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"El Año Nuevo ha empezado de la habitual manera miserable. Nadie aquí. [...] Aino está totalmente cansada. Hay mucho que decir sobre eso. Debemos realmente que movernos, pero hay demasiadas ataduras aquí".
1925 ha comenzado otra vez más con bajos ánimos. Pero podemos comprobar de nuevo que estas depresiones (o estados casi depresivos) no siempre estaban acompañados de razones objetivas para ello: en enero recibe buenas noticias para sus publicaciones y la mejoría económica que de ello resultaba. El editor Wilhelm Hansen había lanzado una oferta a Breitkopf & Härtel para adquirir su catálogo de obras de nuestro músico, según informaba en una carta al compositor el responsable de esta última casa, Hellmuth von Hase. Pero los impresores alemanes lo habían rechazado: por fin parecían estar recuperándose del desastre de la Gran Guerra y de las crisis económicas posteriores, y no sólo los beneficios podían retornar a sus compositores, sino que podían hacerles nuevas ofertas. En efecto, Sibelius podría ofrecerles sus nuevas composiciones. Hase apelaba con emoción a la larga relación de su empresa con la música de Sibelius. Y en efecto, no sólo ha sido la responsable de la edición de buena parte de las grandes obras del maestro finlandés, sino que lo sigue siendo en la actualidad, además comprometida desde 1998 en editar críticamente la obra completa de Sibelius (JSW).
Sin embargo, no pierde contacto con sus otros editores, y en febrero se cartea con Hansen para que acelere su publicación de su última sinfonía, que finalmente "es mejor llamarla Symphonie No. 7 (in einem Satze [alemán: en un movimiento])". La obra debería estar lista para una gira que planea para dirigir en Inglaterra, en septiembre. Aunque en mayo la edición está lista y registrada, los conciertos no llegarían a realizarse.
1925 ha comenzado otra vez más con bajos ánimos. Pero podemos comprobar de nuevo que estas depresiones (o estados casi depresivos) no siempre estaban acompañados de razones objetivas para ello: en enero recibe buenas noticias para sus publicaciones y la mejoría económica que de ello resultaba. El editor Wilhelm Hansen había lanzado una oferta a Breitkopf & Härtel para adquirir su catálogo de obras de nuestro músico, según informaba en una carta al compositor el responsable de esta última casa, Hellmuth von Hase. Pero los impresores alemanes lo habían rechazado: por fin parecían estar recuperándose del desastre de la Gran Guerra y de las crisis económicas posteriores, y no sólo los beneficios podían retornar a sus compositores, sino que podían hacerles nuevas ofertas. En efecto, Sibelius podría ofrecerles sus nuevas composiciones. Hase apelaba con emoción a la larga relación de su empresa con la música de Sibelius. Y en efecto, no sólo ha sido la responsable de la edición de buena parte de las grandes obras del maestro finlandés, sino que lo sigue siendo en la actualidad, además comprometida desde 1998 en editar críticamente la obra completa de Sibelius (JSW).
Sin embargo, no pierde contacto con sus otros editores, y en febrero se cartea con Hansen para que acelere su publicación de su última sinfonía, que finalmente "es mejor llamarla Symphonie No. 7 (in einem Satze [alemán: en un movimiento])". La obra debería estar lista para una gira que planea para dirigir en Inglaterra, en septiembre. Aunque en mayo la edición está lista y registrada, los conciertos no llegarían a realizarse.
Ya sea como agente o como consecuencia de su estado anímico, el consumo de alcohol vivió en estas semanas un nuevo incremento. El músico protagonizó una serie de escapadas nocturnas, casi secretas, a Helsinki, bajo el amparo y la tranquilidad de los más exclusivos restaurantes. Esto no era una señal de altivez o sibaritismo (aunque también puede haber un poco de ello), sino más bien la oportunidad de pasar más desapercibido en ambientes más exclusivos y tranquilos. Muchas veces lo encontrábamos solo, pero también con su cuñado Eero Järnefelt y su círculo de amigos, contertulios, modelos..., la llamada "mesa del limón".
