martes, 14 de abril de 2009

Biografía (4): el primer año de estudio en Helsinki (1885-1886)


Capítulo 2: Niñez y primeros pasos musicales (1868-1881)
Capítulo 3: primeras obras y últimos años en Hämeenlinna (1881-1885)

Capítulo 5: los años 1886 y 1887
Capítulo 6: 1888, el primer gran año compositivo

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Fotografía (Natalia Linsén, de Porvoo/Borgå) de un muy joven Jean Sibelius. Posiblemente de principios de septiembre del año 1885, poco antes de su llegada a Helsinki.

Nuestro compositor llega en septiembre de 1885 a Helsinki, capital del Gran Ducado Autónomo de Finlandia, para quedarse. Helsinki era entonces una ciudad de unos 60.000, pequeña incluso para la Europa de la época pero no por ello no era una capital en pleno sentido de la palabra, cosmopolita en su pequeña escala, y con una vida cultural y musical considerable. Ya en los años 1870 Richard Faltin (compositor y profesor, entre muchos músicos de Wegelius y del propio Sibelius) y Fredrik Pacius habían elevado considerablemente el nivel de las actividades musicales.

Durante la década siguiente la música empezaría a ocupar un lugar considerable en la vida de la ciudad, con la fundación del Instituto de Música (actual Sibelius-Akatemia) en 1882, dirigido por Martin Wegelius (1846-1906) y, justo en el mismo año, se creó la Sociedad Sinfónica, dirigida por Robert Kajanus. Ambas instituciones compitieron constantemente por erigirse como las principales de Helsinki (y con ello de toda Finlandia), hecho que animó considerablemente el panorama.


Martin Wegelius
Sibelius llegaría acompañado de su madre Maria y su hermana Linda, esta última para acabar sus estudios en la urbe. Su hermano Christian aún permanecería unos años en Hämeenlinna hasta trasladarse también a Helsinki, donde se transformaría en un importante doctor médico.

Según el propósito familiar Johan se había inscrito en la carrera de Derecho en el mes de mayo. Tales estudios eran necesarios para algún trabajo oficial. "¿Qué más podría estudiar?", decía burlándose de sí mismo a sus amigos músicos. En cambio no había tenido ningún problema por parte de sus parientes en matricularse el 15 de septiembre en el Instituto de Música, su principal y verdadera interés, en las materias de violín y teoría musical.

El joven Janne no mostró ninguna querencia por su carrera universitaria, y es muy posible que en apenas unas semanas dejara de asistir a las clases, hecho que ocultó a la familia durante meses. Mientras su enorme talento musical se hacía evidente a sus profesores y compañeros del Instituto Musical. Su primer maestro de violín, Mitrofan Vasilyev, le consideró pronto un auténtico genio. Ya a finales de año estuvo en condiciones de aparecer en público con otros miembros de instituto.





La clase del maestro Vasilyev (en el centro), como vemos constituída por violonistas de varias edades y sexos. 
Un joven Sibelius (arriba a la izquierda) parece mostrar su timidez desviando la mirada del fotógrafo 
(imagen de entre otoño de 1885 a 1887).

Con Wegelius, quien le instruyó en teoría musical (incluyendo armonía y polifonía) pronto le uniría una mutua admiración que con el tiempo se transformó en amistad. La enseñanza fue enormemente estimulante para ambos: viendo Wegelius a un joven que ya había compuesto apreciables obras antes de los estudios académicos, el profesor anima a Johan a dirigirse cuanto antes hacia la composición antes que a otros estudios. Con el tiempo Wegelius llegó afirmar que aprendió más de su alumno de lo que Sibelius aprendió de él.

En efecto, Janne continuó escribiendo nuevas creaciones, en ese trimestre escribió sus primeras piezas para piano solo y al año siguiente numerosas piezas breves para violín y piano, tanto estudios de composición como piezas ocasionales. Y es que el violín siguió siendo el centro de atención, sobre todo a raíz de recibir un excelente instrumento de su tío Pehr, posible trabajo de Jacob Stainer, el gran lutero del barroco germánico (aunque tal extremo no ha podido ser probado). El violín en cuestión sigue siendo usado por una de las nietas del compositor, Satu Jalas Risito, intérprete en la Filarmónica de Helsinki.

Al comenzar su cuatrimestre de primavera de 1886, no pudo ocultar ya a su familia el abandono de sus estudios jurídicos. Durante una visita de un tío materno, Otto Borg, éste pudo percibir el tono amarillento de uno de sus libros, expuesto al sol después de que nuestro autor apenas hubiera leído unas páginas: "después de todo, Janne, sería lo mejor para ti dedicarte enteramente a la música, viendo que ese estudio no te interesa más que esto". El pensamiento del tío Otto, aunque resignado, hizo entrar en razón a su madre y al resto de sus parientes, y el joven compositor pudo dedicarse por fin plenamente a sus estudios musicales.

