidamente se convierte en otro mucho más luminoso y firme, hasta maravillosamente ligero, aunque fragmentado entre los distintos instrumentos:
 

De nuevo nos evoca a un viejo conocido, el tema secundario del primer tiempo (Ej. Id), ahora relacionado de modo mucho más claro con el motivo inicial de este segundo movimiento y, como en el primero, seguido del motivo "nervioso". Se presenta en Sol Mayor (no mixolidio), y cambia su carácter lírico y redentor por una articulación mucho más rítmica, juguetona, y liviana.

Pero no nos engañemos: nada se ha resuelto, y el discurso vuelve a perderse en silencios y dudas en torno a formas breves del segundo motivo, que adquiere así su condición de "aura", y que va evolucionando en continuos viajes a distintas tonalidades (estaríamos pues ante el comienzo del desarrollo, si nos atrevemos a definir la forma así).

La tonalidad se asienta entonces en Do Mayor, con una vuelta al motivo inicial (si estuviese en la escala de la tónica podríamos hablar de reexposición, pero no sucede así). La textura es ahora casi orquestal, y los ritmos mucho más firmes y constantes, con figuras exuberantes de dobles cuerdas acompañando al tema, que se dibuja adornado con expresivas apoyaturas.
Sin solución de continuidad se llega al segundo motivo, dejando atrás toda armonización para situarse en un poderoso unísono, creciendo hasta un obsesivo clímax en doble cuerdas de gran fuerza, que ya nada tiene de danza etérea.
Dos acordes cadenciales en pizzicato vuelven a traer de nuevo el segundo motivo, pero ahora bajo las texturas iniciales y en el tono fa# menor (relativo del tono principal).También con carácter reexpositivo vuelve a aparecer el motivo lírico, ahora en el tono de La Mayor, y de manera bastante análoga a como retornaba su equivalente en el final del primer tiempo, incluyendo su derivación en forma de coda. De hecho la coda misma de este movimiento es muy semejante a la del primero, cerrando el círculo de paralelos entre dos maneras de entender unos mismos materiales. Así, la pieza se cierra en una serie de unísonos también en la, sentenciado en una última nota aislada del cello antes de la doble barra. Aunque no hay attacca como en el movimiento anterior, la lógica del discurso musical invita a que el siguiente movimiento, el corazón de la obra, se ejecute inmediatamente, sin una pausa prolongada.
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Para ilustrar la música de este movimiento podemos contar de nuevo con la excelente versión del cuarteto Melos:

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