Autorretrato de Eero Järnefelt (1863-1937)
Sin embargo durante todo este año los excesos no repercutieron en una intensa actividad compositiva, tal como su mujer certificó. A mediados de enero añade tres piezas para completar el cuaderno de Danses champêtres opus 106 que sería enviado a Nueva York. Como sus compañeras son el primer testimonio del estilo más modernista y experimental que caracterizará los últimos años de creación del genio finlandés.
En febrero le llega el turno a un encargo de Heikki Klemetti, inédito en cuanto al contenido: coros con destino litúrgico, para formar parte del "Suomen evankelis-luterilaisen kirkon messusävelmät", el cantoral de la Iglesia Luterana Finlandesa. Sin demasiado entusiasmo por el contenido ni por la funcionalidad de la obra, Sibelius sin embargo nos dejó cuatro piezas vocales no sin belleza y cierta atmósfera misteriosa. Las Tres antífonas introductorias JS.110 (que a veces han aparecido en la literatura incorrectamente como opus 107) están escritas para la voz, celebrante, respuestas de la congregación y órgano. La otra pieza es "Herran siunaus" ("Bendición del Señor") JS.95 está escrita para órgano con texto sobre la partitura. Estas obras constituyen las únicas partituras religiosas de nuestro autor, aunque es habitual encontrar en las iglesias de su país natal un extracto de una Cantata de 1897, "Soi kiitokseksi Luojan" ("Te alabamos, Creador nuestro") opus 23 nº6a, entonado como coral.
Días después trabaja en un extracto de la problemática "Scaramouche", la pantomima de 1913 que le causó verdaderos dolores de cabeza. De la vasta partitura extrae y reelabora una Scène d'amour para violín y piano, con intención de ser una pieza fácil, incluso que "pueda ser tocada en el ámbito doméstico". Lo cierto que a pesar del origen en aquella obra y el aparente salonismo que desprende, se trata de una pieza deliciosa y no sin valor.
Por su cercanía estilística es posible que fuera en este momento cuando compusiera En glad musikant (Un músico feliz) JS.70, datada por los expertos en el intervalo de entre 1924 y 1926. La obra es una rareza del catálogo sibeliano: escrita para violín solo, con el texto de un poema escrito sobre el pentagrama, quizá concebida como carta musical para el autor del poema, su amigo el compositor sueco Ture Rangström. Aparte de estas curiosidades, la obra en sí no presenta demasiado interés musicalmente hablando.
El 9 de marzo un concierto benéfico en Helsinki le saca del retiro de los escenarios autoimpuesto (y/o alentado por su esposa), por petición de su amigo el General Mannerheim. En el evento, destinado a recaudar fondos para un hospital infantil, dirigirá, con parte de la Filarmónica, su suite de El festín de Belshazzar y Rakastava, a las que se añadirá una "propina" no anunciada, el estreno de una breve pieza orquestal titulada Morceau romantique sur un motif de M. Jakob de Julin [Pieza romántica sobre un motivo del sr. Jakob de Julin] JS.135, basada como dice su título en un tema de un vals de un industrial, amigo en común de Mannerheim y Sibelius. El compositor cedió una copia del manuscrito, un elegante y sentimental interludio, como donación a la causa, la fundación para la infancia que dirigía el general retirado. La obra también presenta una versión para piano escrita en la misma época, y por el estilo de la escritura orquestal es muy posible que el original fuese la versión para el teclado, a pesar de no ser nada frecuente en el autor que orquestara piezas para piano. Pero quizás el concierto promovió en Sibelius dar mayor significado a la pequeña partitura.
Otras partituras de este comienzo de año también tienen que ver con amigos del autor, como son los dos coros masculinos a cappella opus 108, un regalo para Eduard Polón, otro industrial cuya compañía de calzado se convertiría con los años en uno de los integrantes fundacionales de Nokia, la gran compañía finlandesa que en sus primeros años no tenía mucho que ver con las telecomunicaciones... Las dos canciones, "Humoreski" ("Humoresca") y "Ne pitkän matkan kulkijat" ("Caminantes sobre el largo camino"), tienen texto finés, y musicalmente destacan por su animada música, casi humorística, no muy habitual en su producción.