Sin duda influyó mucho en este hecho las buenas opiniones de Faltin y Wegelius, que escribieron sendos testimonios para su familia. Dichas cartas acompañaron una petición de dinero del propio músico, una costumbre ésta, la del préstamo de la familia, que mantendría durante largos años sin mucho cargo de conciencia.

Por aquel entonces nuestro autor ya había comenzado a utilizar la forma francesa de su nombre. Y es que se topó con una cierta cantidad tarjetas impresas pertenecientes a su tío marino, que firmaba a lo largo del mundo con "Jean", más internacionalmente comprensible. Janne decidió apropiarse y repartir esas tarjetas: no tenía muchos fondos para imprimir nuevas y esta era una buena oportunidad para darse a conocer a través de este medio. Surgió así su nombre artístico, con el que sería conocido en el mundo entero.

Tarjeta de visita con el nombre de Jean Sibelius

El 27 de mayo de 1886, durante el concierto de primavera del Instituto, tuvo su primera actuación destacada como violinista, interpretando el Concierto en mi menor de Ferdinand David (1810-1873) - una pieza muy querida por los virtuosos de la época- con acompañamiento pianístico. El crítico Karl Flodin, ya por entonces gozaba de gran reputación, pudo presenciar el evento, y alabó la "avanzada técnica" de Sibelius. Parece que pudo conocerle personalmente en un café en alguna fecha anterior al concierto, de lo que dejó un muy descriptivo testimonio, en la que nos hace un singular análisis de la personalidad de nuestro compositor: "había algo particularmente fascinante en su delgada figura. Era como si su sencilla naturaleza quisiera siempre encontrarle a uno con los brazos abiertos. Pero nunca estabas seguro si había o no algo de burla tras ello. Sus palabras se desbordaban en paradojas y metáforas, sin permitirte darte cuenta de lo serio que era y que sólo jugueteaban en la superficie como burbujas nacidas de extraños caprichos de su rápida mente. [...] Sus ojos miraban como a través de una niebla gris, pero cuando su imaginación comenzaba a jugar sin descanso, su mirada se convertía más profunda y relucía con un brillo azul. [...] Pocos sospechábamos entonces que esa fuerza creativa ya respiraba en su juventud, que el lienzo para un nuevo cuadro del mundo ya estaba despegando en esas visiones y fantasías, por muy confusas que ahora nos parecen, por poco fundamento firme y relación que nos parecen poseer".

Desde luego Flodin intuyó al genio que se escondía en el carácter ensoñador del joven Jean: la imaginación desbordante de su niñez permanecía y parecía ser el preludio de la desbordante creatividad de su vida musical adulta.

Por aquel entonces, muy a escondidas de su madre, comenzaba también a aparecer los primeros flirteos con una vida social en la que el tabaco y el alcohol desempeñaban un lugar importante. También fue la ocasión para los primeros flirteos con el género femenino.

Sibelius acabó el cuatrimestre de primavera con buenas calificaciones, como era de esperar. Sus progresos musicales fueron más que evidentes para sus profesores, especialmente para su mentor Wegelius, aunque confesaría más tarde que no pudo preveer hasta qué punto de maestría llegaría su alumno. Para celebrar el fin del curso, el severo director del Instituto de Música de Helsinki acompañó a sus alumnos a una excursión. En dicha excusión, Wegelius habló sobre su alumno predilecto, afirmando esperar que el discípulo llevase a cabo lo que el maestro sólo había soñado. Según recuerda otro de los alumnos, Karin Palander, "Wegelius estaba profundamente conmovido, y cuando terminó arrojó su vaso violentamente hacia las rocas. Sólo entonces nos dimos cuenta sus compañeros estudiantes qué gran talento debía de tener [Sibelius], como para que nuestro reverenciado director, parsimonioso en su alabanza, tuviera tal respeto por su futuro y su potencial".


Durante este curso Sibelius compuso poco, preocupado más por su carrera de violinista y los ejercicios más teóricos. Pero en verano de nuevo tuvo la oportunidad de disfrutar de inolvidables veladas musicales en familia, especialmente concurrida en esta ocasión. Los Sibelius-Borg se reunieron en Hafträsk, en una isla del archipiélago de Turku. Tío Pehr embarcaría un piano, que tocarían Linda, Maria y la tía Evelina. Christian arrancaba notas cada vez más perfectas a su cello, mientras Pehr y Jean se ocupaban de las partes violinísticas. Además de este ambiente íntimo, hubo momentos realmente idílicos: años más tarde nuestro compositor recordaría cómo disfrutaba tocando su violín ante la naturaleza mientras paseaba por la costa, incluso bajo la tormenta.

Bajo estas sensaciones el autor finés compondría numerosas obras, sobresaliendo un excepcional trío con piano, que en la literatura sibeliana se ha titulado precisamente "Hafträsk" (Trío en la menor JS. 207), anticipador de algunos futuros procedimientos de esos años.

En su siguiente curso, Sibelius se centraría más en la composición. Pero ya hablaremos de ello en otra ocasión.

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