En abril el editor Lienau le preguntó si tenía en su haber alguna composición inédita del estilo de su "Pelléas" o "Belshazzar". Sibelius le contestó mencionando que su "Jedermann" de 1916 permanecía inédita, y que podría preparar una suite con parte de su música. A pesar de que el impresor acogió con entusiasmo la idea, pero la suite nunca llegó a materializarse, quizá por la dificultad de encontrar qué extraer de una partitura tan compleja, que mezcla extensas y místicas escenas orquestales con momentos más ligeros, o quizá por el encargo que llegaría en mayo. Por la época, sin duda relacionadas con el proyecto de la suite, realizó tres arreglos para piano de la partitura incidental (uno de ellos reuniendo tres breves números a su vez), precisamente de la parte "mundana" de la obra. Estos arreglos permanecieron inéditos hasta hace apenas unos años.
Al siguiente mes el Teatro Real de Copenhague, a través del editor Hansen, le solicita la composición de la música incidental para una ambiciosa producción que se estrenaría en la capital danesa en la temporada siguiente. El 1 de mayo recibe la carta del editor: "¿Has escrito alguna música a "La Tempestad"? No se trataba pues de un nuevo estreno, sino el homenaje a uno de los grandes clásicos del teatro: "La Tempestad", de William Shakespeare, representada en danés.
Aunque la propuesta no era un encargo definitivo, la propuesta entusiasmaba a Sibelius, y no sólo negoció el contrato inmediatamente y se puso a la tarea, sino que plasmaría en su composición alguno de los mejores y más originales compases de toda su carrera. No sin dificultades, ya que la obra debía estar lista en unos meses, para el 1 de septiembre, a tiempo para empezar los ensayos. Lo cierto es que la planificación de la representación alcanzó grandes complejidades, ya que la música iba a tener un papel nada secundario.
El propio productor y actor principal, Johannes Poulsen (viejo conocido del autor por el asunto de "Scaramouche"), se trasladó unas semanas a Helsinki para discutir las posibilidades de la obra con el compositor. La música requeriría no sólo una gran orquesta (con un armonio), coro y el canto de los actores, sino también experimentó en la colocación de instrumentos en el escenario, y con el coro, situado en diferentes localizaciones. La partitura llegaría a estar estructurada en más de treinta números, alguno de ellos muy breves, y más de una hora total de música, comenzando con una obertura -de colorido intensamente cromático, uso de todos enteros y una dimensión vanguardista - que sustituiría íntegramente la escena inicial concebida por el bardo inglés.
Aunque la propuesta no era un encargo definitivo, la propuesta entusiasmaba a Sibelius, y no sólo negoció el contrato inmediatamente y se puso a la tarea, sino que plasmaría en su composición alguno de los mejores y más originales compases de toda su carrera. No sin dificultades, ya que la obra debía estar lista en unos meses, para el 1 de septiembre, a tiempo para empezar los ensayos. Lo cierto es que la planificación de la representación alcanzó grandes complejidades, ya que la música iba a tener un papel nada secundario.
El propio productor y actor principal, Johannes Poulsen (viejo conocido del autor por el asunto de "Scaramouche"), se trasladó unas semanas a Helsinki para discutir las posibilidades de la obra con el compositor. La música requeriría no sólo una gran orquesta (con un armonio), coro y el canto de los actores, sino también experimentó en la colocación de instrumentos en el escenario, y con el coro, situado en diferentes localizaciones. La partitura llegaría a estar estructurada en más de treinta números, alguno de ellos muy breves, y más de una hora total de música, comenzando con una obertura -de colorido intensamente cromático, uso de todos enteros y una dimensión vanguardista - que sustituiría íntegramente la escena inicial concebida por el bardo inglés.
El actor, productor y director teatral y cinematógrafo Johannes Poulsen (1881-1938). Fotografía de c.1930
Toda la música de Sibelius, magistral, está teñida de un espíritu muy avanzado, dando colorido a las singularidades esotéricas y simbólicas de la obra shakespeariana, que obtiene aquí una magnífica ilustración.
El estreno, planeado para finales de año, se retrasó finalmente hasta el 15 de marzo del año siguiente. Ahí no acabará la historia de la obra, que conocerá un estreno en finés, añadidos, reelaboración en dos suites, arreglos... convirtiéndose en uno de los pilares de la producción sibeliana de su etapa final.
Durante el verano que dedicó a "Stormen" opus 109 no tuvo que acceder a otras obligaciones excepto por una partitura para órgano, escrita para un servicio especial que se rendiría en la Catedral de Helsinki con motivo de la visita del rey Gustavo V de Suecia. La pieza sería una Intrada, publicada después con el número de opus 111a, una pieza solemne, con ecos grandiosos más cercanos a la Séptima Sinfonía que a la magia de "La tempestad", y una partitura obligada entre los organistas finlandeses.
Tras cumplir a tiempo con la música incidental, nuestro autor pudo dedicarse a otras propuestas y encargos. A finales de enero había escrito dos canciones corales en sueco. Por una parte "Skolsång" JS.172, para coro mixto, sin muchas pretensiones, y la "Skyddskårsmarsch" ("Marcha de Skyddskår") JS.173, para coro masculino y piano ad libitum, escrita para una organización patriótica, con un claro espíritu bélico y de carácter brillante.
Sibelius iba cumplir sesenta años, cifra redonda que preveía celebraciones entusiastas. Pero nuestro autor en esta época quería evitarlas a toda costa. Inicialmente había planificado un viaje a Italia en noviembre, regresando "a tiempo" para que cualquier festejo ya estuviera desfasado. Tales planes no fueron llevados adelante, pero al menos se las ingenió para excusarse de dirigir un concierto especial el día de su cumpleaños, como había hecho en otras ocasiones. No obstante, sus amigos y admiradores no compartían estas drásticas opiniones, y Kajanus - que había inaugurado su temporada con un programa íntegramente sibeliano, prepararía para su concierto de abono el 9 de diciembre con música exclusivamente del genio nórdico, incluyendo la Primera Sinfonía.
Uno de los regalos del 8 de diciembre fue un alto honor oficial. Nada menos que el presidente de la República, Lauri Relander, le hizo una visita por la mañana para entregarle la Orden de la Rosa Blanca de Finlandia. Pero sin duda el regalo que más debió congratularle fue la entrega del resultado de una subscripción pública de 275.000 marcos [unos 83.500 euros], que se sumaban al aumento de la beca anual que recibía del estado, que pasaba ahora de 30.000 a 100.000 marcos [30.380 €]. Buenas cantidades que, sumadas a los crecientes ingresos por los derechos de sus publicaciones, le proporcionarían definitivamente la ansiada tranquilidad económica.
Lauri Kristian Relander (1883-1942), segundo presidente de la República de Finlandia
No obstante eso no significó (todavía) el fin de su vida compositiva, ni de los encargos. Para la revista navideña "Lucifer", como en otras ocasiones, escribió una breve pieza, en este caso un melodrama para recitador y piano para el poema "Ett ensamt skidspår" ["Una solitaria pista de esquí"] JS.77a, unas líneas en sueco de Bertel Gripenberg, teñidas de melancolía para las que Sibelius escribe una música frágil y profunda, llena de marcas personales como el tresillo obsesivo que traza el tema principal.
Es este final de 1925 también musicó otro poema con toques nostálgicos, la canción "Narciss" ("Narciso") JS.140, que a la postre sería la última composición de Sibelius en el género de la sång.
Aún quedarían muchos compromisos a los que nuestro músico atendería en los siguientes años. Pero de alguna manera se vislumbraba ya que las cosas iban a cambiar. Su mismo aspecto físico ya aparenta ser el que tendrá en las numerosas fotografías que se conservan suyas de los últimos años. Aún nos queda, sin embargo, mucho que contar sobre el genial compositor, como comprobarán en próximos capítulos.
Aún quedarían muchos compromisos a los que nuestro músico atendería en los siguientes años. Pero de alguna manera se vislumbraba ya que las cosas iban a cambiar. Su mismo aspecto físico ya aparenta ser el que tendrá en las numerosas fotografías que se conservan suyas de los últimos años. Aún nos queda, sin embargo, mucho que contar sobre el genial compositor, como comprobarán en próximos capítulos.
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